Te invito a responder algunas preguntas:

  • ¿Por qué hacemos lo que hacemos?
  • ¿Se puede hacer diferente?
  • ¿Ofendemos a Dios si lo hacemos diferente?

La iglesia deja de ser relevante cuando ya no responde a la necesidad de su entorno. Y la necesidad que ahora nos constriñe, trae implícita el extravío de las nuevas generaciones, que entienden cada vez menos las motivacio­nes que tenemos para hacer lo que hacemos, y cómo lo hacemos. ¿Y si cambiamos?

Algunos pensarán que si cambiamos algunos métodos perderemos la sus­tancia del evangelio, pero pensémoslo bien. Hay principios bíblicos que no podemos perder, como dijimos antes; pero las formas, estrategias, siste­mas y modelos, todo puede cambiar. Respondamos estas preguntas: ¿Qué cosas debemos y podemos cambiar? ¿Qué cosas no deberíamos cambiar?

En el siguiente listado quiero exponer algunas iniciativas que varias igle­sias están tomando y que están alcanzando positivamente a las nuevas generaciones, sin necesidad de hacer de las celebraciones de adoración espectáculos atractivos, pero sin alguna relevancia.

A. Innovación en las finanzas. La necesidad de un manejo adecuado de las finanzas es primordial en la familia, y por mucho tiempo la iglesia ha manejado el tema financiero con escasa sabiduría. Nos hemos limitado a “motivar” desde el púlpito a que la gente ofrende un poco más, y a raíz de eso han surgido muchas tendencias descabelladas de ver y enseñar acerca de finanzas. Considero que la Biblia nos ofrece suficiente canti­dad de material para desarrollar cursos de manejo financiero, economía familiar, emprendimiento, etc. Una iglesia que puede ofrecer este tipo de entrenamiento a sus familias, cubre una necesidad imperiosa. Más temprano que tarde hallará frutos sin necesidad de manipular mente o corazones. Las nuevas generaciones verán esto como una forma genuina de ayudar a la comunidad y generar confianza para acercarse.

B. Innovación en la ciencia y cultura. Muchos adolescentes y jóvenes miran a las iglesias como grupos de gente fanática que no acepta hechos científicos comprobados y, por tanto, para ellos, somos gente intolerante con quien no se puede departir. Imagina a tu iglesia abriendo clubs de lectura y análisis adecuado de libros famosos, conversatorios sobre ciencia y hallazgos científicos, tertulias sobre cómo la fe tiene un gran sustento en lo real más que en algo imaginario. Si antes prefe­ríamos no tocar temas controversiales como estos, es hora de prepa­rarnos o buscar la gente preparada para dichas discusiones. Imagino a jóvenes científicos acercándose al Señor por medio de la ciencia y la cultura, como fue el caso de Isaac Newton, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.

C. Innovación en la política. Siendo entendidos en los tiempos, y mirando la controversia constante que ocasionan los partidos políticos en nuestro país, las tendencias partidarias han logrado dividir nacio­nes enteras, generando ambientes de violencia y poca tolerancia. Qué diferentes serían los presidentes electos, si tan solo nuestros niños y jóvenes recibieran información pertinente sobre comunismo o socia­lismo, qué significa ser liberal o demócrata, cómo identificar una línea de derecha o izquierda, y quién es un populista. Si la iglesia ofrece esa clase de información relevante para la sociedad, abre las puertas para generar un criterio maduro al momento de ser parte activa de lo que sucede en el mundo.

D. Innovación en las artes. Desgraciadamente hemos limitado el uso de las artes a la música y, en un bajo porcentaje de iglesias, a la danza. Pero el arte es multiforme, tal como la gracia y la sabiduría de Dios. ¿Dónde están los pintores que pueden plasmar paisajes hermosos o momentos bíblicos en un lienzo? ¿Dónde están los poetas que dedican frases y versos al Todopoderoso? ¿Cómo encuentro a escritores de novelas y cuentos que puedan insertar valores morales en la sociedad a través de sus historias? ¿Qué hay de los decoradores de espacios interiores, que logran proveer una atmósfera de adoración? Anhelo que estos niños y jóvenes que crecen en las aulas de escuela dominical, no limiten su arte a un pedazo de papel, sino que pueda ser expuesto al mundo.

E. Innovación en el deporte. Y… ¿si motivamos a nuestros niños y jóvenes a hacer una carrera para fomentar la salud mental y física? ¿A dónde podemos llegar, organizando campeonatos, en todas las disci­plinas deportivas? El riesgo es salir de las paredes del templo y ser la iglesia en otros lugares. Es hora de vencer esos miedos infundados que no nos han dejado salir, y ser lo que Cristo diseñó que seamos.

F. Innovación e Impacto Social. Tanto nos hemos acomodado a un culto de un par de horas a la semana, que olvidamos que hemos sido enviados a rescatar lo que se ha perdido, a responder a las necesidades de la gente que no tiene a Cristo, o aun teniendo a Cristo vive en condi­ciones peores que las nuestras. Existen fundaciones, organizaciones de obra social, asociaciones que buscan ser una mano amiga para aquellos menos favorecidos. Santiago nos dice que la verdadera religión tiene que ver con asistir a las viudas, visitar a los huérfanos, y darles vestido y todo lo necesario. Los libros de Éxodo y Deuteronomio nos hablan de hacer justicia con ellos, y también con los enfermos y extranjeros. Hay suficiente labor, y espacio para demostrar el verdadero amor de Cristo.

G. Innovación misionera. El mundo sigue necesitando de Cristo; por tanto, es imprescindible que las nuevas generaciones estén al tanto de lo que sucede en otros países. Mantenerlos conectados con la realidad del mundo provocará que muchos reciban un llamado misionero, pas­toral, generacional. Si nunca les hablamos de los países menos alcan­zados, de la Ventana 10-40, de la decadencia espiritual en Europa, de la necesidad de Cristo en los diferentes continentes, probablemente perderemos la oportunidad de ver nuevos misioneros levantarse e ir a donde Dios los está llamando. Podemos provocar creativamente el nacimiento de una carga por las misiones en el mundo.

Es tiempo de hacer algunos cambios, entender que ese mismo culto similar cada semana, año tras año, no es suficiente para la demanda espiritual de nuestras congregaciones. Renovemos la mente, combatamos el temor, levantemos un clamor injertado de acciones que nos lleven a ser escucha­dos en la sociedad, involucrémonos en las comunidades, barrios, donde está la gente, y llevemos el mensaje del evangelio de forma práctica. El mundo sigue anhelando profundamente la manifestación de los hijos de Dios (Romanos 8:19).

Extracto del libro Reforma Que Alcanza a Las Nuevas Generaciones

Por David Noboa

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