Quien considera que es el amor de su vida ha aceptado iniciar un noviazgo con usted. Esa sensación es indescriptible. Amar y ser amado es algo fantástico. Ni Hollywood con todo su esplendor de efectos especiales y musicalización, puede recrear lo que ocurre en nuestros corazones cuando esa persona que amamos nos corresponde y dice sí a la petición de ser novios.

Recuerdo el día en que nos hicimos novios con mi esposa Aixa. Fue el miércoles 15 de Julio de 1998. Llegué a traerla al Teatro Nacional Mi­guel Ángel Asturias de Guatemala, ya que ella debía asistir por requerimiento de la universidad, a una conferencia del escritor mexicano Carlos Cuauhtémoc Sánchez. De camino a su casa le dije que pasáramos cenando al McDonald’s más cercano a donde ella vivía. Me res­pondió que muchas gracias pero que no tenía hambre – son de esos momentos en donde todo comienza a salir mal – a lo que respondí: yo sí tengo hambre, por lo menos acompáñe­me. Ella únicamente tomó algo y yo sí cené. Al terminar de cenar, le conté una historia de un niño de 10 años a quien le gustaba una niña preciosa. Y desarrollé la historia de nosotros que usted puede leer en detalle en el capítu­lo nueve de mi libro Emparejarse. Terminé la misma diciéndole que el resto de la historia la debía terminar ella. A lo que ella agregó en medio de sonrisas de nervios, que esta niña había crecido y que sí quería ser novio de él. Entonces después de soñar por años le dije: ahora ¡mínimo deme un beso! ¡Jajaja! No me pregunte por qué, pero sólo eso se me ocurrió. Se levantó un poco de su silla, se inclinó hacia adelante y recibí el primer beso de quien un día sería mi esposa. Ya eran como las nueve y treinta de la noche, cuando llegué a dejarla a su casa. Tiempo después me contó que al no más entrar al garaje de su casa, se puso a saltar como loca de la emoción y llamó a pesar de la hora, a su familia más cercana para contarles del acontecimiento. Yo iba completamente emocionado y algo nervioso de haber dado el paso de ser novio de ella. Desde pequeño había comprendido que el noviazgo no es un juego, es la antesala al matrimonio. No quería desper­diciar mi vida en juegos sin futuro. Pero estaba completamente emocionado.

Usted tendrá su historia. Tendrá sus momentos incómodos como el mío de:»Ahora mínimo deme un beso». Y ese día comenzará un viaje pacífico, turbulento o mixto, con quien considera es el amor de su vida. A lo mejor no dará su primer beso el día que se hagan novios. Tal vez será unos días o meses después. Todos somos diferentes. Pero llegará. Las sensaciones y emociones que produce un beso son increíbles y muchas veces indescripti­bles. Se tiene que vivir para entenderlo.

Al finalizar una reunión en la iglesia, un joven se me acercó y con pena me pidió que orara por él. Su petición era que Dios le quitara la atracción sexual que tenía por las mujeres. Le expliqué que la atrac­ción que él sentía por el sexo opuesto era lo normal, Dios nos hizo así. A los hom­bres nos llaman la atención las mujeres y viceversa. Cada quien posee una atrac­ción por el sexo opuesto, esto es normal. Lo que sí le dije, es que la Biblia nos en­señaba que debemos controlar nuestros deseos pecaminosos. Aquellos deseos que están fuera de los mandamientos y preceptos establecidos por Dios, que siempre tienen el propósito tanto de pro­tegernos a nosotros como de proteger a nuestro prójimo.

«La voluntad de Dios es que sean san­tificados; que se aparten de la inmo­ralidad sexual; 4 que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, 5 sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; 6 y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. 7 Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad; 8 por tanto, el que rechaza estas instruc­ciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo.» 1 Tesalonicenses 4:3 NVI

Las relaciones sexuales fueron creadas por Dios. No son malas o condenables siempre y cuando sean practicadas den­tro del marco del matrimonio. Dios no es­tableció las relaciones sexuales sólo para que pudiéramos reproducirnos. Le agregó al acto sexual sensaciones placenteras que terminan en un orgasmo. Dios sí que es creativo. Sus ideas son maravillosas.

El propósito de las relaciones sexuales además de reproducirnos, es que poda­mos unirnos y fortalecer nuestra relación con nuestra pareja. Dios creó a Eva para que fuera la ayuda idónea de Adán porque Adán estaba sólo en el Jardín del Edén.

«Luego Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»» Gé­nesis 2:18 NVI, y «Por eso el hombre ^ deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. 25 En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero nin­guno de los dos sentía vergüenza.» Génesis 2:24 NVI

Cuando la Biblia habla que se funden en un solo ser, es que se convierten en una sola carne, en un solo elemento y esto se refiere a las relaciones sexuales. Ya no son más dos, sino uno solo. Es como que usted tome dos candelas y las encienda y empiece a verter la cera caliente y lí­quida dentro de un vaso. Lo que hace en este proceso es fundir la cera de las dos candelas en una sola. Intente separar la porción de cada una y será imposible. Se han fundido en un solo ser. Las relaciones sexuales se convierten en una fundición física y espiritual de dos personas dentro del pacto vitalicio del matrimonio.

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