Aquí encontrarás juegos, salidas excitantes, obras teatrales, y por supuesto también ideas para reuniones navideñas, lecciones bíblicas y proyectos de servicio que ayudarán a que tus chicos se enfoquen en el verdadero sentido de la Navidad.

1. (Disparador) CORREO DEL LECTOR

Léeles la siguiente carta a los jóvenes de tu grupo. Es una carta supuestamente publicada en un periódico. Les brindará un escenario actualizado para conversar sobre las emociones y opciones que tuvieron María y José al enfrentar el Inusual embarazo de la joven. (Greg Asimakoupoulos).

No sé por dónde empezar. Solo unas pocas semanas atrás todo parecía perfecto. Mi vida era plena y feliz. Me gradué en la escuela con honores, mi padre me hizo socio en su empresa maderera, y luego de semanas de juntar coraje le propuse matrimonio a mi novia. El día después que mi padre me hizo su socio, ella me dijo que sí. ¡Me sentía tan exultante y enamorado! La vida parecía completa. Tenía salud, no tenía presiones y no me preocupaban las responsabilidades futuras que mi trabajo y mi matrimonio me traerían. Incluso mi fe estaba en un punto alto. He sido una persona religiosa toda mi vida (soy judío), pero recién hace poco he tomado real conciencia del amor y el poder de Dios. Mi rabino a menudo hace comentarios sobre la profundidad de mis creencias, mis convicciones morales y mis inquebrantables valores. Mi reputación como un exitoso hombre de negocio que no cree en el sexo antes del matrimonio me ha brindado varias oportunidades de predicarles a los jóvenes en la escuela sabática. Sin embargo, mi sueño se ha transformado en una interminable pesadilla. Siento que mi vida se derrumba.

El viernes pasado me encontré con mi prometida luego del trabajo (nuestra rutina semanal). Enseguida pude ver por la expresión en su rostro que algo pasaba. Durante toda la cena intenté saber qué es lo que le ocurría, pero no pude lograr que ella hablara. Salimos del restaurante y fuimos a la sinagoga. No me pude concentrar en el servicio. Mi imaginación corría salvajemente con miles de fantasías… no me ama más… quiere cancelar la boda… quizás se esté muriendo… ¿tendrá cáncer?… ¿su padre habrá abusado de ella?… ¿habrá rechazado su fe judía para unirse a algún grupo gentil proselitista? Por otro lado, quizás no eran malas noticias en absoluto. Quizás el compromiso de un año que habíamos acordado era demasiado largo para ella y simplemente quería acortarlo, pero tenía miedo de lo que yo pudiera decir. Sin embargo, eso no explicaba por qué no me había hablado durante toda la cena.

Las preguntas seguían surgiendo. Yo era una bolsa de nervios. Cuando salimos de la sinagoga estaba tan preocupado que no oí cuando el rabino me preguntó si estaba libre para hablar en el grupo de jóvenes la próxima semana. Tuvo que agarrarme del hombro para llamar mi atención. Le dije que tendría que pensarlo. Estaba decidido a no llevar a María Elisabet a su casa hasta descubrir su secreto. Fuimos a comer un postre en uno de nuestros lugares preferidos. Me tomé mi tiempo haciendo mi pedido con la espe­ranza de que me diera toda la información de forma voluntaria. Aun así, no habló. Finalmente, mirando fijamente su café, comenzó a llorar. «Estoy embara­zada», susurró. El impacto me entumeció por completo. No hablé por el resto de la noche. Pagué la cuenta, camina­mos hasta el automóvil, la llevé a su casa y me fui. Aquella noche lloré hasta quedarme dormido. Al día siguiente me desperté temprano, vacío de lágrimas, pero lleno de preguntas furiosas. ¿Cómo pudo ha­cerme esto? ¿No nos habíamos prometido guardar­nos el uno para el otro? ¿Quién era él? ¿Cuánto hacía que estaban teniendo relaciones sexuales? ¿Quién inició todo? ¿Ella? ¿Cómo pudo existir esta persona sin que siquiera lo conociera? Yo era el único hom­bre en su vida, o eso había pensado. ¿Cómo María Elisabet compartía tal intimidad con otro cuando las cosas estaban tan bien entre nosotros? ¿No creía ella en las normas de Dios para tener relaciones exitosas? ¿Ya no respetaba nuestra fe?

