La relación entre los fines y los medios: un repaso
Ya hemos hablado con anterioridad acerca de la relación entre los medios y los fines. Sin embargo, vale la pena que volvamos a plantearlo. ¿Cuál es la relación que debe existir entre los fines que perseguimos y los medios que utilizamos para lograrlos?
Una famosa afirmación, claramente discutible, indica que el fin justifica los medios. Muchas personas, movimientos políticos, sociales, religiosos o de cualquier otra índole han intentado justificar el uso de medios inadecuados, indignos o innobles apelando a la dignidad, nobleza o bondad de sus fines. Pero olvidaron que el uso de medios indignos hace que los fines salgan totalmente perjudicados.
Para nosotros, los creyentes, resulta claro que al perseguir un fin, por muy noble y loable que sea, no se justifica la utilización de cualquier medio. No podemos perseguir nuestros fines usando medios que, desde un punto de vista ético, son innobles, carentes de ética o abusivos. Lo que pretendemos conseguir no justifica, ni valida en absoluto, los medios que utilicemos. Los medios han de estar siempre en consonancia con los fines que intentamos alcanzar.
Como educadores hemos de afirmar que el fin siempre condiciona los medios. Dicho de otro modo, es preciso que haya una adecuación entre los fines que queremos lograr y los medios que usamos para ello. Esta adecuación no solo ha de ser ética (es decir, que no vamos a usar medios prohibidos o censurados por las Escrituras para obtener los resultados exigidos por ésta) sino que también incluye una adecuación en el área de la metodología y la eficacia. Lo que desees lograr, la meta, el propósito último que persigas, determinará los medios que precises usar para alcanzarlo.
La discusión puede parecer muy filosófica pero en realidad este principio tiene serias implicaciones para la pastoral juvenil. En el capítulo anterior mencionamos que precisamente una de las razones por las que es tan importante tener un fin o propósito último es porque nos permite seleccionar los medios más adecuados para lograrlo. Como hemos explicado, no todos los medios ayudan a lograr los objetivos propuestos o deseados. Algunos medios pueden ser eficaces, otros ineficaces, y otros claramente pueden dificultar u obstaculizar la consecución de los objetivos. Usemos otra ilustración para tratar de hacer más claro este punto fundamental y lleno de implicaciones para la pastoral juvenil.
Imagina que quieres ir desde la ciudad de México hasta Barcelona. Sin duda, el objetivo final de tu viaje determinará los medios que uses. Algunos medios (el automóvil, por ejemplo) resultarán inadecuados y usándolos no alcanzarás el fin que te has propuesto. Otros, como el avión y el barco, serán adecuados, pero dentro de la categoría de los adecuados no todos están al mismo nivel. El avión te permitiría la consecución de tu fin último de una manera mucho más rápida y económica que el uso de un barco. Repetimos, el fin no justifica los medios, pero siempre, siempre, siempre los determina.
Ahora bien, si una iglesia carece de un propósito y objetivos educativos claros, y por supuesto bíblicos, no tendrá criterios para decidir si está usando los medios adecuados. Y lo que es peor, es posible que esté usando cualquier medio.
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