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El verdadero liderazgo nunca termina en palabras. —Max DePree

Nada es más estratégico que el liderazgo. Muy poco podría lograrse si alguien no toma la iniciativa de producir ese algo. Por eso el liderazgo es el origen de todo cam­bio.

Todas las claves del ministerio juvenil efectivo son potenciadas o paralizadas por el liderazgo. Somos los líderes los que las ponemos en su lugar o los que las tene­mos desordenadas. El liderazgo determina los qué, los cómo, los cuándo y los porqué del ministerio juvenil. Por eso es indispensable que sean los líderes los que ponen en funcionamiento todo lo que conversamos hasta ahora. Al viajar y conocer tantos ministerios juveniles con distintos estilos me doy cuenta de que los ministerios juve­niles efectivos tienen siempre algo en común: los ministerios efectivos tienen líde­res sobresalientes.

Algunos definen al liderazgo de la siguiente manera: Para John Maxwell el lide­razgo es simplemente: «Influencia».

Para Robert Clinton, el liderazgo es:

«1) Un proceso dinámico extendido por un periodo de tiempo, 2) durante distintas situaciones en que un líder utilizando diferen­tes recursos, 3) y por específicos comportamientos esperados del líder, 4) influencia los pensamientos y actividades de los seguido­res, 5) en pos de un propósito, 6) que beneficie al líder, a los seguidores y al contexto del cual son parte».

Personalmente me gusta decir que el liderazgo efectivo es la posibilidad de influenciar a otros de manera que se logre la respuesta adecuada para la obtención de un objetivo común. Se podrían agregar innumerables intentos de definir qué es el liderazgo y casi todos, cortos como el de Maxwell o complejos como el de Clinton estarían acertados en alguna medida. En los capítulos anteriores decíamos que según Colosenses 1:28 para el apóstol Pablo el propósito de su liderazgo era ani­mar a todo hombre o mujer enseñándoles en toda sabiduría, a fin de presentarlos maduros en Cristo Jesús. En otras palabras, él insistía con denuedo en influenciar a la gente a su paso de tal manera que pudieran madurar en Cristo. Ahora, leyendo el resto de las cartas de Pablo sabemos que él insistía en que la verdadera vida cris­tiana solo puede ser vivida en el Espíritu. Por eso podemos estar seguros de que el liderazgo cristiano no debe limitarse a ser solo influencia o proceso humano. Es la influencia de Cristo a través del Espíritu la que debe ser ejercida en el liderazgo cris­tiano.

Es evidente que el liderazgo juvenil efectivo es el complejo resultado de una diversidad de factores. Lejos del estereotipo de líder juvenil hombre, joven, gracio­so, atlético, extrovertido, seminarista y que tiene una camioneta, hay algunas carac­terísticas que acompañan a cada líder de jóvenes que logra hacer un trabajo sobre­saliente.

Aquí viene la lista:

  1. Están llenos del Espíritu Santo

Claro que esta característica no es exclusiva de los líderes juveniles sobresalien­tes. Ser llenos del Espíritu Santo es condición indispensable para ser cristianos efec­tivos. En el caso del líder o pastor de adolescentes si no somos llenos del Espíritu de Dios, nuestra consejería se limitará a manejar recursos humanos, que por bue­nos que sean, no podrán satisfacer plenamente las necesidades de los jóvenes en conflicto. Tampoco nuestras motivaciones y nuestro trato tendrán la efectividad de quien está provisto de la guía del Espíritu en la toma de decisiones. La espirituali­dad del líder juvenil es fácilmente discernióle para los adolescentes y jóvenes de este tiempo. Si hacemos hincapié en la relevancia de relaciones cercanas, es evi­dente que ante tal intimidad es más factible que aflore la verdadera naturaleza de él o la líder. Si pretenden acompañar a los adolescentes a la madurez en Cristo, eso e¿ imposible de hacer si ellos no cultivan una relación de dependencia con el Espíritu de Dios. Me he dado cuenta de que muchos de los líderes que escapan al ministerio relacional es porque tienen miedo de que se descubra cuánto tienen del Espíritu en la intimidad.

  1. Responden a una filosofía correcta

Todos conocemos líderes sinceros que podrían ser calificados de espirituales pero que carecen de ideas sistematizadas y sincronizadas acerca del porqué del ministerio.

