1. Existirá una vida independiente de adoración y devoción personal. Este adolescente pasará tiempo personal con el Señor. Deseará leer la Biblia y pasar tiempo en oración. ¡No! probablemente no se levantará a las 5:00 Am para leer y orar por dos horas, pero tendrá una vida en desarrollo de devoción personal. Recuerdo que no hace mucho tiempo entré al cuarto de mi hijo adolescente buscando el teléfono inalámbrico y me observé un Nuevo Testamento bastante usado junto a su cama. Había estado leyendo diariamente en él. No había sido dramático o verbal respecto a su vida devocional, pero tenía un hambre por Dios, que lo había hecho encontrar tiempo en su horario, generalmente caótico, para estudiar la Escritura.
  2. Tendrá el deseo de participar en la adoración e instrucción corporativa. Un adolescente que con gusto va a los cultos, que no tiene que ser amenazado para asistir, estará allí por dos razones primarias. Primero, porque disfruta la adoración. Para él, la adoración expresa su amor y gratitud sinceros por Dios y su obra. Para él, la adoración expresa la base de su esperanza. Y encontrará el gozo en estar con gente que comparte su deseo de alabar a Dios. Estará allí porque la adoración corporativa le ayuda a enfocarse en la cosa más importante de la vida, la existencia de Dios y su gloria. Quizá no sea capaz de verbalizar todas estas cosas, pero estará allí porque desea estar allí.

Ocurrió el domingo después de que había yo regresado de un viaje largo al extranjero. Como familia, íbamos a estar muy ocupados la siguiente semana. Había decidido que hibernaríamos el fin de semana, incluyendo el Domingo. Tendríamos un culto familiar y luego saldríamos a comer. Mi hijo mayor vino y me dijo que quería ir al culto diurno de adoración de nuestra Iglesia. Me preguntó si me ofendería si él se iba en tren a la Iglesia y luego se reuniría con nosotros para comer. ¿Me ofendería? ¡Al contrario, estaba encantado! (Su deseo de adorar también causó que reexaminara la decisión que había tomado). No quería hacer algo que pudiera apagar su deseo de participar en las reuniones corporativas de la Iglesia.

Esto indica otra señal positiva en el deseo de un adolescente de participar en las reuniones del cuerpo de Cristo: tiene un espíritu hambriento y moldeable. Frecuentemente, los adolescentes no reconocen su necesidad de instrucción. Pueden ponerse a la defensiva cuando procuras darles un consejo o enseñarles. A menudo piensan que saben mucho más de lo que realmente saben. Asumen que están mucho más preparados de lo que realmente están.

Es una señal de la gracia de Dios obrando cuando un adolescente busca ser instruido. Es una señal de hambre espiritual cuando un adolescente tiene un espíritu moldeable. Los adolescentes que tienen un corazón para Dios no evitarán los tiempos de enseñanza y predicación; al contrario, los procurarán. Y no estarán en la última fila de la Iglesia, casi recostados en la banca, mirando como si apenas pueden soportar el aburrimiento. ¡No! de algún modo, de alguna manera demostrarán un hambre por aprender más acerca de Dios, su voluntad y su camino. Tendrán aprecio por los maestros que Dios ha puesto en el cuerpo de Cristo, y desearán estar donde se ofrezca instrucción bíblica.

  1. Un adolescente que tiene un corazón para Dios también buscará compañerismo con el cuerpo de Cristo. Deseará pasar tiempo con otros que tienen la misma mentalidad. Buscará compañeros que compartan su fe y su deseo de estar involucrados en la comunidad cristiana. Este es el adolescente que llega a la universidad e inmediatamente comienza a considerar los compañerismos estudiantiles cristianos que estén disponibles en el área. Este es el adolescente que encontrará compañeros cristianos en su preparatoria. Cuando está lejos de casa, estará emocionado de poder reunirse con compañeros cristianos. También valorará la ayuda, oraciones, ánimo, experiencias, consejos y sabiduría de los miembros mayores del cuerpo de Cristo.

Recuerdo a un adolescente que se sentó en mi oficina y se reclinó sobre la silla con esa postura que comunica «¡Muy bien, haga algo que me impresione!» Obviamente, él no quería estar allí. Estaba esforzándome al máximo para penetrar sus defensas y en medio de mis esfuerzos dijo, «¡Tengo que salir de aquí! ¡Esto me está volviendo loco! No es suficiente con que ella [su madre] haya metido a Dios en cada discusión que tenemos. Ahora me hace venir a la fuerza para que usted cierre la puerta y haga más de lo mismo. Sólo dígame qué quiere que haga y lo haré para que pueda salir de aquí!» Palabras tristes, habladas por un joven enojado que no tenía tiempo para las cosas del Señor. Tristemente, también, su reacción mostraba la manera equivocada en la que la Palabra había sido usada en su hogar. (Discutiremos esto más adelante).

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