HAY TRES MOVIMIENTOS JUVENILES

Los tres movimientos se dividen en tres épocas. La primera época fue hasta los años 1960. La segunda época fue, más o menos, entre los años 1970-2015. La tercera época es ahora. Obviamente algunos de nosotros y nuestras iglesias usamos aún estrategias de otras épocas, y no está mal necesariamente. Si Dios usa una estrategia en el contexto suyo hay que seguirla. Pero hay estrategias que ya no funcionan, pero pensamos que como funcionaron en el pasado deberían funcionar hoy. Lutero marchó contra ese tipo de pensamiento y pudo inventar nuevas formas para rea­lizar sus propósitos. Tenemos que hacer lo mismo y ver las nuevas mane­ras en que Dios está levantando propuestas para alcanzar a las nuevas generaciones.

1. LA PRIMERA ÉPOCA DE MINISTERIO JUVENIL: LA PROCLAMACIÓN

Esta época empieza con movimientos como los de Billy Graham y Luis Palau, e involucra una proclamación con un enfoque de evangelismo. Mis padres y mis suegros vivieron esa época. Para ganar a un adolescente o joven se podría ir a predicar la Palabra de Dios en las calles y la gente res­pondía con una convicción del Espíritu Santo y entregaban sus vidas a Él. Notamos que muy pocos jóvenes hoy se convierten de esta forma, pero fue lo que Dios usó en ese entonces. En América Latina también vimos un movimiento en todo el continente donde las personas se convertían en las calles con este tipo de evangelismo. El versículo clave que representa esta época es Mateo 7:13-14.

La fijación que la cultura juvenil tenía en esa época era una de identidad. Lo que buscaba un adolescente en la época de mis padres era su identidad. Buscaban contestar la pregunta «¿Quién soy yo?”. Todo era nuevo. No exis­tían ni la idea de un ministerio juvenil antes de esta época así que estaban felices de ser los pioneros en embarcarse con un ministerio enfocado en los niños, adolescentes y jóvenes. Buscaban tener una identidad en Cristo (¿Quién soy yo en Cristo?).

Esta época se enfocaba principalmente en dos temas: el evangelismo y la corrección. Los pioneros del ministerio juvenil se veían como misioneros enviados a la cultura juvenil de su época. Vieron su rol y llamado de llevar el evangelio a los jóvenes como si fueran un grupo étnico no alcanzado. Lo hicieron en formas culturales que esa cultura juvenil podría entender, usando ejemplos que entendían. Y fueron muy exitosos en la tarea.

La forma de pensar de estos líderes juveniles era que la cultura juvenil de la época estaba mal y necesitaban ser corregida. Eso era cierto, en gran manera. Tocaron temas como la rebeldía, la holgazanería, la carnalidad, el libertinaje, la música del mundo y una larga lista de temas. Seguimos tocando algunos de estos temas aun hoy día, y con gran razón. Pero tam­bién hemos aprendido más sobre el desarrollo de la adolescencia y sabe­mos que algunas cosas que llamábamos “maldad” ahora entendemos que tiene que ver con la identidad, la autonomía y la afinidad de las luchas de los chicos.

Todos eran sacerdotes para todo el mundo. Los que conocían al Señor se capacitaron y salieron a ser la iglesia. No eran solamente los pastores y líderes quienes salieron a las calles, sino todos los creyentes. Podemos concluir que esta primera época nos enseñó mucho acerca del ministerio juvenil usando el método de la proclamación y evangelizar usando la corrección.

2. LA SEGUNDA ÉPOCA DEL MINISTERIO JUVENIL: EL PROGRAMA

Las iglesias en esta segunda época se dieron cuenta que no era suficiente enseñar a los jóvenes cada domingo en la escuela dominical; necesitaban algo más para ellos. Las iglesias empezaron a buscar un líder de jóvenes para encargarse de este grupo. Era importante enfocarnos un poco más en los jóvenes cristianos que estaban en las iglesias a la vez que buscábamos formas de alcanzar a los jóvenes del mundo.