Los líderes con una filosofía correcta del ministerio juvenil reconocen los ele­mentos principales del ministerio juvenil efectivo y saben cómo dinamizarlos con su liderazgo. Los líderes que no tienen una filosofía correcta suelen conseguir resulta^ dos según sean sus facultades naturales personales pero en ellos se evidencia una carencia de propósito y en la elaboración de programas tienden a ser repetitivos y se ajustan a los gustos propios. Estos líderes mantienen relaciones naturales con sus adolescentes sin trabajar activamente por mejorarlas o abrir su espectro de influencia a los que le cuesta más llegar. En el próximo capítulo vamos a conversar de distintos estilos de liderazgo, así que no estoy hablando ni de elocuencia ni de carisma, estoy hablando de tener claro qué se debe lograr de poder poner en funcionamiento una estrategia para nacerlo. Sin una filosofía correcta los líderes juveniles se estancan en la conservación y la satisfacción de expectativas equivocadas.

  1. Aman a sus jóvenes y son confiables

Según los objetivos y las características del ministerio juvenil es casi imposible liderar a largo plazo a quienes no amamos (Hmm, dudo del «casi»). Es muy difícil entablar relaciones significativas con quienes no amamos y más difícil todavía es disciplinarlos en santidad si no tenemos cierto instinto protector hacia ellos. Una líder de Guatemala me contó que por años ella había sido maestra de Escuela Dominical de adolescentes sin nunca pensar en que debía amarlos para poder lide- rarlos con verdadera autoridad. Ella se limitaba a preparar sus clases y usar la hora y media que tenía cada domingo para predicarles de alguna historia o concepto bíblico, pero eso era todo. En todos esos años nunca uno de sus adolescentes se le había acercado para contarle nada y ella, aunque hacía lo que le habían enseñado y pedido, sufría por dentro porque sentía que no había una verdadera conexión con ellos y no pensaba que ellos estuvieran aprendiendo lo suficiente. Un día la llama­ron de urgencia de la iglesia porque una de sus adolescentes se había querido sui- cidar y no podían encontrar a la madre para avisarle que la adolescente estaba en el hospital. Ella buscó en su agenda a ver si tenía los datos de la madre pero tam­poco los tenía. Al decir que no, se le ocurrió preguntar en qué hospital estaba la chica y decidió ir a verla. Llegando a la sala dónde la adolescente estaba, se encon­tró con que estaba todavía inconsciente en una cama. Todavía no habían encontra­do a su familia y habían llamado a la iglesia porque en sus bolsillos tenía un boletín de la congregación. La joven estaba cortándose las venas en un terreno baldío cuan­do unos niños la encontraron. Esta maestra se sentó al lado de la cama y empezó a orar. Muy pronto sus ojos se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que ella no tenía idea de qué era lo que vivía esta adolescente, aunque había estado por cuatro años todos los domingos en sus clases. Le había hablado muchas veces del amor, pero nunca se le había ocurrido amarla lo suficiente como para saber de sus nece­sidades. Nunca había tratado de ganarse su confianza para poder mostrarle que los principios bíblicos no son solo teoría.

Otro líder me contaba que lo pusieron a dirigir el ministerio juvenil sin que él qui­siera y que por mucho tiempo hasta odiaba a sus jóvenes. Obviamente sus jóvenes le hacían la vida imposible y todo en el ministerio parecía estar patas para arriba. Pero un día el Señor le dio la idea de que no era que él no soportaba a sus jóvenes porque le hacían la vida imposible; sino que sus jóvenes le hacían la vida imposible porque él no los soportaba (cuando me lo dijo, le pedí que me lo repitiera, así que puedes leerlo de nuevo).

Si amamos a los jóvenes ellos lo van a sentir. Al momento que detectan que en verdad nos importan van a sentir confianza para mostrase tal cuál son, contarnos sus luchas, debilidades y miedos y van a tener más interés en lo que enseñamos cuando hablamos. Ahora, eso sí: los líderes que no son confiables no tardarán en ser descartados por los adolescentes. El secreto de confesión es de vida o muerte para alguien hiper consciente de sí mismo como son ellos. Y cuidado con el viejo truco evangélico de compartir chismes disfrazados de pedido de oración. Mi esposa y yo hicimos un pacto de no contarnos ni entre nosotros cuando escuchamos algún secreto de los jóvenes. A veces para saber la opinión del otro compartimos la situa­ción, pero con cuidado de no dar indicios de quienes son las personas. Nuestros jóvenes saben de este pacto y eso los ayuda a venir con más confianza.

Extracto del libro “El Ministerio Juvenil Efectivo”

Por Lucas Leys

Lee el siguiente devocional de la serie: SEÑALES DE LÍDERES SOBRESALIENTES (PARTE 2)

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