VELA DE LA AMISTAD

Encender una vela de la amistad es una buena manera de comenzar un retiro o campamento. Debemos conseguir una vela que pueda durar encendida todo el tiempo del retiro. En la primera reunión general del grupo, pidamos a una persona que encienda la llama y que la coloque en un lugar en el que pueda ser vista por todos en forma frecuente. Luego explique­mos a los adolescentes que será un recordatorio de todas las cálidas amistades que se están formando mientras están aquí juntos.

La última noche del campamento, pidamos al grupo que forme un círculo, cada uno sosteniendo una pequeña vela. Con la llama de la vela de la amistad, encendamos una de las velas pequeñas para luego pasar el fuego. Cerremos la reu­nión con un comentario semejante al siguiente: «La calidez y la luz de las amistades que se construyeron aquí permanece­rán con nosotros sin importar cuántos kilómetros puedan separarnos. Así que ya no necesitamos más la llama de nues­tra vela de la amistad, porque la llama está ahora en nuestros corazones». Luego apaguemos la vela de la amistad y terminemos con una oración o una canción. (Jan Schaible).

ARBOLES PERSONALES

Algunas veces los adolescentes necesitan ser separados de sus amigos íntimos durante los retiros para poder escuchar la voz del Señor. Un modo creativo de hacer esto es asignarle a cada miembro del grupo un árbol de los alrededores o un lugar especial para tener tiempos a solas. Expliquemos con anterio­ridad que la razón para hacer esto no es separarlos arbitra­riamente de sus amigos sino proporcionarles una oportunidad que probablemente ellos no buscarían por sí mismos: la opor­tunidad de escuchar a Dios y meditar en su Palabra. Podemos hacerlo más interesante si colocamos en cada árbol el itinerario para cada día, o la lectura matutina, o algu­nas instrucciones secretas; de modo que los chicos encuentren los mensajes cuando lleguen allí en la mañana. O incluso podemos utilizarlos como lugares de distribución de pequeños regalos de los amigos secretos.

Una variante de esta propuesta es permitir a los acam­pantes un tiempo para escoger su árbol personal dentro del área del campamento y señalizarlo de alguna forma (sin las­timar el árbol). Pueden colgar un distintivo personal o clavar junto al árbol una estaca con su nombre. Cada día los ado­lescentes irán a su árbol durante el tiempo designado para la meditación personal. Este árbol será suyo durante todo el campamento. Junto a él podrán disfrutar de momentos tran­quilos y de meditación. Algunos de los mensajes que predi­quen los líderes del campamento, antes del tiempo devocional, pueden estar centrados en los árboles de la Biblia (por ejem­plo: Zaqueo y el sicómoro, el Jardín del Edén y el Árbol de la Vida, el árbol en cuya madera fue crucificado Jesús, etc.). El texto puede ser meditado luego por los acampantes en forma individual. (Michael W. Capps y Frederick H. Schaffner).

CAMINATA POR El BOSQUE

Separemos a los acampantes en equipos de seis a ocho chicos y entreguemos a cada grupo una gran bolsa de papel. Los equipos deben permanecer separados y realizar una caminata de entre treinta minutos y una hora. Pueden recoger cualquier cosa que deseen y guardar todo en las bolsas: rocas, hojas, basura, flores, hierbas, lo que sea. Luego informemos a cada uno de los grupos que debe crear algo con lo que recogieron, pero, según una consigna: las rocas no pueden ser rocas, la basura no puede ser basura, y así con todo. Las posibilidades pueden incluir un castillo, un zoológico, un animal (con hojas como orejas), o cualquier otra cosa, Para finalizar, organice­mos una exposición para que cada grupo vea lo que los otros han hecho y puedan explicar sus obras de arte. (Senior High Fellowship, First Congregational Church).

