Así que eres un líder juvenil. Si tienes a un joven en la cárcel, ve y haz trabajo juvenil. Sí, la cultura es diferente, ¿y qué? La única forma de sobreponerte a tu incomodidad es ir y averiguar cómo hacer lo que haces en una cultura diferente.

Toma tiempo para entender las políticas de la institución, procedimientos, y actividades para que puedas entender mejor la situación del joven ofensor. El encarcelamiento es terriblemente difícil para la mayoría de adolescentes, sin importar qué tanta seguridad puedan aparentar en la superficie.

Desarrolla relaciones con las personas que trabajan en la institución, consejeros, y capellanes. Disfrutarás de mayor libertad cuando aquellos a cargo te vean como colaborador, confiable, y parte de su equipo.

No hagas asunciones acerca de una institución porque es operada por el condado o el estado. No estamos hablando de la escuela pública aquí; todavía tienes que ser respetuoso, pero puedes hablar con claridad acerca de la fe.

Rich Van Pelt: Tuve el privilegio de trabajar durante una década en un ambiente perfectamente secular donde recibí tremenda libertad para hacer ministerio con jóvenes y señoritas desesperadamente necesitados. La oficina del capellán quizá ya está ofreciendo excelentes programas y recursos que tú puedes apoyar. Sobre todo, reconoce que no estás en competencia con el equipo de trabajo de la institución. Tu apoyo a sus esfuerzos y su apoyo a los tuyos pueden realmente beneficiar a los jóvenes.

Mantente alerta a las conductas manipuladoras. El líder juvenil bien intencionado pero ingenuo es un blanco primario para que un joven convicto en desarrollo pueda practicar su arte. En su búsqueda desesperada por recibir comprensión, amor, y aceptación, los adolescentes a menudo manipulan a los adultos para sus propios fines. Pueden aprovecharse de tu relación para ganar favor con otros miembros del equipo de trabajo de la institución. Las reuniones de orientación y entrenamiento ofrecidas a los voluntarios por muchas instituciones son de gran ayuda para aprender cómo discernir y confrontar las conductas manipuladoras.

Aprende a escuchar con profundidad. ¡Los jóvenes institucionalizados aprenden rápidamente que cualquier cosa que digan puede y probablemente será usada en su contra!

Ellos sospechan de cada uno y tienden a volverse tímidos de cualquier cosa más profunda que una conversación superficial.

En el libro: At Risk: Bringing Hope to Hurting Teenagers (Riesgo al traer esperanza a los jóvenes que sufren), el Dr. Scott Larson, escribe: “Erick Erickson destacó que a menos que el problema de la confianza sea resuelto para un joven, esa persona permanecerá desnutrida en su desarrollo emocional (y espiritual). Honestidad, consistencia, y una presencia estable por medio de tiempos buenos y malos son lo que establece el fundamento crítico de la confianza. Nuestro papel no es arreglar a los jóvenes sino estar allí para ellos. Y esto, con el tiempo, pondrá el fundamento para que Dios lleve a sus vidas a otros con quienes puedan construir relaciones de confianza también».

Mantén las promesas que hagas, y no hagas las que no puedas mantener. Si dices que vas a visitar cierto día en particular, preséntate o ten una nota de tu doctor. Si no puedes presentarte, llama y hazle saber al joven que lo sientes. Se consistente y confiable.

Lleva libros, revistas, y CDs (si es permitido) para el joven. Los jóvenes que viven en instituciones generalmente tienen demasiado tiempo libre y pueden recibir amablemente material para leer y escuchar.

Preséntate el día que salga en libertad. El regreso es difícil. Extiéndele una mano a tu hermano.

CENTROS DE TRATAMIENTO PRIVADO

A menos que hayas caminado en los zapatos de un padre viviendo con un joven locamente fuera de control, es difícil imaginar la profundidad de su dolor y pena. En consecuencia, cada vez que se nos pregunta acerca de enviar a un joven a un centro residencial privado de tratamiento, animamos muy rápido a los padres a agotar todas las otras posibles medidas antes de confiar la salud emocional de un adolescente y su bienestar a otros en un ambiente institucionalizado. La abrumadora mayoría de jóvenes que vimos que fueron enviados a centros residenciales de tratamiento, únicamente se convirtieron en más adeptos en sus conductas fingidas como resultado de ser confiados a una comunidad de compañeros con la misma mentalidad. Los programas de modificación de comportamiento utilizados en varios de estos centros les enseñan principalmente a los jóvenes cómo jugar el juego más efectivamente.

Extracto del libro Cómo Ayudar a Jóvenes en Crisis.

Por Jim Hancock y Rich Van Pelt

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