Todos nosotros tenemos al menos una visión en miniatura de aquello sobre lo que trata cada libro de la Biblia. Pero aun en los libros con los que más familiarizados estamos, hay mucho más en lo que podríamos profundizar. Solo es preciso observarlos un poco más detenidamente, escarbar un poco más profundo. Dios puede usar cualquier libro de la Biblia para develar su historia redentora. Solamente escoge un libro del que tú y tus jóvenes disfrutarían explorando, y observa a Dios hacer el resto. (Por supuesto, si dejas a tus jóvenes, ellos escogerán Apocalipsis. No es un mal libro para un estudio inductivo. Pero tal vez te vaya mejor si encaras un libro más pequeño y luego vas escalando. Cuando llegues a Apocalipsis puedes estar seguro de que desplegará la historia redentora de Dios de una forma increíblemente asombrosa).

Después de que hayas seleccionado un libro, sumérgete en él usando las tres peticiones: Dios, muéstrame; Dios, enséñame; Dios, cámbiame. Como líder, querrás estudiar lo suficiente como para tener un panorama del libro completo, así como también una percepción acerca de cómo el material de cada capítulo se relaciona con el tema y el propósito general del libro. Esto te ayudará a saber cuándo y dónde cavar con más profundidad. Por ejemplo, con Colosenses (una carta) tal vez quieras enfocarte en el ¿quién?, o quiénes, en el primer capítulo. (Quiénes incluiría al escritor y a los receptores de la carta, a Dios, y a Jesús). En el capítulo 2 podrías detenerte en las advertencias; hay muchas. En el capítulo 3 quizás desees hacer una parada en las instrucciones. Y en el capítulo 4 podrías volver a considerar los quiénes. Deja que el texto mismo dirija las preguntas a hacer para obtener la información correcta. He aquí algunas reglas sencillas que te ayudarán en el proceso.

1. COMIENZA CON ALGO PEQUEÑO.

Empieza con un libro de un capítulo, como Judas, Filemón, 2 Juan, o 3 Juan. Avanza hacia un libro de tamaño intermedio, como Colosenses o Filipenses.

2. ENCUENTRA EL PROPÓSITO DEL LIBRO.

Muchos escritores del Nuevo Testamento señalan explícitamente por qué han escrito su libro en particular. Si el libro que estás estudiando te brinda una declaración de propósito, anima a tu grupo a encontrarlo, luego mantenlo frente a tus jóvenes de una sesión a la otra. Las declaraciones de propósito son tremendamente importantes para preparar el contexto de un libro y para interpretarlo correctamente. Aquí van algunos ejemplos:

  • Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron. (Lucas 1:3-4).
  • Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida. (Juan 20:31).
  • Queridos hermanos, he deseado intensamente escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, y ahora siento la necesidad de hacerlo para rogarles que sigan luchando vigorosamente por la fe encomendada una vez por todas a los santos. (Judas 1:3).

3. VE PENSANDO CAPA POR CAPA.

En lugar de ir excavando versículo por versículo, profundiza tomando una sección de las Escrituras y avanzando capa por capa, como si quitaras las capas de una cebolla. Por ejemplo, en la primera sesión de estudio explora el quién y el por qué de un capítulo; en la siguiente sesión avanza una capa más, examinando las promesas y las instrucciones del mismo capítulo.

4. ABORDARLOS EN COMBO.

Algunos libros de la Biblia parecen ir de la mano con otros. ¿Qué tal estudiar Deuteronomio junto con Romanos/Gálatas? ¿Levítico con Hebreos? ¿Lucas y Hechos juntos? (Se cree casi unánimemente que ambos fueron escritos por Lucas). ¿Colosenses con Efesios?

5. NO TENGAS MIEDO DE EXTENDERTE EN EL TEMA.

Piensa en lo bien que tus jóvenes conocerán el libro de Judas, o Génesis o Filipenses, si realmente te enfocas en él durante un tiempo. Hace unos años, mi esposa Dana estaba investigando Santiago junto con un grupo de chicas. Comenzaron en septiembre, y en Navidad iban por la mitad. Dado el ciclo normal de estudio de 12 semanas en las iglesias, Dana pensó que era tiempo de avanzar hacia algo más. A lo que las adolescentes replicaron: «¡No! ¡Esto está genial!».

6. ELIMINA LAS NOTAS DE ESTUDIO.

La mayoría de las Biblias contiene una vasta cantidad de comentarios en forma de notas de estudio y material introductorio para cada libro. Disciplínate a ti ya tus jóvenes para omitir ese material, al menos durante un tiempo. ¿Por qué? Porque mata el descubrimiento. Permite que tus jóvenes descubran por ellos mismos quién escribió un libro y por qué fue escrito. Deja que el texto mismo les diga lo que los primeros lectores experimentaron. Deja el propósito (si se menciona explícitamente) enterrado como una gema que ellos deban desenterrar.

7. PINTA UN CUADRO.

¿Recuerdas la primera vez que fuiste a ver una película basada en un libro que te gustaba, y el actor que representaba a tu personaje favorito no se parecía en nada a como lo habías imaginado? «Se equivocaron por completo», tal vez hayas dicho al salir de la sala de cine. «En mi mente era más alto y su voz era completamente diferente». Cada vez que un texto se representa a todo color, requiere un ajuste en las expectativas. Es muy raro que una personificación se parezca a lo que habíamos imaginado en nuestra mente. Cuando se trata de plasmar los eventos de la Biblia a todo color, resulta útil el buscar maneras de ajustar nuestras expectativas y abandonar nuestros estereotipos. La mayoría de nosotros tiene una vaga imagen mental de muchos de los sucesos y personajes de las Escrituras en la que los detalles son mínimos, y nuestras mentes llenan los vacíos con imágenes de nuestras clases de Escuela Dominical de la niñez. (¿Recuerdas la imagen del Jesús tierno? ¿O los dibujos de los animales obedientes subiendo al arca?).

Considera detenidamente las Escrituras, y encontrarás algunos cuadros completamente diferentes de los que has acopiado durante todos estos años. Una forma de observar los detalles que hemos perdido en el camino es dibujar lo que la Biblia describe. (Si no eres un artista, realiza las figuras a grandes trazos). Por ejemplo, cuando dibujas el arca usando las dimensiones de los planos dados a Noé en Génesis 6, te sorprenderás de su aspecto monolítico (nada que ver con las de juguete que has visto ni con los libros para colorear). También considera dibujar el tabernáculo del Antiguo Testamento, la visión que Isaías tuvo de Dios durante su llamado (Isaías 6), Daniel y los sueños del rey Nabucodonosor y sus interpretaciones, las parábolas de Jesús, y las visiones de Juan en Apocalipsis. No tengas miedo de usar papel milimetrado que te ayude a plasmar a escala los objetos que tienen medidas específicas en la Biblia. Y como una variante, considera hacer modelos de masa o barro.

Extracto del libro Cómo Enseñar la Biblia Con Creatividad

Por Barry Shafer

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