Estábamos buscando al menos una evidencia a nuestro favor, y en lugar de eso encontramos muchas. Sospechaba que nuestra investigación descubriría una de las razones principales de que los adultos jóvenes se desconectaran de la iglesia o se alejaran de su fe (tal vez dos o tres de ellas). Esperaba encontrar, por ejemplo, que ir a la universidad era muy perjudicial para la fe cristiana, pero resultó que ese no era el caso para la gran mayoría de estos jóvenes.

En lugar de uno o dos «grandes» problemas, descubrimos una amplia gama de perspectivas, frustraciones y desilusiones que obli­gaban a los jóvenes veinteañeros a desconectarse. No había una única razón que predominara en la deserción de los adultos jóve­nes. Cada persona tenía su conjunto único y mundano de razones (es decir, motivos tanto profundamente personales como bastante ordinarios). Sin embargo, la cotidianidad de estas razones no las hace menos importantes o poco interesantes. Cada nómada, pró­digo y exiliado de la iglesia tiene una historia personal. Y como hemos observado antes, cada historia importa.

Mientras exploramos las razones por las que muchos jóvenes se desconectan, ten en cuenta que nuestra investigación examina principalmente sus percepciones de las cosas que han salido mal. La investigación no es infalible y requiere una interpretación. La mayoría de las personas no están por completo conscientes de qué es exactamente lo que hace que abandonen la iglesia o la fe, y parte de nuestro trabajo como investigadores es analizar todas las res­puestas y buscar los temas que surgen. De este modo, utilizamos no solo nuestra experiencia profesional, sino también nuestro discer­nimiento espiritual… para identificar las razones por las que los jóvenes se desconectan y contiene nuestras humildes recomen­daciones de cómo el cuerpo de Cristo puede responder en amor y pensando en la misión.

IDENTIFICANDO LA DESCONEXIÓN

Al analizar los resultados de nuestra investigación y las historias individuales, hemos sido capaces de identificar seis temas que cap­turan de forma adecuada el fenómeno global de la desconexión en­tre la próxima generación y la iglesia… Muchos veinteañeros no dudan, al igual que las gene­raciones anteriores, en «romper la tradición espiritual» que una vez heredaron de sus padres. He aquí las razones generales que ofrecen para la deserción. Ellos encuentran que la iglesia es:

1. Sobreprotectora: Los impulsos hacia la creatividad y el com­promiso cultural son algunas de las características definitivas de la generación de mosaicos que resultan más obvias. Esta nueva generación desea reinventar, volver a crear, reflexionar, así como ser emprendedores, innovadores e iniciadores de cosas nuevas. Para los mosaicos, la expresión creativa es de inestimable valor. La iglesia se considera como una asesina de la creatividad, donde correr riesgos o involucrarse en los asuntos de la cultura es un «anatema». ¿Cómo puede la igle­sia eliminar su resistencia y dar espacio para asumir riesgos en cuanto a la creatividad y la expresión personal, cosas tan valiosas dentro la próxima generación?

2. Superficial: La percepción más común de las iglesias es que son aburridas… Muy pocos jó­venes cristianos pueden conectar su fe con sus dones, habili­dades y pasiones. En otras palabras, el cristianismo que han recibido no les da un sentido de «llamado». ¿Cómo puede la iglesia fomentar una fe profunda e integral en Cristo, que ahor­que todos los ámbitos de la vida?

3. Anticientífica: Muchos jóvenes cristianos han llegado a la conclusión de que la fe y la ciencia resultan incompatibles. Sin embargo, son conscientes del papel que la ciencia juega en el mundo en que habitan (en la medicina, la tecnología personal, los viajes, el cuidado de la naturaleza y otras áreas). Es más, la ciencia parece mucho más accesible que la igle­sia; la ciencia parece darle la bienvenida a las preguntas y el escepticismo, mientras que los asuntos de fe parecen impe­netrables. ¿Cómo puede ayudar la comunidad cristiana a la próxima generación a interactuar con la ciencia de una mane­ra positiva y hasta profética?

4. Represiva: La religión es dominante. En especial en cuanto a las costumbres sexuales. Esta ahoga la mentalidad individua­lista de los adultos jóvenes. Como consecuencia, se percibe a la iglesia como represiva. La sexualidad crea desafíos pro­fundos para el desarrollo de la fe de los jóvenes. ¿Cómo puede la iglesia contextualizar su enfoque acerca de la sexualidad y la cultura dentro de una visión más amplia de las relaciones restauradas?

5. Exclusiva: Aunque hay límites a lo que esta generación está dispuesta a aceptar, también debemos recordar que ha sido formada por una cultura que considera vital la apertura de mente, la tolerancia y la aceptación. De este modo, los recla­mos del cristianismo a la exclusividad son difíciles de «ven­der». Ellos quieren encontrar puntos en común, incluso si eso significa restarles importancia a las diferencias reales. ¿Cómo puede la comunidad cristiana establecer un vínculo entre la naturaleza singular y única de Cristo, y las formas radicales por medio de las cuales él buscó e incluyó a los de «afuera»?

6. Sin posibilidad para la duda: Los jóvenes cristianos y también los cristianos antiguos afirman que la iglesia no es un lugar que les permita expresar sus dudas. Ellos no se sienten segu­ros admitiendo que la fe no siempre tiene sentido. Además, muchos creen que las respuestas de la iglesia para sus dudas resultan triviales y enfocada en los hechos, como si las per­sonas pudieran ser disuadidas de tener algún tipo de duda. ¿Cómo puede la comunidad cristiana ayudar a esta generación a encarar sus dudas y a integrar sus preguntas a una vida de fe sólida?

EL GIRO HACIA LA CONEXIÓN

Una vez que comenzamos a entender los problemas que la próxima generación experimenta con la iglesia y el cristianismo, nuestra se­gunda tarea es determinar cómo estas áreas de desconexión están desafiando a la comunidad cristiana al cambio… Si ignoramos o descartamos las expe­riencias y vivencias espirituales de los jóvenes, podríamos correr el riesgo de perdernos un nuevo mover de Dios en nuestro tiempo.

La relación espiritual entre generaciones es un tema común en las Escrituras, Como ejemplo, veamos la historia de Eli (la generación más antigua) y Samuel (la generación más joven), la cual se describe en 1 Samuel 3. Posiblemente recuerdes el episodio. En medio de la noche, Dios llama a Samuel, pero el joven profeta confunde el llama­do de Dios con el de su mentor Eli en repetidas ocasiones. Al final, Eli (cuyo sueño ha sido interrumpido varias veces) instruye a su alumno a responderle a Dios: «Habla, Señor, que tu siervo escucha».

Una vez escuché a un líder moderno —Jack Hayford— decir que la generación más joven necesitaba a la generación más vieja para que la ayudara a identificar la voz de Dios (al igual que Samuel recibió esa ayuda de Eli a fin de conocer que era Dios quien lo esta­ba llamando). Hayford también observó que ayudar de esta manera requiere que reconozcamos —como lo hizo Eli— que Dios le está hablando a las generaciones más jóvenes.

  • Si eres un cristiano joven, esto significa que es tu modo de escuchar.
  • Si eres un cristiano maduro, quizás es el momento de confiar de una manera más profunda en la obra de Dios dentro de la próxima generación.

Mi esperanza es que este libro pueda de alguna manera ser un catalizador en esta dinámica importante entre ambas generaciones.

Extracto del libro Me Perdieron

Por David Kinnaman

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