Como contracara del grupo anterior, quiero presentar una subcultura con una ideología “blanda”, como es el parkour [significa literalmente “recorrido”]. De origen francés y creada por David Belle hace unos quince años, esta disciplina es considerada como un deporte extremo. Consiste en desplazarse por el medio urbano natural empleando una serie de acrobacias y saltos, y usando la ciudad en su estado natural como plataforma.

Tristemente, el fenómeno se hizo conocido en la Argentina cuando en el 2006, cuatro jóvenes de entre 24 y 27 años, estudiantes de psicogeografía, perdieron la vida ahogados en una alcantarilla de desagüe pluvial porque estaban explorando la ciudad “a su modo”. Aunque, luego la versión de que realizaban una práctica de esta disciplina fue desmentida por otros conocedores del nombrado deporte.

Este pasatiempo, que para muchos de sus practicantes o traceurs (se pronuncia “tréser” y quiere decir “traza-líneas”) se convirtió en un estilo de vida, es muy reciente: desembarcó en Sudamérica en el 2002 y desde entonces comenzó a extenderse hacia varias ciudades centroamericanas.

Los traceurs, entre otros ejercicios, imaginan el plano de la ciudad, trazan una línea invisible hacia donde desean llegar y deben hacerlo sin desviarse. En el recorrido, saltan desde terrazas, se descuelgan por barandas, trepan árboles, atraviesan muros, como si la ciudad fuera un gran videojuego. Toda una prueba de ingenio y destreza física.

Yendo concretamente al tema de su ideología, esta se resume en la frase “sortear obstáculos y nunca retroceder”. La idea central es la autosuperación. Walter Bongard, organizador del primer grupo y fundador de la Asociación de Parkour de Argentina, explica: La filosofía del parkour es siempre avanzar, superar obstáculos, como en la vida real. Si alguna vez tienes problemas, tienes que superarlos y seguir siempre hacia delante, esa es la idea. Y a nivel físico, lo importante es que a diferencia de otros deportes, como las artes marciales, tienes el mismo nivel de exigencia física, el mismo nivel de preparación mental, muchísima adrenalina y mucha garra, pero hay cero violencia.

Para unos, el parkour es simplemente un deporte con el que se divierten, pero para otros es una ayuda para superar sus fobias. “Para mí y para Javier fue muy importante porque desde que practicamos parkour superamos la fobia a las alturas”, dice Churk (19), un traceur. Hay quienes dejan salir el genio creativo a través de este deporte: “Todo lo que se pueda considerar como obstáculo forma parte de mi arte”, es el lema de Belle, el padre de la criatura deportiva. Para superar esos obstáculos los chicos usan pantalones bien holgados, tipo jogging y zapatillas muy cómodas. Antes de salir hacen un precalentamiento y se vendan las articulaciones y al volver se juntan y charlan para contar su experiencias y aprender de los errores cometidos.

Algo notable es que es un deporte no competitivo sino más bien lúdico, en donde lo que vale es ser como niños, hacer piruetas y explorar los límites. No hay puntos de partida ni de llegada, sino que el recorrido lo eligen justo antes de salir a parkutear la ciudad, en una suerte de “Elige tu propio destino”.

Además, hay que destacar su actitud positiva hacia las autoridades civiles y hacia los otros ciudadanos, a los que intentan no molestar con sus acrobacias. Si los echan de un lugar público, acatan la medida sin protestar y se van a otro lado. Estos saltarines urbanos tienen algunas reglas de seguridad que deben cumplir, ya que en general son bastante cuidadosos de no ponerse en riesgo:

  1. Antes de saltar hay que fijarse que hay del otro lado.
  2. Comprobar que la base no se mueva.
  3. Asegurarse que no lastime.
  4. No hacer pavadas.

Les encanta que los niños se paren a mirarlos y les enseñan lo que hacen y cómo prevenir accidentes en la calle. Por supuesto, no deja de haber quienes los miran como a vándalos que estropean la ciudad con sus maniobras. En definitiva, el parkour es para sus practicantes una tendencia novedosa que presenta una nueva manera de darle calidez a la frialdad de las grandes urbes.

Extracto del libro Tribus Urbanas.

Por María J. Hooft.

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