“La oración, debe ser siempre nuestra primera respuesta, no nuestro último recurso”.

Una gran realidad, algo que estoy tratando de aplicar en mi vida diaria es, transformar la oración en mi primera respuesta.

Muchas veces buscamos respuestas o soluciones rápidas acudiendo a amigos, padres, líderes, (que está genial que contemos con ellos) pero acaban ocupando lo que debería ser nuestro primer auxilio. Cuántas veces olvidamos que el que tiene de manera tan justa y certera lo que necesitamos, es nuestro Papá celestial, que sabe y conoce sobre cada detalle de nosotros.

A veces, en medio de cada lucha y conflicto interno, hacemos de la oración nuestro último recurso, tal como lo dice el autor de la frase, creemos que al orar vamos a estar perdiendo el tiempo en vez de solucionar lo que estamos pasando en ese momento difícil. Se vuelve tan tedioso el sólo pensar en tener que detenerme a hablar con Dios sobre el asunto y luego esperar hasta que él me responda. ¿Les ha pasado? A mí sí, varias veces.

La oración requiere primeramente de FE y luego de perseverancia. Si no creemos primeramente en aquel que va a escuchar nuestra oración, menos vamos a creer en el poder de la oración que hacemos hacia él, y siempre será una carga.

Su palabra nos dice, “Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos.” (Efesios 6:18)

Esto nos deja en claro que es algo que debe ser cotidiano en nuestras vidas, algo que debe ser indispensable en el día día. No solo el gran grito de auxilio cuando “las papas se están quemando”, dice el dicho.

Orar es estar en plena comunión con Dios, es decir, en TODO TIEMPO, entregándole a él nuestros asuntos, confiando en que mayor que nuestro corazón es Él, que sabe de todas las cosas, más allá de lo que pedimos y esperamos.

“Clama a mí y yo te responderé…” (Jeremías 33:3)

Estamos a una palabra de distancia de la solución, entonces, simplemente se trata de ORAR, CREER y así, CONFIAR.

“Breve y simple es más poderoso que extenso y complicado”… “Necesitamos gastar más energía liberando nuestra fe, y no repitiendo frases una y otra vez que sólo sirven para que la oración sea más extensa y complicada”. (Joyce Meyer)

Es simple, no nos la compliquemos tanto. Confiemos en el Dios de lo imposible y así veremos cómo en él todo, absolutamente TODO, tiene solución.

Por Melu Castelli

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