Para que la comunidad cristiana sea una estructura de plausibilidad para los adolescentes, ellos necesitan tener un contacto significativo con sus miembros. Como dice Marcos Dodrill en su articulo «Nuevos retos para la pastoral juvenil: los preadolescentes y los jóvenes adultos»:

“…Se debe luchar por la vigencia de las actividades intergeneracionales en la vida de una congregación, como el culto, las células en las casas y las convivencias familiares. Como la meta final de la pastoral juvenil es capacitarlos para que adquieran madurez espiritual dentro de la comunidad de fe, es esencial que las actividades conjuntas tengan sentido para ellos. Y para que eso se convierta en realidad, en muchas congregaciones hace falta educar a los preadolescentes para que participen y reenfocar algunas de esas actividades. En muchas ocasiones son actividades propuestas por adultos mayores y dirigidas a un público adulto y no a toda la comunidad”.

Debemos ser sinceros y reconocer que las actividades generales de las congregaciones, especialmente las enseñanzas, no tienen en cuenta todas las franjas de edades de la iglesia. En general, las reuniones están diseñadas, por supuesto que para adorar a nuestro Dios, pero también para satisfacer el gusto estético de las personas adultas de la congregación.

Si es cierto que las mentes de los niños, adolescentes y jóvenes de hoy (los hijos de la era electrónica) procesan la información de forma diferente de la de los adultos (que se formaron sin tantos estímulos), entonces deben recibir información de un modo afín a ellos. No les basta solo ver o escuchar palabras para prestar atención, también necesitan sonidos, música, imágenes, colores, movimiento e interacción.

Si el culto constituye un encuentro con Dios para toda la familia de la fe, entonces debemos ser sensibles al hecho de que ella no está compuesta solo por adultos, sino también por niños, adolescentes y jóvenes. Debemos encontrar vías que permitan que todas las personas puedan aprender en él, experimentar comunión con los demás creyentes y rendir adoración a través de formas y expresiones propias de su edad, y no necesariamente adultas. Además es bueno que se desarrollen en un marco comunitario conjunto, y no únicamente en las actividades de niños o jóvenes.

Observaciones finales.

La comprensión del ministerio con los adolescentes como una inversión a largo plazo.

Es importante que además de los monitores también los padres y los líderes eclesiásticos comprendan y asuman que la pastoral juvenil es a largo plazo. Existen muchas posibilidades de que no veamos los frutos hasta que los adolescentes hayan llegado a los 18 o 20 años de edad. Por lo tanto, debemos armarnos de paciencia (que es un don del Espíritu Santo), confiar en el Señor, interceder, fortalecernos en su gracia, apoyarnos en los demás y saber que nuestro Dios tiene más interés en los adolescentes que nosotros mismos.

Extracto del libro “Raíces”

Por Félix Ortíz

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí