En cada una de estas etapas, la arquitectura de nuestro trabajo ha sido igual. Nos esforzamos por poner siempre a Jesús y la Biblia como el fundamento de lo que hacemos y constantemente estamos alineándonos con la iglesia, identificando y formando líderes, analizando la cultura (la general y la de los jóvenes específicos con los que trabajamos), y afinando nuestra estrategia. Estos principios son fundamentales, no solamente para la pastoral juvenil, sino para todo lo que hace la iglesia.

La gráfica del fundamento y los cuatro pilares siempre está en mi mente; en todas los reuniones del equipo de líderes la tengo presente. Siempre trato de que este edificio permanezca bien cimentado. Procuro mantenerme en el proceso constante de sondear que estemos colocando el fundamento adecuado, que nunca nos apartemos de la visión y de la misión que tiene la iglesia como un todo, que tengamos el liderazgo adecuado (en términos de reclutamiento, de capacitación, y de actitud) y que estemos haciendo una buena lectura de la cultura. Permanentemente hacemos esa lectura, lo que produce un cambio estratégico.

El poner a prueba cada uno de estos elementos nos lleva a tomar decisiones; nos lleva a implementar iniciativas concretas. Por ejemplo, cuando pensamos en realizar cambios en la estrategia como resultado de lo que percibimos en la cultura, nos preguntamos, ¿tenemos el liderazgo como para efectuar estos cambios? Porque si no tenemos el liderazgo para implementarlos, no tiene sentido llevarlos a cabo.

La iglesia

Por el hecho de que enfatizamos la relación armónica que debe existir entre la visión y misión de la iglesia y la de la pastoral juvenil, no queremos que pienses que no somos conscientes del trabajo que eso significa. A lo largo de los años hemos tenido la experiencia de trabajar en una iglesia que tenía su misión y visión bien definidas, de forma que la pastoral con los jóvenes se podía compaginar con ese esfuerzo. Pero también hemos pasado por la experiencia de trabajar en circunstancias en que lo que sucedía con la iglesia creaba impedimentos para el ministerio con los jóvenes.

Actualmente tenemos la oportunidad de trabajar en un contexto en el que el liderazgo le da forma a la misión y a la visión junto con los líderes de la pastoral juvenil. Si algún día llegas a ser padre, o un líder adulto o quizá un pastor, no olvides lo que has visto en este curso. Tal vez Dios te brinde la oportunidad de facilitar la pastoral para las generaciones que vienen detrás.

El liderazgo

Es muy importante capacitar al liderazgo. Esta capacitación requiere de dos tipos de conocimientos: el conocimiento teórico o académico y el conocimiento aplicado. Cuando uno aplica el conocimiento, en realidad descubre que se genera un nuevo conocimiento y así se entra en un círculo virtuoso que nos permite recrearnos permanentemente en la pastoral.

Por un lado entonces, tenemos que generar el espacio a través de cursos, seminarios y talleres, a fin de compartir el conocimiento que otros han adquirido como producto de su propia experiencia. Pero luego debemos formarnos en el mismo campo. De hecho, la mayoría de los seminarios teológicos padecen de un mismo mal: no tener una formación de campo que permita aplicar el conocimiento recibido, validarlo y aun enriquecerlo. Nuestro liderazgo proporcionalmente se ha capacitado más en el campo que en el aula. Aunque quisiera enfatizar una vez más que ambas capacitaciones son necesarias.

Para continuar monitoreando permanentemente el ministerio de cada equipo pequeño, los líderes que trabajan con cada grupo (por ejemplo con edades de 15–17, de 18–21, de 22–25) se reúnen semanalmente. Mensualmente tenemos una reunión con el equipo completo. Aquí es donde en realidad se evalúa y se hacen los ajustes necesarios. Para no tomar distancia de la cultura, queremos asegurarnos de hacer una buena lectura. Y el liderazgo está preparado para dar respuesta a esa lectura y generar una estrategia adecuada. Todo eso, sin apartarnos de la misión-visión de la iglesia.

La cultura

Es difícil encontrar libros que sinteticen todas las variables que contribuyen a la definición de la cultura juvenil a la que estamos sirviendo. Si los hay, reflejan, en el mejor de los casos, las características culturales de toda una generación y de toda una década. La pastoral es, de hecho, muy dinámica, por lo que solemos rastrear esas características en los datos que aportan distintos medios (periódicos, revistas especializadas, programas de televisión, y otros). Por supuesto buscamos validar esos datos en nuestro propio grupo, ya que muchas veces nuestro grupo puede constituir un nicho dentro de la realidad que viven los jóvenes a nivel nacional.

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