Como apreciarás, nuestro trabajo ahora consiste en averiguar, en determinar, cuáles son los medios más adecuados para la consecución del propósito último de la pastoral juvenil. Para hacerlo nos enfocaremos en el ministerio de Jesús. No olvides que una y otra vez hemos afirmado que Jesús es nuestro modelo en la pastoral juvenil y que debemos tratar de enraizar todo lo que hacemos en las prácticas, en la manera de actuar del Maestro.

Él aceptó ser llamado de esa manera y para todos nosotros resulta evidente que una buena parte de su ministerio consistió en formar hombres y mujeres, en ayudarles a llegar a la madurez, en prepararlos para que pudieran ser futuros líderes de la naciente iglesia. Por eso es muy importante que pensemos y le demos una respuesta clara, bíblica y convincente a dos preguntas claves. La primera es: ¿Qué principios educativos usó Jesús en su trabajo con los doce discípulos? La segunda: ¿Son normativos para nosotros esos principios?

Abordemos la primera de las cuestiones: ¿Qué principios de trabajo utilizó Jesús en su ministerio con los doce discípulos? Notemos que la pregunta tiene que ver con principios y no con métodos ¿Recuerdas que en la introducción hablamos acerca de la diferencia entre unos y otros? ¿Lo tienes presente? Repasemos brevemente. Los principios tienen un carácter universal y están por encima del tiempo. Dicho de otra manera, un principio puede ser aplicado en cualquier cultura del mundo y en cualquier tiempo. Contrariamente, los métodos tienen un carácter totalmente local y temporal; no sirven necesariamente para otras culturas o para otros tiempos. De hecho, los métodos suelen ser la aplicación en el tiempo y en el espacio, en una situación dada, de un principio.

Bien, ahora que tu memoria se ha refrescado, volvamos a la pregunta que nos ocupa: ¿Qué principios de trabajo usó Jesús en su ministerio con los doce? Una lectura de los cuatro evangelios puede resultarte de gran utilidad en ese sentido y, si nunca lo has hecho, te lo recomendamos de veras. Leer los evangelios desde la perspectiva de la pastoral juvenil, buscando los principios que usó el Maestro en su trabajo de formación de hombres y anotándolos, constituye todo un desafío y un enriquecimiento.

Un análisis del ministerio de Jesús revela que él utilizaba una gran variedad de métodos educativos. Sin duda usó la enseñanza, es decir la transmisión de información, y lo hizo de una manera magistral, pero fue mucho más allá de la enseñanza. Se enfocó más en la formación de sus discípulos que en la información que les impartió. Es decir, lo que Jesús llevó a cabo fue un auténtico proceso educativo.

El caso de Jesús es un paradigma en cuanto a la adecuación de los medios a los fines propuestos. El Maestro por excelencia no usó los medios de forma arbitraria sino que solamente utilizó los que le ayudarían en la consecución del fin que se proponía. Estamos convencidos de que Jesús trabajó de la forma en que lo hizo debido a que era la única forma de lograr los objetivos que se proponía con sus doce discípulos.

La segunda pregunta que planteamos tiene relación con el valor normativo de la forma en que Jesús trabajaba. Dicho de otro modo, si Jesús llevó a cabo su trabajo con los doce de esa manera, ¿podemos permitirnos el lujo de hacerlo de forma diferente? ¿Podemos pretender conseguir los mismos fines usando medios alternativos? ¿Usó Jesús esos principios de forma arbitraria, o, por el contrario, lo hizo para mostrarnos las pautas que debemos seguir?

Sin duda eres consciente de las implicaciones que tiene la respuesta. Si afirmamos que no, eso significa que la manera en que Jesús trabajó para la formación de hombres no es un modelo normativo a seguir. Se trata tan solo de ejemplos que tenemos la libertad de seguir o no, según sean nuestras circunstancias, gustos, preferencias o posibilidades. Por otra parte, si afirmamos que sí, las implicaciones que eso tiene en cuanto a nuestro trabajo son inmensas. Significa que debemos seguir esos principios y aplicarlos a nuestro trabajo en la pastoral juvenil. También significa que es imposible conseguir los mismos fines sin apelar a los mismos medios que aplicó el Maestro.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

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