CAMPAMENTO DE TRABAJO DESDE CASA

La idea de un campamento de trabajo no es nueva, por supuesto, pero muchos grupos de jóvenes simplemente no tie­nen los recursos para encarar proyectos muy lejos de casa. El «Campamento de trabajo desde casa» proporciona todos los beneficios de un campamento de trabajo, pero sin la necesi­dad de viajar lejos o de dormir fuera de casa.

Encontremos un lugar a unos pocos kilómetros de la ciu­dad, o incluso dentro de la misma ciudad, que necesite ayuda. Los proyectos de trabajo estarán determinados por las necesi­dades que observemos. Podemos pintar, remodelar, o realizar pequeños trabajos de construcción en lugares cuyos dueños sean ancianos, viudas, o familias sin trabajo. Para cualquier proyecto elegido, los jóvenes deben reunir el dinero y comprar los materiales. Algunos miembros de la iglesia pueden colaborar con dinero o pagar «becas» a deter­minados jóvenes. También podemos conseguir patrocinadores que ofrenden parte de los materiales.

Además del trabajo, tenemos que planificar las comidas de los jóvenes, y también actividades para las tardes y noches, como películas o juegos. Los chicos van a sus casas a dormir y regresan al lugar por las mañanas durante una cantidad pre­determinada de días. Puede resultar un programa interesante para el resto de la iglesia si mostramos las fotos y filmaciones de los chicos trabajando, intercaladas con testimonios del grupo y de las personas beneficiadas. (Jim Beal).

ENTRADAS PARA LAS MISIONES

Si deseamos ayudar a reunir las provisiones necesarias para un hospital de misión patrocinado por nuestra iglesia o deno­minación, podemos cobrar una entrada «en especias» para la reunión semanal de jóvenes durante un mes. Cada chico que asista deberá llevar uno de los siguientes ítems para poder ingresar:

  • Aspirinas (para niños o adultos).
  • Multivitamínicos (con o sin hierro).
  • Suplementos de hierro.
  • Ungüento antibiótico.
  • Cinta adhesiva (la de uso médico).
  • Gasas.
  • Vendas.
  • Hilo blanco de algodón.
  • Tarros de plástico y frascos de vidrio.
  • Jabón de baño.
  • Pequeños juguetes para la sala de niños.
  • Pañales.
  • Cereal para bebés.
  • Sopa instantánea.
  • Cepillos para fregar.
  • Toallas sanitarias.
  • Toallas de mano.
  • Mantas o sábanas.
  • Uniformes para enfermeras o enfermeros (especificar colores, tamaños y tipos de tela).

Modifiquemos la lista para adecuarla a las necesidades del hospital de misión elegido. (Tommy Martin).

CACERÍA DE SUMINISTROS

Si estamos planeando un viaje misionero y necesitamos la dona­ción de suministros (herramientas, materiales de construcción, ropa, y otros), consideremos la idea de organizar una «Cacería de suministros» algunas semanas antes del viaje. Enviemos a los adolescentes a recorrer la comunidad con una lista similar a la que figura más abajo, y nos sorprenderemos al ver cuántas cosas buenas y útiles pueden conseguir. Es una actividad que vale la pena realizar… ¡y muy divertida también! (Steve Mabry).

  • Martillo (la cabeza o todo completo).
  • Rastrillo (roto o entero, ¡siempre podemos cambiar el mango roto!).
  • Guantes de trabajo (en cualquier estado)
  • Guantes de goma para trabajar con cemento.
  • Picos (de cualquier tipo).
  • Palas (puntos extras si están en buenas condiciones).
  • Gafas protectoras de plástico.
  • Brownies o bizcochos con chispas de chocolate.
  • Azada (en cualquier estado).
  • Una caja de clavos de construcción.
  • Mezcladora vieja de cemento (de cualquier tipo).
  • Carretilla.

