La segunda cosa que nos estorba al tratar de abrir los ojos de nuestros adolescentes a la lucha espiritual es un mal entendimiento cultural. Nuestra cultura cristiana ha tendido a mal entender la lucha espiritual. Tendemos a pensar en ella como el extremo más raro de las cosas espirituales. Siguiendo el pensamiento mayoritario de los cristianos, si la lucha espiritual se representara en una película, la película tendría que ser producida por Stephen Spielberg con un libreto escrito por Steven King. La lucha espiritual nos hace pensar en posesión demoniaca, demostraciones horribles de control satánico y exorcismos dramáticos. Pero la Escritura presenta la guerra espiritual no como el extremo violento y raro de la vida cristiana, sino como lo que la vida cristiana es en realidad.

Cuando Pablo presenta el tema de la guerra espiritual el final de su carta a los Efesios (6:10-18), no está cambiando el tema para hablar del lado oscuro de la espiritualidad. Está haciendo algo muy diferente. Está resumiendo todo lo que ha dicho hasta ese punto. ¿En dónde ocurre la guerra espiritual? En el cuerpo de Cristo, in la relación matrimonial, en la relación entre padres e hijos, entre los esclavos y los amos, y cada lugar de la cultura a nuestro alrededor. Nuestros adolescentes necesitan aprender a pelear la guerra y a usar el equipo de batalla que el Señor ha provisto. La descripción de Pablo necesita moldear la manera en la que pensamos acerca de cada día, de la lucha de cada situación.

«Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestios de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos».

Si nuestros adolescentes van a permanecer firmes en la lucha espiritual, necesitan saber que existe un mundo espiritual en el que se lleva a cabo la guerra. Necesitan saber quién es el enemigo (y quién no es el enemigo). Necesitan conocer las armas de esta guerra y cómo usarlas, y necesitan saber cómo es la victoria en la vida diaria.

Esto es vital porque la guerra espiritual no sólo ocurre donde vivimos, sino es lo que vivimos. Por eso Pablo lo resume en su epístola a los Efesios de esta manera. No quiere que pensemos horizontalmente de todas estas situaciones y relaciones. Quiere que nos demos cuenta de que hay luchas dramáticas verticales ocurriendo en todas ellas. Así que nos dice que estemos alertas a las asechanzas del diablo, que permanezcamos firmes en el poder del Señor, que nos vistamos de toda la armadura de Dios y que oremos. Existe una guerra allí afuera. No es un aspecto de la vida cristiana, es la vida cristiana misma. Tristemente, la mayoría de los padres, debido a que han adoptado el mal entendimiento cultural, no les recuerdan constantemente a sus adolescentes acerca de la batalla ni los preparan para las victorias diarias que pueden ser experimentadas como hijos de Dios.

Nuestra meta es crecer hijos que vivan muy atentos del mundo espiritual. Deseamos ser usados por Dios para producir adultos jóvenes que entiendan las implicaciones espirituales de todo lo que hagan. Nuestra meta es producir hijos que existan en el mundo de lo que se ve, pero vivan por lo que no puede ser visto, tocado o saboreado.

Extracto del libro «Edad de Oportunidad».

Por Paul David Tripp.

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