Por ello, permítame darle algunos consejos para sus reuniones a fin de que tenga éxito en ellas y no se llegue a cansar sin haber obtenido el fruto buscado.

Los diez mandamientos para reuniones de éxito:

  1. Nunca pierdas el norte. Ni las ovejas que pastoreas son tuyas ni son más importantes que Dios. Recuerda que el éxito radica en tu cercanía personal con Jesús mismo. Cuida tu preparación espiritual antes de cada reunión en la semana, tu vida devocional y tu fuego encendido. Sigue el consejo de Pablo a Timoteo: «¡Cuídate de ti mismo!» A veces nuestro peor enemigo solemos ser nosotros mismos. Debes mantenerte «aterrizado» y no alces vuelo, sino deja que el que crezca siempre sea Jesús.
  2. No seas llanero solitario. En el Reino de Dios no existen los llaneros solitarios, por ello busca, capacita, desarrolla y ayuda a crecer a tu grupo de trabajo, «el equipo». Contágialos de tu corazón y del sueño de Dios, así ellos serán tus colaboradores en el camino de transformar vidas. Escoge a los que tengan sensibilidad a las necesidades de los chicos y estén dispuestos a aprender… de ser posible mejores que tú mismo en ese sentido.
  3. Segmenta la juventud. No pretendas congregar en una sola reunión a jóvenes de diferentes edades. Pues de lo contrario no te permitirá apuntar a necesidades específicas, y por otro lado, las relaciones generalmente se fomentan entre personas de edades similares. Trabaja con la juventud por edades con programas adecuados para cada edad.
  4. Edifica relaciones significativas. Como lo he explicado, es el punto medular del trabajo con jóvenes. Acércateles, escúchalos, aconséjalos, vive con ellos de tal forma que puedas conocer su corazón y ellos el tuyo. En resumen, ámalos.
  5. Prefiere la presencia que cambia versus las actividades que atraen. Busca más la presencia de Dios que las actividades. Si bien es cierto que algunas actividades son buenas, muchas veces lo que evidencian es la falta del control de Dios en nuestras vidas.
  6. Realiza reuniones para inconversos. Con esto me refiero a la «evangelización estratégica». Los jóvenes que por primera vez llegan a nuestras reuniones no saben nada sobre adoración ni alabanza, mucho menos de ofrendas y del don de lenguas. Por eso la necesidad de diseñar reuniones en las que la liturgia evangélica, en su máxima expresión, le dé paso a lo conservador y sencillo. Por ejemplo, un par de canciones estarían bien. Eso sí, canciones cuyo contenido ellos puedan entender, pues, si cantan «Señor, llévame a tus atrios, al lugar santo…», ellos no tienen ninguna noción de qué son «atrios», menos el «lugar santo», Cantar sin que ellos entiendan los hace sentir desorientados sin saber qué están haciendo ahí, menos si el tiempo de cantar se extiende por dos horas. No hagas como algunos que para colmo asustan a los invitados, pues escogen esas prédicas que citan: «Arrepentíos generación de víboras…». Si no salen arrastrándose al final de la reunión, por lo menos, no entendieron nada. ¿Piense por un momento en lo que a usted, siendo joven, le hubiera gustado escuchar en su primera visita a una iglesia cristiana?
  7. Capacita botones. Este es un punto vital. Mantenga siempre en la entrada de su iglesia un grupo capacitado en servicio al cliente (como los botones en los hoteles o los cajeros en McDonald`s), para que reciban a los jóvenes invitados o a los miembros con amor, sabiduría, sonrisas y amabilidad. Esto muestra que nos importan, que nos interesan. Desarrolle todo un plan de consolidación para retenerlos.
  8. Combine con equilibrio los elementos de la reunión. Nunca se vaya a los extremos. Ni es bueno cuatro horas de música ni tres continuas de predicación, mucho menos reuniones de solo actividades en las que está ausente la enseñanza y la adoración. Ore siempre a Dios porque él es el dador de los sueños y por supuesto de las estrategias para cumplirlos.
  9. Trabaje de cerca con cada ministerio y con cada líder. No deje que trabajen por ocurrencias. Desarrollen juntos un plan y pide resultados, pues, al fin y al cabo eres el responsable de este gran mar de asuntos. Escúchalos siempre y provéeles oportunidades para crecer, esto te hará crecer a ti.
  10. 10. No cortes el cordón umbilical. Sujétate a tu pastor general. Romanos 13 lo explica mejor que yo.

Por Marco Vega

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