CONTACTO CERCANO

¿Deseamos motivar a los chicos a pensar en las misiones mundiales? ¿Buscamos que se sientan conectados a misione­ros de la vida real? Organicemos una llamada telefónica (por altavoz) entre nuestro grupo de jóvenes y un misionero que se encuentre trabajando en el exterior. Es fácil de hacer, alentará al misionero, y les abrirá los ojos a los adolescentes en cuan­to a lo que es la vida real en el campo misionero.

Consigamos la dirección y número telefónico de algún misionero que nuestra iglesia esté apoyando en el exterior; una familia de misioneros con un hijo o hija adolescente sería lo mejor. Llamémoslo o escribámosle para comprobar su inte­rés y disponibilidad para hablar con los chicos. Acordemos con él una fecha, un horario y anticipémosle algunas de las preguntas que los adolescentes puedan realizarle.

Una vez que tengamos preparada y acordada la cuestión con el misionero, organicemos una Noche de Misiones, cen­trada en ese misionero. Un buen modo de mantener ordena­da la sesión de preguntas y respuestas es seleccionar a un joven para que sea el vocero durante la conversación telefóni­ca. Todos los demás podrán escuchar por el altavoz. Luego de concluida la llamada, conversemos con el grupo acerca de los procedimientos necesarios para que alguien se convierta en misionero, qué se necesita y cómo apoyar en forma activa el trabajo de un misionero a través de cartas, ora­ción o ayuda financiera. Si fuera apropiado, sugiramos al grupo que se mantenga en contacto con el misionero en forma regular a través de llamadas telefónicas, e-mails, y paquetes enviados por correo. Cuando ese misionero venga al país para su tiempo de descanso o de capacitación, organicemos un encuentro cara a cara entre él (y su familia) y nuestro grupo de jóvenes. (Cheryl Ehlers).

NOCHE DE MISIONES Y MISIONEROS

Este es un modo creativo de ayudar a los adolescentes a inte­ractuar con aquellos misioneros que se encuentren de visita en la ciudad y aprender de ellos. Invitemos a varios misione­ros con sus familias a esta noche especial. Divirtámonos con algunos de estos juegos, y luego sirvamos refrescos mientras los adolescentes y los misioneros se mezclan libremente.

A. ¡Concurso de preguntas y respuestas! Juguémoslo del mismo modo que los programas de pregun­tas y respuestas que se ven por televisión, pero todas las pre­guntas deben referirse a cuestiones particulares del campo misionero o a ideas erróneas comunes acerca de los misio­neros y su trabajo. Pidamos a los misioneros que nos ayu­den a preparar las preguntas y respuestas con anticipación.

B. Bingo Misionero. Utilicemos un cartón de bingo (de 25 casilleros). En cada casillero habrá des­cripciones acerca de los misioneros que nos visitan. Por ejemplo: “Soy un misionero que se dedica a la enseñanza”. “Yo sé hablar en chino”. “Actualmente me encuentro traduciendo el N.T.”. “Tengo tres hijos”. “Yo era pastor antes de convertirme en misionero”. “Mi campo misionero son los países árabes”. “Soy un misionero que se dedica a plantar iglesias”. “Yo soy hijo de un misionero”. “He sido misionero por más de 15 años”. “Decidí convertirme en misionero luego de un campamento de jóvenes”. Etc…

Consultemos a los misioneros acerca de preguntas y respuestas específicas cuando sea necesario. Entreguemos una copia del bingo a cada adolescente, e indiquémosles que deben completar cada cuadro solicitando la firma al misionero que corresponda. Los adolescentes deberán firmar con su propio nombre en el casillero central. Otorguemos un premio al primer adolescente que consiga llenar con las fir­mas correspondientes una fila completa en forma horizontal, vertical, o diagonal. También podemos otorgar un premio al joven que complete primero que los demás todos los casilleros. Antes de comenzar a jugar expliquemos a los jóvenes que los ganadores entregarán su premio al misionero que elijan. Escojamos regalos que los misioneros puedan disfrutar. (Rich Starcher).

Extracto del libro Campamentos

Por Autores Varios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí