1. Es imposible participar en la batalla espiritual si no tienes la habilidad de pensar acerca de tu fe y aplicarla a las situaciones de la vida. Lo que un adolescente necesita, si es que va a vivir una vida que honre a Dios, es un conocimiento sólido de la Escritura que le permita aplicar sus mandamientos, principios y perspectivas a muchas situaciones distintas que surgen en la vida diaria. Necesita ser más que una persona que adquiera conocimiento bíblico; necesita ser una persona que sea capaz de acercarse a la vida con sabiduría bíblica.

Estoy convencido de que muchos adolescentes no está listos para la batalla espiritual porque nunca se les ha enseñado a pensar bíblicamente. Han estado en la Escuela Dominical, por lo tanto saben todas las historias bíblicas y han memorizado todos los pasajes favoritos de la Biblia, pero todo esto no son más que datos bíblicos aislados sin conexión para ellos. No han sido entretejidos en una perspectiva bíblica distintiva y consistente con respecto a la vida. La Biblia no forma parte de la manera de pensar de estos adolescentes. Para ellos es un libro de historias moralistas, es un libro de lo que «se debe» y «no se debe» hacer. El resultado es que, aunque tienen bastante conocimiento bíblico, tienen muy poca sabiduría bíblica. No tienen una perspectiva bíblica útil y funcional de la vida que evite que vivan neciamente.

Debemos disciplinar a nuestros hijos a pensar bíblicamente, a interpretar todos los eventos de la vida desde una perspectiva bíblica. Debemos enseñarles siembre a preguntar cómo puede la Biblia ayudarles a entender cualquier cosa que estén considerando.

Deben aprender a verse a sí mismos, la vida, las relaciones, las posesiones, la moralidad, el entretenimiento, el gobierno, aprendizaje, conocimiento, matrimonio, familia, el pasado, el futuro, el amor, odio, carácter, madurez, lo correcto e incorrecto, lo bueno y lo malo, el éxito y el fracaso, y todo lo demás que encuentren en la vida desde el punto de vista de la Escritura. La meta es que este punto de vista consistentemente bíblico les habilite a reconocer lo que es sabio pensar y hacer en cada situación. No lograremos esto por medio de gritarles órdenes. Esto requiere tiempo, paciencia y amor. También asume que hemos separado tiempo para pensar el asunto nosotros mismos. No podemos ser mentores de nuestros hijos en algo que ni hemos hecho nosotros.

  1. La última pieza de esta meta de enfocarse en la batalla espiritual es la consciencia bíblica de uno mismo. Tal vez esto es obvio, pero lo adolescentes no tienden a ser muy conscientes de sí mismos. Están muy conscientes de cómo responden los demás hacia ellos. Se enfocan en su apariencia y en sus sentimientos, pero tienden a carecer de lo esencial de la consciencia desde la perspectiva bíblica – una consciencia del corazón. Esto se demuestra poderosamente cuando un padre señala alguna actitud incorrecta en el adolescente. Muy a menudo, los adolescentes responden heridos, sintiendo que han sido acusados falsamente o que han sido señalados equivocadamente.

Queremos ser usado por Dios para producir adolescentes que puedan examinarse regularmente en el espejo perfecto de la Palabra de Dios y que pueden aceptar humildemente lo que se les revela allí. Un adolescente que tiene una visión exacta de sí mismo no sólo responderá bien a la ayuda de sus padres, sino que tendrá la iniciativa de buscarla. Estará consciente de su debilidad espiritual y recibirá con agrado los recursos que Dios le ha puesto en la vida. No buscará excusas, se defenderá, discutirá o echará la culpa a otro cuando le sea señalado su mal proceder. No tendrá más alto concepto de sí mismo que el que debe tener (Rom. 12:3). Puede sonar como algo increíble, pero esto es verdadero.

Muchos adolescentes no toman medidas protectoras en contra del pecado («Huye de las pasiones de la juventud») porque creen que son mucho más fuertes y más maduros de lo que son en realidad. En verdad creen que pueden jugar con fuego sin quemarse. Inclusive cuando se queman por sus decisiones y comportamiento, su perspectiva incorrecta de sí mismos les lleva a concluir que ocurrió por culpa de otros o por culpa de las circunstancias. Cuán importante es que aprovechemos cada oportunidad que Dios nos da para sostener el espejo de la Palabra en frente de nuestros adolescentes para que comiencen a verse como son en realidad. Muy a menudo en los momentos que sus corazones son revelados, nuestro propio enojo y frustración causa que los golpeemos con palabras y que repartamos castigos severos. Nos olvidamos de que funcionamos como los instrumentos de Dios, y en entonces, nuestra ira sólo deja a nuestros hijos más a la defensiva, más cerrados y más autoengañados.

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