Las primeras páginas del primer libro de la Biblia dicen que Dios hizo al ser humano en forma de hombre y en forma de mujer. Los creó como un equipo para que se complementaran. Cada uno se beneficia con la singularidad del otro (hablando en términos generales, ya que nuestro concepto de complementación puede variar, dependiendo de las parejas que hayamos conocido). De cualquier manera, eso es el sexo, eso es el género. Dos cromosomas X forman a una mujer y uno X y otro Y a un hombre. Hay diferencias en la química de los cuerpos, en el aspecto físico y en la forma. Es así de simple. No resulta muy complicado de entender.

Sin embargo, la identidad sexual es algo diferente. Tiene que ver con el modo en que experimentamos nuestra sexualidad, con lo que creemos acerca de ella y con la forma en que nos sentimos al respecto. Y, al fin de cuentas, con lo que hacemos con ella. Eso tiene mucho que ver con las hormonas (testosterona en los chicos y progesterona en las chicas). Pero también con la manera en la que nos relacionamos con nuestra familia, amigos, compañeros, medios de comunicación masiva y todo el resto de la cultura. De eso se trata principalmente este capítulo.

Desde el día en que nacemos, la manera en que percibimos nuestra sexualidad está influenciada por nuestras familias, amigos y comunidad. Los adultos les dicen a los niños y a las niñas cómo actuar. Los niños observan y aprenden de los mayores el modo de conducirse. Leen, escuchan la radio, van al parque, ven televisión y películas. Poco a poco, comienzan a percibirse como hombres o mujeres. Eso influye sobre la manera en que juegan, se visten, hablan y se relacionan con los demás.

Todo marcha bien en casa… hasta que la pubertad los golpea, los inunda de hormonas y los arroja a aguas profundas y desconocidas.

Los chicos crecen desproporcionadamente; sus voces se quiebran y se vuelven muy graves, los músculos se desarrollan y sufren calambres en lugares que ni siquiera sabían que existían. El bello emerge como parches de césped. Se producen emboscadas de inesperadas erecciones de día y los sueños eróticos producen eyaculaciones involuntarias por la noche. Es, sin lugar a dudas, una época loca de sus vidas.

Las chicas delgadas descubren que sus líneas rectas comienzan a ser reemplazadas por caderas y estómagos redondeados. Sus pechos crecen (esperan que lo hagan simétricamente). Inesperadamente, despiertan la atención de los hombres mayores. El bello les crece a ellas también, pero no tan densamente como a sus hermanos. Y cruzan los dedos, esperando estar a salvo en casa cuando les toque menstruar por primera vez. Esos son días sumamente extraños para las chicas que se van convirtiendo en mujeres.

Estos cambios explosivos nos abren los ojos e incrementan nuestra percepción sexual. Algunos parecen completamente inconscientes de lo que les ocurre en el aspecto sexual. Otros, evidentemente, son muy conscientes de ello. En el baño del gimnasio del colegio podemos encontrar un chico que entra desnudo a la ducha, como si nada, con una sonrisa y una toalla al cuello. Otro se amarra la toalla alrededor de la cintura y la sostiene cuidadosamente, para no resultar objeto de las bromas de alguno de los compañeros que acechan en los pasillos. De camino, pasan junto a otro estudiante que no necesita toalla, porque de ninguna manera se atreverá siquiera a acercarse a las duchas.

En el salón de clases descubrimos a una joven con ropa cómoda pero pasada de moda que es completamente ignorada por el joven que se sienta detrás. La chica que se encuentra frente a ella se ha vestido como para llamar la atención y parece consciente del efecto que eso produce en los varones. «No tiene tan buen cuerpo», se susurra entre las amigas, «pero está ahí, a la vista de todos los hombres». Al fondo del salón, por razones dolorosas y privadas, se encuentra una muchacha vestida con ropa grande, como para esconder su cuerpo. Y dentro de esos carriles continúa el proceso que se desarrolla durante la adolescencia, en algunos de un modo consciente y en otros, inconsciente, cuestionando, definiendo y redefiniendo la propia identidad sexual.

¿Qué es lo que Quieres Saber sobre tu Identidad Sexual?

Incluimos aquí una lista de las cosas que los chicos se preguntan en todas partes:

  • ¿Mi conducta sexual es normal?
  • ¿Por qué me pongo nervioso cuando estoy cerca de gente del otro género?
  • ¿Por qué me excito tan fácilmente?
  • ¿Me excito igual que otras personas?
  • ¿Por qué me siento culpable con respecto a mi sexualidad?
  • ¿Soy un depravado sexual?
  • ¿Soy homosexual?
  • ¿Me puedo volver homosexual?

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Lo Que Casi Nadie te Dirá Acerca del Sexo”

Por Jim Hancock y Kara Eckmann Powell

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