Empezamos a crear retiros, campamentos, programación durante la semana, preparación para el sábado y el grupo de jóvenes los fines de semana. Yo me crié en esta época. ¡Qué emocionante era cuando podía­mos ir de campamento con todos los adolescentes! Teníamos la noche de gala, una cena en parejas o simplemente juegos divertidos en equipos. Todavía disfrutamos de muchos de estos eventos en nuestras iglesias.

Se creó en estos años el ministerio llamado Especialidades Juveniles… Empezaron a surgir convenciones internacionales, cumbres nacionales y congresos para líderes de jóvenes. Esto nos ayudó a profesionalizar el ministerio juvenil y tener pastores contratados para enfocarse en este grupo. El versículo que se podría usar para esta época es Mateo 28:19-20.

La fijación que la cultura juvenil tenía en esa época era una de autonomía. Los chicos, como yo, queríamos tener nuestra independencia. Queríamos estar encargados de nosotros mismos, sin tener que depender de los adul­tos. Preguntábamos «¿Soy libre e independiente?”. Se cambió el enfoque en el ministerio juvenil, del evangelismo y la correc­ción empezamos a enfocarnos en el discipulado de los chicos y las chicas creando una presión de grupo positivo para ellos. Esto fue un cambio que también tuvo sus lados negativos. Empezamos a ver mini-iglesias dentro de nuestras congregaciones. El ministerio juvenil resultaba a veces ser una iglesia independiente del resto de la iglesia. Eso tuvo que cambiar en la siguiente época.

Si la primera época se enfocaba en la proclamación, esta segunda época se enfocaba en la programación. La idea era que, si ejecutábamos el programa correcto con los mejores líderes con las cosas correctas, podríamos tener éxito. La pregunta que se hace en esta época es “¿Cuántos chicos están asistiendo?”.

En esta época, los sacerdotes de todos los y las creyentes regresaron a los templos. Los líderes, pastores y miembros de las iglesias eligieron que el local del ministerio estaba dentro de los templos. El problema es que se profesionalizó la iglesia. Ahora los pastores pagados resultaron ser los sacerdotes, y muchos del resto resultaron ser oyentes. Solo los pastores ejercimos nuestro sacerdocio y muchos de los otros creyentes llegaron solos a ser discípulos. El enfoque que debemos tener, no importa la época es ver a nuestros niños, adolescentes y jóvenes teniendo una relación apasionada con Cristo, amándole y conociéndole. Eso nos lleva la siguiente época que tenemos que crear.

3. LA TERCERA ÉPOCA DEL MINISTERIO JUVENIL: LA PRESENCIA

A veces sentimos que ya que funcionó en el pasado Dios tiene que usarlo otra vez. Pero Dios es creativo y le gusta renovar. Vemos las masas de las nuevas generaciones saliendo de nuestras iglesias y pensamos que la misma forma debe funcionar para retenerlos. Entonces pensamos que necesitamos una nueva guitarra, o un equipo de sonido de calidad para atraer a las nuevas generaciones. Pensamos que si saliéramos a las calles a proclamar el evangelio como hicieron nuestros padres, eso funcionaría para atraer a nuevos jóvenes.

Vemos a chicos en nuestras iglesias con una fe de poca profundidad y pen­samos «Necesitamos un mejor currículo en la escuela dominical”. Decimos ‘Veamos cómo lo hacen las mega iglesias en Colombia o Guatemala.” Pero no podemos edificar un gran ministerio juvenil para alcanzar a los chicos de esta nueva cultura juvenil con un método de 1980.

Algo interesante ha sucedido en nuestro mundo. La cultura juvenil ha lle­gado a ser la cultura dominante en la sociedad. Hay estudios que muestran que más de la mitad de las compras en el hogar son influenciadas por los niños y adolescentes. Los padres ahora escuchan la misma música que sus hijos. Los chicos han cambiado su enfoque. Los que antes necesitaban identidad (¿Quién soy?) como la pregunta primordial, y después en los ‘80ss en ade­lante se enfocaban en la autonomía (¿Soy independiente?), ahora el enfo­que tiene que ver con afinidad (¿Quién es como yo?, ¿Alguien me aceptará?).

La idea de pertenecer siempre ha estado en las mentes de los chicos. Pero en la época de nuestros padres primero les importaba su identidad, después en nuestra época fue la autonomía; pero hoy los chicos están buscando con desesperación saber a quién pertenezco. La frase “Ven, sé uno de nosotros” podría ser la frase más poderosa para los chicos de las nuevas generaciones. Los chicos de hoy están necesitando pertenecer. ¡Qué bueno que tenemos una iglesia a la cual pueden pertenecer! Podemos ser como Jesús cuando dice «Ven, sígueme, yo te puedo enseñar a dónde perteneces”. Los versículos que representan esta época son Hechos 2:44-46 y Juan 17:18.

Si para la primera época el enfoque fue evangelismo y corrección, y la segunda época tuvo que ver con el discipulado y tener un grupo de presión positiva en nuestras iglesias, lo que está funcionando ahora es el enfoque en la comunión y la misión de Dios. Tenemos que ayudar a los adolescen­tes y jóvenes de hoy, que están buscando afinidad, a experimentar una comunidad verdadera.

La comunidad verdadera es vida con vida, comer juntos, compartir viajes juntos, estar en sus deportes y actuaciones en el colegio, servir hombro a hombro y compartir una pasión vivida. Vivir en comunidad no es un pro­grama. No es algo para lo cual alguien se apunta para participar. No es algo forzado. La comunión es una comunidad verdadera con Cristo en medio de ella. La comunión es la esencia y la acción de una comunidad con Cristo. Si es un programa, entonces no es el tipo de comunión que necesitamos.

La misión de Dios le atrae a los chicos. Ellos quieren y necesitan unirse a la misión de Dios para el mundo. El ministerio misional busca discernir, observar e identificar lo que está cerca del corazón de Dios y donde Dios ya está obrando, y se une con él y su trabajo en el mundo. El ministerio de adolescentes y jóvenes en esta nueva época tiene que ser “una comunidad verdadera, inyectada por Cristo buscando conectarse con el mundo donde Dios ya está obrando para redimirlo a Él” (Mark Oestreicher, «Ministerio juvenil 3.0. Pág.75).

Como adolescentes y jóvenes todos están buscando identidad, autonomía y afinidad. Este nuevo enfoque y reforma de cómo hacemos iglesia les podría impactar en las tres áreas. Podrían pensar:

  • “Mi identidad es ser un seguidor de Cristo, encajado en una comu­nidad real con otros que tienen una pasión compartida con sinergia para la labor de Dios en el mundo.”
  • “Ser único (autonomía) se encuentra tanto en mi historia único como también las formas únicas donde mi comunidad contextualizada busca vivir mi fe en Cristo en conjunto con otros.”
  • “Mi afinidad es con estas personas, para estas personas con Cristo, y para la obra activa de Dios en el mundo” (Mark Oestreicher, “Ministerio juvenil 3.0. Pág.75).

En la época de mis papás usaban la proclamación, después usamos pro­gramas. Hoy necesitamos algo radical y bíblico para alcanzar a los chicos; necesitamos presencia. Presentes para la obra de Dios en nuestras vidas y en el mundo. Presentes al momento, no solamente viviendo para llegar algún día al cielo. Presentes el uno para el otro, con los que experimentan comunidad con nosotros. Presentes a la vida en la misma manera que Jesús lo hizo. Esto es ser un sacerdote de todos los y las creyentes.

Los sacerdotes de los y las creyentes en esta época son TODOS. Otra vez podemos regresar a capacitarnos todos y salir a tener presencia con las nuevas generaciones. Tenemos el mismo Espíritu Santo que nos llama para salir. Solo tenemos que mantener un buen nivel de capacitación para que representemos bien a la iglesia.

Extracto del libro Reforma Que Alcanza a Las Nuevas Generaciones

Por Por Rich Brown

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