Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido. Así que le dijo: «¡Levántate y vete!» (2º Samuel 13:15).
La antigua historia de Amnón es de una cobardía absurda y de una tristeza profunda. Lamentablemente, es actual.
Lo que más entristece es que Amnón estaba destinado a ser el próximo rey de Israel, si la historia hubiera seguido su rumbo natural. Solo que él eligió ser un violador. Me acuerdo de Caín. Cuando nació, Adán y Eva agradecieron al Cielo porque pensaron que estaban recibiendo al Salvador; en realidad, estaban protegiendo en sus brazos al primer asesino de la historia de la humanidad.
Amnón, el príncipe heredero, no entendió su posición; sí entendió que el poder (mucho o poco) que tenía lo autorizaba a hacer lo que quisiera. La falta de límites lo llevó a la muerte.
No creo que Amnón se haya levantado una mañana y haya pensado: “No tengo nada que hacer… voy a violar a mi media hermana” Para llegar a ese extremo, seguramente debió haber dado una larga serie de pasos, que lo llevaron a creer que tenía derecho de hacer lo que quisiera.
En este caso. David fue un padre ausente. David sabía que Amnón merecía la muerte como castigo. Ni lo llamó a hablar sobre el episodio. La inactividad de David era consecuencia de su pecado. Muy similar a lo que nos sucede hoy. El enemigo de Dios nos tienta; nosotros elegimos pecar. Una vez que pecamos, queremos pedir perdón y el mismo enemigo que nos hizo entrar en este círculo vicioso, nos convence de que nuestro error pasado nos imposibilita el hacer cualquier movimiento hacia la solución.
Amnón estaba obsesionado con Tamar. Podía llamarlo amor o como quisiera, pero no pasaba de ser un sentimiento bajo y vulgar. No más que una obsesión. Viola a su hermana e inmediatamente después, la expulsa. Ni siquiera se digna a echarla de su dormitorio tomándola por el brazo y lanzándola en el corredor. Llamó a un criado para que saque a “esa mujer» de su recámara. Algunos mi ñutos antes, Tamar era su “hermanita”. Qué cambio, ¿no?
Amnón se equivocó mucho, quizá como nosotros. Pero la falta de arrepentimiento marca -para mal- su historia. Finalmente, dos años más tarde, fue asesinado por Absalón, como represalia por Ia violación de su hermana.
Oro para que aprendamos a arrepentimos. Es la única opción de salvación.
Extracto del libro 365 Vidas
Por Milton Bentancor