Continuemos.

Por lo menos, hay cuatro maneras de expresar una actitud evangelística.

1. «Sabemos que es difícil, pero de todos modos lo haremos».

La evangelización es un trabajo difícil. Es mucho más fácil cuidar del justo que perseguir al impío, ya que el inconverso no es tan re­ceptivo a nuestros métodos y encima, nuestro mensaje es cristiano. El apóstol Pablo lo dijo: «La palabra de la cruz es locura a los que se pierden» (1 Corintios 1:18).

La evangelización juvenil es difícil para mí como obrero de la ju­ventud. Si en la escuela empiezo a hablar con un joven de la comu­nidad que no sabe nada acerca de mí, ni tampoco de Cristo, me va a ver como una amenaza. Varias veces, padres que me han visto con sus hijos y no me conocen, me han cuestionado. No los culpo por preguntarme quién soy y qué estoy haciendo en la escuela si no ten­go hijos adolescentes. Tal vez sospechen que soy algún tipo de per­vertido o líder de una secta.

La evangelización también es difícil para los jóvenes. Ellos vi­ven con el temor constante de ser rechazados. Temen no ser enten­didos, no tener todas las respuestas correctas, o ser marcados como seguidores fanáticos de Jesús. Estos temores naturales los paralizan y mantienen en silencio su participación en la iglesia y la relación con Jesús. Este es también un problema para muchos obreros de jó­venes que temen el rechazo.

La evangelización también llega a ser difícil cuando algunas fa­milias de la iglesia creen que el ministerio para jóvenes debía ser para cuidar de sus hijos y no preocuparse por los que están afuera de la iglesia. He tenido padres que me dicen, refiriéndose a los jóvenes de la comunidad: «La iglesia no debe traer a estos tipos de jóvenes. Esos son los jóvenes que mi hijo ve diariamente en la escue­la, y él no tiene por qué tratarlos en la iglesia.» Después de respirar profundo, cortésmente trato de explicar el propósito bíblico de la evangelización. Los ministerios con los jóvenes, que tratan de cum­plir el propósito de la evangelización, deben tener una porción de jóvenes que no son cristianos. Si su ministerio no hace a los de aden­tro infelices, es probable que no esté expresando una actitud evangelística.

Para algunos ministerios de jóvenes, el estorbo de la evangeliza­ción es el verdadero liderazgo de la iglesia o la junta de ancianos. Estas iglesias valoran a la evangelización mientras que no sea desor­denado. Desgraciadamente, la evangelización entre jóvenes puede ser desordenado, y las iglesias que colocan el propósito de la limpie­za por encima del propósito de la evangelización dan más poder al conserje que al Espíritu Santo. Los jóvenes inconversos no entien­den la santidad de la propiedad de la iglesia. No reconocen que el salón de comunión fue alfombrado por la difunta hermana María y que tirar comida sobre la alfombra conmemorativa es sinónimo de blasfemia. Los jóvenes de la comunidad ni siquiera imaginan cam­biar su lenguaje cuando vienen a la iglesia: hablan como siempre ha­blan y fuman, desordenan y holgazanean. Tal vez causen proble­mas al no respetar las cosas que los demás adolescentes de la iglesia aprendieron a respetar. (¡Si cree que acabo de describir a sus jóve­nes regulares, esto lo pone en buena compañía con Jesús! Los líde­res religiosos no estaban muy contentos con el grupo de gente que atraía.)

Finalmente, la evangelización es difícil a causa del enemigo. La salvación eterna es el sujeto de una batalla espiritual muy real por­que Satanás no quiere que nadie sea eficaz guiando a otros a Cristo. Una actitud evangelística que dependa del poder de Dios y la vi­sión para el perdido, encara todo tipo de oposición.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro «Ministerio de Jóvenes Con Propósito»

Por Doug Field

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