El Liderazgo

Reiteramos que no todos los autores están de acuerdo con hacer partícipes a los padres del liderazgo de la pastoral juvenil. Sin embargo, creemos que puede ser un gran desperdicio no utilizar el gran potencial que algunos adultos tienen para el ministerio con los jóvenes. Por ejemplo, los matrimonios jóvenes pueden hacer un excelente trabajo con los adolescentes y las parejas de novios. Y no es extraño encontrar ciertos adultos que tengan una gracia y una capacidad especial para relacionarse con los jóvenes o adolescentes, a pesar de la diferencia de edad.

No estamos afirmando que cualquier adulto, por el hecho de serlo, esté capacitado para participar del ministerio juvenil, pero tampoco debemos desecharlo simplemente por su edad. Es importante estar atentos a los dones y capacidades que el Señor ha distribuido en la iglesia. Tal vez nos encontremos con la agradable sorpresa de que haya adultos que pueden ser de increíble ayuda para nuestro ministerio de la pastoral juvenil. El punto crítico es saber discernir y elegir a las personas más adecuadas y detectar el lugar o tarea en que las podemos integrar. Los adultos pueden participar como conferenciantes, ser excelentes mentores y liderar grupos pequeños. Siempre dependerá de sus dones, capacidades y disponibilidad para el ministerio.

Nuestra intención con estas breves líneas es ayudar a abrir la mente y a no cerrarnos a la posibilidad de que personas adultas puedan participar del trabajo con los jóvenes. La edad no siempre es una desventaja. No existe ninguna ley que afirme que un adulto no deba o no pueda participar de la pastoral juvenil; tampoco es cierto que los jóvenes rechacen a los adultos.

Ministrar a las familias

Es imposible llevar a cabo una pastoral juvenil completa sin incluir a la familia. Los líderes juveniles deben darse cuenta de que cuanto más fuertes sean las familias y más conscientes estén de la labor que les compete, mayor bendición recibirá el ministerio juvenil. De esto se deduce que fortaleciendo a las familias, ayudándolas y proveyendo todo tipo de recursos, capacitación e ideas, estamos fortaleciendo el ministerio juvenil.

Nadie enseña a los padres a ejercer como tales. Nadie nace sabiendo. Y se da el caso de que muchos padres no ejercen su labor como educadores espirituales simplemente porque no saben cómo hacerlo. Tal vez sus propios padres no les dieron el ejemplo. Nadie les enseñó ni les dio pautas al respecto. Pero si no hay un ambiente familiar implicado en la educación espiritual de los hijos, nuestro ministerio sufrirá de dos maneras: primero, porque las muchachas y muchachos que recibimos carecerán de valores y fundamentos espirituales sólidos; y segundo, porque lo que tratemos de enseñar por medio de la pastoral juvenil no encontrará un respaldo en el hogar.

Ya mencionamos anteriormente que existen padres que son indiferentes y han decidido delegar esa función en la iglesia. De acuerdo. Con ellos no podemos contar. Pero concentrémonos en todos aquellos que desearían hacerlo y no lo llevan a cabo porque no pueden, o quizás no saben. Es importante que pongamos a disposición de esos padres estrategias, recursos y, si es posible, les demos capacitación.

Es muy probable que todo esto vaya más allá de nuestras posibilidades. Tal vez algunos padres puedan encargarse ellos mismos de esta tarea y colaborar de ese modo con el trabajo juvenil. En otros casos, será nuestra responsabilidad llamar la atención del pastor principal de la iglesia en cuanto a la urgencia de preparar a los padres para que el trabajo de la pastoral juvenil sea más completo y eficaz.

Algunos peligros que el líder debe evitar

La relación con los padres puede ser complicada y dar lugar a ciertas situaciones de las que es bueno que el líder tome conciencia y procure, en la medida de lo posible, evitar. Mencionaremos solo tres que consideramos muy importantes y significativas. Sin duda, tu experiencia directa como líder te dará pautas y pistas, y te alertará acerca de otros peligros que también debes tener en cuenta.

La manipulación por medio de los elogios

Te encontrarás con padres que utilizan el elogio de forma genuina, a fin de expresar su gratitud y reconocimiento por el trabajo que llevas a cabo con sus hijos.

Sin embargo, no siempre el elogio tiene este propósito. En ocasiones, hay progenitores que lo utilizan con mucha sutileza como una forma de obligarnos moralmente a una mayor dedicación hacia sus hijos. Esos padres utilizan el halago para destacar el increíble trabajo que llevamos a cabo, lo mucho que sus hijos respetan nuestra opinión, la gran influencia que tenemos sobre ellos, y muchas otras virtudes más. Apelan a nuestro ego, y nosotros, ingenuamente, nos dejamos embaucar y caemos en sus redes. Creemos que todo eso es verdad y que, sin duda, somos personas muy importantes. Y, sin darnos cuenta, comenzamos a dedicarles más tiempo a esos muchachos y muchachas para afianzar nuestra influencia. Justo lo que ellos querían. Caímos en la trampa. Usaron nuestro ego para hacernos actuar en función de lo que ellos deseaban, que no siempre es malo, pero que no debería ser la motivación que impulse nuestro trabajo o dedicación a ningún joven en especial.

¡Cuidado con el y ego! Es fácil de manipular controlar.

Extracto del libro «Raíces».

Por Félix Ortiz.

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