Cabezas rapadas, ideas filosas
Si hablamos de ideologías no podemos pasar por alto la subcultura skinhead quienes, junto con los punks, son una de las tribus históricas. Cabe decir que en el viejo continente los skinheads llevan ya tres generaciones. Y aunque entre nosotros no es una subcultura tan difundida, en Europa han hecho estragos con sus conductas violentas. Analicemos un poco sus principios y postulados.
Estos jovencitos y jovencitas que usan su cabeza rapada (como si exponiendo su cráneo exhibieran sus ideas) y visten borceguíes de cuero e indumentaria pseudomilitar, nacieron en el sur de Londres, en los barrios obreros e industriales (de ahí conformaron su atuendo). En ese sector trabajaban muchos jóvenes ingleses de origen jamaiquino, y los skins nacen como producto de la cruza entre ambos.
Al principio tenían una tendencia antisistema, pero no poseían una ideología muy definida. Luego se unieron a los partidos ultraderechistas y se ganaron la fama de nazis (a excepción de los sharps o redskins que, como veremos luego, se declaran antiracistas).
En nuestro continente surgieron en los 80, en San Pablo, Brasil. En la Argentina aparecieron a mediados de esa década de la mano del grupo de rock “Comando Suicida” y para el año 1991 existían alrededor de cien skins en Buenos Aires. En realidad en nuestro país no hay una presencia activa. En la actualidad, en Chile y Brasil el movimiento es un poco más fuerte, mientras que en Argentina y Colombia se ha frenado un poco su avance y en Uruguay está casi extinguido.
Su filosofía de vida se fundamenta en la higiene y limpieza, tanto en el aseo personal (son muy pulcros) como a nivel social. Por eso son enemigos acérrimos de los punks, a quienes no toleran—entre otras cosas—por ser mugrientos. Tampoco se llevan bien con los hippies, con los que disienten tanto a nivel estético como ideológico.
Según ellos, hay que limpiar a la sociedad de toda lacra, entre quienes figuran los judíos, los negros, los homosexuales y travestis, los inmigrantes, y las otras tribus urbanas, especialmente los punks y rollingas. Y para lograrlo se valen de la violencia más desenfrenada.
Comentan los autores españoles Costa, Pérez Tornero y Tropea: No es casual que una de las tiendas de ropa que proporciona las mejores y más preciadas prendas del “estilo” skin en Barcelona (…) se llame significativamente Smart and Clean, algo así como “distinguido y limpio”, en clara referencia a ese ideal de pulcritud y respeto que el skin posee o anhela poseer.
Como reacción a este movimiento racista—a finales de los años 80—nacen los sharps o redskins, que solo conservan y comparten el gusto por la estética skin pero con tendencias opuestas en cuanto al racismo, además de una marcada inclinación por el comunismo o el socialismo. Ellos reivindican el origen multirracial de sus integrantes—aunque a veces también a través de métodos violentos—por lo que son combatidos por los skinheads de ultraderecha cual traidores. Esta clase de skins más condescendientes con el “enemigo” no tienen tanto número de adeptos como sus pares de la línea dura.
Extracto del libro Tribus Urbanas.
Por María J. Hooft.
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