Aquí, de nuevo, resulta importante establecer una clara diferenciación entre principios y métodos. Alguien podría aducir que hoy resulta imposible vivir las veinticuatro horas del día con los discípulos tal y como Jesús lo hizo. Más de uno sonreirá al pensar cómo responderían sus padres si les comunicara que ha decidido traer a todo el grupo de adolescentes a vivir con él para seguir el modelo de Jesús. Pero vivir de forma permanente con los discípulos, lo que por otra parte era un método normal entre los rabinos de Israel, no constituye un principio: se trata de un método. El principio detrás del método, al que le aporta vida, es el principio de la dedicación de tiempo a las personas.

Tenemos la convicción de que el trabajo llevado a cabo por Jesús con sus discípulos es normativo para nosotros. Creemos que absolutamente nada en la vida del Maestro fue casual, que con su vida y su ministerio nos estaba enseñando la forma en que hemos de trabajar para el desarrollo de los hombres y mujeres. Sabemos que los diferentes autores de los evangelios fueron muy cuidadosos en la selección de la información que nos han hecho llegar y, sin duda, cuando nos desvelan la forma en que Jesús llevó a cabo su trabajo educativo no lo hacen exclusivamente para satisfacer nuestra curiosidad.

Si Jesús se enfocó en la formación y educación de sus discípulos para desarrollarlos y llevarlos a la madurez, sería una ilusión el que nosotros pretendiéramos conseguir los mismos fines sin utilizar los mismos medios. Posiblemente Jesús actuó de esa manera porque consideró que era la única forma de lograr un impacto significativo en la vida de las personas. Por lo tanto, no podemos permitirnos el lujo de trabajar y llevar a cabo nuestro ministerio entre los jóvenes de una manera diferente.

Nosotros, como líderes juveniles, hemos sido llamados a realizar un trabajo educativo con los muchachos y muchachas que el Señor ha puesto bajo nuestra responsabilidad. Nuestra labor no consiste simplemente en organizar reuniones o entretener a la gente. Nuestro llamado tiene que ver con ayudar a que los jóvenes alcancen la madurez en Cristo Jesús, a que vivan y piensen como el Maestro de Nazaret. La pastoral juvenil es un llamamiento a educar.

A continuación enumeramos algunos de los principios usados por el Maestro que hemos encontrado en nuestro propio estudio de su ministerio, aunque sin duda la lista podría ampliarse de forma casi interminable.

Existen buenos libros dedicados a exponer el trabajo educativo de Jesús. Recomendamos tres que resultan imprescindibles:

Plan supremo de evangelización, Robert E. Coleman, Editorial Mundo Hispano Jesús el Maestro, J.M. Price, Casa Bautista de Publicaciones The Training of the Twelve, A. B. Bruce

La educación, el medio para la obtención de nuestro fin

Centremos las ideas. Hasta ahora hemos hablado de la necesidad de adecuar fines y medios, y mencionamos que si bien el fin no justifica los medios, de seguro los determina. Después examinamos el trabajo educativo llevado a cabo por Jesús con sus doce discípulos. Nos planteamos si este resulta normativo o no para nosotros. Señalamos que según nuestra opinión lo es y, por tanto, marca la dirección en la que debemos ir y la forma en que hemos de orientar nuestra labor de pastoral juvenil. Así que estamos llamados a un trabajo educativo, en el que usamos la enseñanza pero nos extendemos más allá de ella. En otras palabras, la educación es nuestro medio para conseguir el fin que perseguimos: ayudar a los jóvenes a llegar a la madurez en Cristo Jesús. Lo que significa que vivan y piensen como él, dando evidencias en sus vidas de una combinación de conocimientos (las cosas que saben), convicciones (las verdades profundas que hay arraigadas en sus vidas) y conductas (un cierto estilo de vida).

Antes de continuar, nos gustaría aclarar un par de términos, de modo que cuando aparezcan no se presten a confusión. Vamos a utilizar como sinónimos las palabras «discipulado» y «educación». Educación sería el término pedagógico, técnico, «profesional», por decirlo de alguna manera. Discipulado es el término bíblico, espiritual, cristiano. A través de este material es posible que aparezcan ambos términos simultánea o alternativamente. Por favor, no olvidemos que estamos hablando siempre de lo mismo, nunca de dos cosas diferentes.

Del mismo modo, algunas veces vas a leer que somos llamados a ser educadores y en otros lugares que nuestro llamamiento es a discipular. De nuevo, estamos hablando de lo mismo: igual concepto pero expresado de dos formas diferentes. Esperamos que esta explicación te sirva para evitar cualquier confusión.

Llegados a este punto queremos participarte nuestra definición de lo que consideramos educación. Se trata de un proceso consciente para ayudar a los jóvenes a llegar a la madurez en Cristo, o sea, a pensar y vivir como él.

Extracto del libro “Raíces”.

Por Félix Ortiz.

Lee Para Líderes – Diferencia entre la Educación y la Enseñanza 1

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí