En mi opinión, el camino al éxito debe resumirse en una palabra y en un sinnúmero de eventos entorno a ella: RELACIONES + predicación de la Palabra, música, actividades, juegos, dinámicas, eventos, rap, hip hop, danza, conciertos y todas las «ocurrencias santas» que busquen y fomenten las relaciones entre los jóvenes a fin de que Cristo sea formado en ellos.
La base de cada reunión deben ser las relaciones, es decir, acercarme y conocer a la gente a la cual le predicamos. Porque algo es seguro, es satisfactorio predicar desde el púlpito, pero los que escuchan lo ven a uno, incluso, diferente, como esperando algo; y esto es precisamente el punto crítico. ¡Ellos esperan algo!, más bien diría ¡ellos esperan todo! Esperan que tengamos todas las respuestas, que tengamos los brazos dispuestos a abrazarlos y los oídos prestos a escucharlos, y el tiempo para amarlos. El ejercicio del amor era el concepto que Jesús tenía del discipulado: «¡en esto conocerán que son mis discípulos, en que se amen unos a otros!»
Cualquier pastor de jóvenes en el mundo que trabaje en las relaciones significativas con sus muchachos tendrá éxito. Porque habrá cumplido el mandamiento de amar y en esto se resume la Ley del Señor. Don Bosco decía: «¡No hay jóvenes malos, solo hay jóvenes que no saben hacer lo bueno y alguien tiene que decírselos!» Ese alguien eres tú y soy yo; pero no solo desde el púlpito, sino con un abrazo, con una salida a comer, con una sonrisa, con nuestro tiempo, con nuestra vida; porque no hay mayor amor que este; que un hombre ponga la vida por su amigo.
Es cierto, el cansancio llega cuando no vemos los frutos de nuestro trabajo. Algunos han orado, ayunado e incluso han creado grandes estructuras para desarrollar el ministerio juvenil en su congregación, pero pareciera como que va para atrás. Ven a sus muchachos caer, pecar, hablar feo, asistir fielmente unos meses al grupo de jóvenes y luego «congregarse» en algún bar de la ciudad. Entonces muchos nos preguntamos ¿qué hicimos mal?, ¿qué me faltó decir para que él no se apartara del Señor?
Lo cierto es que todos queremos que nuestras reuniones estén llenas de personas, pero los números elevados no aseguran el éxito, ni mucho menos son garantía de que los chicos hayan conocido a Jesús como Señor y Salvador. Recuerde que también llenan estadios Luis Miguel y Jennifer López.
Permítame ilustrar este principio con la siguiente anécdota: En cierta ocasión un hombre sintió la necesidad de trabajar muy duro. Así que compró una pala y comenzó a cavar un hueco en el tierra, en el terreno posterior de su casa. Ya había trabajado por más de seis horas cuando descubrió que había hecho más de diez huecos enormes… Se sentó y los miró… Nuevamente tomó su pala y comenzó a rellenarlos con la tierra que de ellos había sacado.
Este hombre quería trabajar duro y le aseguro que lo logró. «Trabajó duro pero no sabiamente», pues… ¿de qué le sirvió abrir y rellenar huecos? Lamentablemente en nuestros ministerios juveniles en ciertas ocasiones procedemos igual: «abrimos y rellenamos huecos», y ¡claro!, viene el cansancio pero no los frutos.
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