La estrategia

En cada una de las tres etapas hemos implementado una estrategia con actividades que denominamos «entrada», «proceso» y «salida» para suplir las necesidades específicas de gente en condiciones espirituales distintas.

Entrada.

Una de las fallas mayores que notamos en las iglesias de hoy y, por supuesto en los grupos de adolescentes y jóvenes, es que están cortados los canales de comunicación con las personas que no asisten a la iglesia, o que no tienen ningún tipo de relación con ella, con los «indiferentes». La realidad es que las personas que se unen a una congregación, o a nuestro grupo de adolescentes y jóvenes, en el curso de dos o tres años pierden todas las amistades anteriores a su conversión y se alejan considerablemente de su familia, si ésta no se congrega en el mismo lugar. Eso hace que permanentemente tengamos que generar actividades que nos permitan entrar en contacto con las personas que no son atraídas a la iglesia por los mismos miembros o por las actividades habituales.

En nuestra primera etapa de ministerio juvenil pensábamos, según la forma tradicional, que el punto de entrada era la evangelización, y por lo tanto llevábamos a cabo actividades tradicionales de evangelización. Pero sinceramente vimos muy poco fruto. Ahí nos dimos cuenta de que no podemos evangelizar si no realizamos una «pre evangelización». Éramos como sembradores esparciendo semillas en tierra no labrada, cuando la Biblia dice que las semillas que caen en buen terreno dan una buena cosecha.

Para «labrar la tierra», empezamos a desarrollar actividades «pre-evangelizadoras». Esas actividades tienen que resultar llamativas, creativas y responder realmente a las necesidades y a la problemática del hombre y la mujer de hoy. O, en nuestro caso, del adolescente y el joven de hoy.

En la etapa del servicio, buscamos oportunidades de servir a la comunidad desinteresadamente. Es decir, con el fin de servirlos y no de «convertirlos». Por ejemplo, ofrecimos programas abiertos a la comunidad que abordaban específicamente problemáticas que tenían que ver con la realidad que vive el adolescente y el joven de hoy. Organizamos juntamente con entidades de servicio de nuestra comunidad, como la División de Drogadependencia de la Policía, reuniones informativas sobre drogadicción. Invitamos a los padres y a los jóvenes de la comunidad a esos encuentros, con el objetivo de que nos conocieran y vieran que, como iglesia y ministerio juvenil, nos interesamos por las problemáticas de nuestra sociedad y procuramos hacer algo por solucionarlas. Al abordar temas así, con objetividad, imparcialidad y sin fines proselitistas, los que participaban se sorprendían de encontrarse ante un cristianismo que nunca habían imaginado.

Actualmente, nuestra estrategia de entrada se centra en encuentros que nos permiten crear vínculos de relación auténtica con la gente de nuestra comunidad. Este trabajo no es simplemente la estrategia del ministerio juvenil, sino que forma parte de la misión y visión de la iglesia. Así que no solamente ofrecemos encuentros para jóvenes y adolescentes sino también para niños (muchos de los que trabajan en estos encuentros son adolescentes y jóvenes de nuestro grupo) y para matrimonios (muchos de los que asisten son padres de los que participan en los encuentros para jóvenes). De esta forma, la comunidad de la iglesia muestra su interés en el bienestar de los miembros de la comunidad general de la que forma parte, y les ofrece amor, apoyo y amistad. Sabemos que dentro de este contexto pluralista, nuestras vidas, tanto a nivel individual como comunitario, proveen el testimonio más importante acerca de las buenas nuevas que queremos comunicar.

Extracto del libro “Raíces” .

Por Félix Ortiz.

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