IDENTIFICACIÓN DE SONIDOS

Separemos a los jóvenes en grupos de seis personas cada uno y entreguémosles un casete y una grabadora de mano. Cada grupo deberá dirigirse a un lugar apartado del bosque y gra­bar tres minutos de sonidos de la naturaleza. Deberán regis­trar en un papel la identidad de cada sonido (de donde provi­no). Luego de que todos hayan regresado, se intercambiarán los casetes y cada grupo identificará la nueva grabación. Separemos cinco minutos para que descubran tantos sonidos como les sea posible. El grupo que logre identificar correcta­mente la mayor cantidad de sonidos será el ganador. (William C. Moore).

VICEVERSA

Esta actividad motiva a los adolescentes a memorizar las Escrituras y es especialmente útil para los retiros. Asignemos diferentes versículos a cada grupo pequeño. Pero aclaremos que todos deben memorizar los versículos que fueron entre­gados a los demás grupos. Tendrán que aprender la mayor cantidad posible de versículos para ganar más puntos. Nosotros decidiremos cómo asignar esos puntos. Para estimular el deseo de memorizar, propongamos a los chicos escribir los versículos y colgarlos en las puertas, sobre las camas, incluso copiarlos en el papel higiénico. Finalmente, pidámosles que escriban los versículos que hayan aprendido de memoria. Entreguemos premios a la persona y al equipo que sepa la mayor cantidad de versículos. Lo más probable es que los chicos aun recuerden de memoria estos versículos seis meses después. (Kathy Neese).

LA NATURALEZA HABLA

Pidamos a cada joven que dé un paseo por el bosque, cerca de un lago, o por los alrededores del campamento. El propósito de esta caminata es escoger un objeto del entorno, el que mejor exprese cómo se siente cada uno en ese momento. Luego, en una actividad grupal, los adolescentes podrán pre­guntar a los demás qué revela ese objeto acerca de ellos. Los chicos pueden, si así lo desean, explicar de qué modo les «habló» el objeto que seleccionaron. (Timothy J. Mann).

ADORACIÓN EN EL RETIRO

En un escenario natural, por ejemplo, en un anfiteatro al aire libre, entreguemos a cada adolescente una tarjeta con instruccio­nes para un tiempo en soledad. Junto con la tarjeta debemos entregar a cada acampante tres limpiapipas (en caso de no con­seguirlos podemos utilizar tres trozos de alambre blando de 20 centímetros). Permitamos que cada uno se aparte del grupo por un período y haga lo siguiente:

Instrucciones: Tomar los tres limpiapipas y pensar acerca de nuestra relación con Dios. Unirlos de manera que expresen simbólicamente esa relación con él.

Pensar en estos aspectos de nuestra relación:

  • ¿Qué tipo de relación tengo?
  • ¿Cómo puedo mejorarla?
  • ¿Lo busco solamente cuando estoy triste o tengo un pro­blema, o hablo con él cada día?
  • Cristiano, así es como me llaman, pero ¿qué significa eso para mí?
  • Sinceramente, ¿hablo de Cristo con mis amigos?
  • ¿Me junto con las personas apropiadas?
  • ¿De qué modo mis amigos influyen en mis decisiones?
  • ¿Amo verdaderamente a mis amigos?
  • ¿Qué significa para mí el amor cristiano?

Tomar la Biblia y leer el pasaje de 2 Corintios 5:14,15,17 (los versículos pueden estar impresos al otro lado de la tarjeta). Regresar al lugar de encuentro, cuando suene la señal, y expli­car el símbolo que hemos formado con los limpiapipas a las otras personas o al grupo total. También comentar algunas de nuestras sensaciones con respecto a esta experiencia. (Jean Parker).

¡POR AQUÍ ESTUVIERON LOS HUMANOS!

Separemos al grupo en equipos de seis a ocho acampantes y entreguemos a cada grupo una bolsa grande. Expliquemos a los grupos que deben encontrar la mayor cantidad posible de señales de otras personas (basura, botellas, colillas de cigarro, y otras) dentro de un plazo determinado. El equipo que encuentre más elementos será el ganador. Esta es una mane­ra eficaz de limpiar el territorio. También podemos terminar con un importante debate sobre el efecto que los seres huma­nos causan en el medio ambiente. (William C. Moore).

Extracto del libro Campamentos

Por Autores Varios

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