La evadí durante toda una semana. No la vi, ni siquiera la llamé. Simplemente no podía hacerlo. Me dolía el corazón. Mi estómago me quemaba. No pude ir a trabajar mis primeros tres días de trabajo. Entonces, de repente, hoy se apareció cuando estaba cerrando el negocio. «Necesitamos hablar», dijo. «No puedo soportar esto, te amo».

«Si me amaras, no estarías en la condición en la que estás». Sin embargo, no pude evitar ver amor por mí en sus ojos y en todo ese rostro que yo atesoraba. Supe que todavía la amaba con todo mi corazón. Por eso estaba tan herido. No obstante, ¿cómo puedo seguir amando a alguien que duerme con cualquiera? Finalmente, me obligué a mí mismo a hacerle la pregunta, aunque mientras lo hacía pensaba si realmente quería saber la respuesta. «¿Quién es él?». Ella miró hacia abajo. «No puedo decírtelo, no entenderías, no estoy segura de entenderme a mí misma. En realidad, no sé quién es».

«¿No sabes quién es?». Casi enloquezco en ese mo­mento. ¿Con cuántos hombres ha estado como para no saber quién es el padre? «Tú quieres decir que no sabes quién es el padre porque… porque…». La idea era demasiado dolorosa para decirla en voz alta. Las palabras no salían de mi boca.

«No, mi amor», dijo ella. «No es eso en absoluto. Es que simplemente no puedo explicártelo ahora, pero quiero que sepas que aún te amo y deseo ser tu esposa». Mientras hablaba pude ver inocencia en su rostro… esa mirada que fue lo primero que me atrajo de ella. «He hecho arreglos para irme de la ciudad por un tiempo», continuó. «Creo que es lo mejor para ti, para mí y para nuestras familias. Estaré en la casa de mi prima Elisabet, en el norte. Ella es una mujer especial. Siempre hemos sido muy unidas. En realidad, mis padres me pusieron Elisabet por ella. Estaré en buenas manos. «A propósito, ella también está esperando un bebé». Buscó en su bolsillo. «Aquí es donde estaré», dijo entregándome un trozo de papel con un número telefónico escrito con lápiz. Luego dio media vuelta y se fue.

¿Qué debo hacer? Amo mucho a María Elisabet a pesar de mi enojo y mi ansiedad, pero de todas formas no puedo seguir adelante con el compromiso. Ha destruido mi confianza en ella. Sin embargo, el solo hecho de pensar en alejarme de esa chica me deja vacío por dentro. Por otra parte, la vergüenza y la humillación de estar embarazada sin estar casada serían insoportables en nuestra pequeña ciudad. Ella sería el blanco de incontables hostigamientos. Su reputación se arruinaría para siempre. Al mismo tiempo, si me quedara con ella y fingiera que ese bebé es mi hijo, esto destruiría mi reputación. Todos mis consejos a los jóvenes sobre la castidad y el compromiso parecerían una broma. Y la integridad y la credibilidad que he establecido en mi negocio tardarían años en restablecerse.

¿Será este el momento de terminar con el embarazo? Esto haría que todo fuera más manejable. A ella todavía no se le nota. María Elisabet se salvaría de pasar tanta vergüenza, yo salvaría mi reputación… quizás hasta nuestra relación se salvaría. Todo estaría a salvo, excepto por esa pequeña vida. Qué ironía, ¿no? Por un lado me enorgullezco de mi moralidad y mis virtudes, y por el otro estoy listo para justificar un aborto si esto me puede beneficiar. Además, ¿quién sabe lo que este bebé puede llegar a ser algún día?

Realmente, no lo sé. Todo mi ser me dice que debo terminar con el compromiso y tratar de olvidar lo que pasó. Me importa demasiado María Elisabet como para hacerle una escena horrible, aunque en realidad se la merece. Podría decirle a todo el mundo que cancelé la boda, que decidí terminar con María y ella creyó que tenía que irse de la ciudad para escapar del dolor de una ruptura inesperada. Luego todo el mundo pensaría que quedó embarazada de algún otro hombre allá en el norte. Eso al menos reduciría un poco la infamia. Yo quedaría como el chico malo por cancelar la boda, pero no perdería mi reputación. Entonces, ¿qué hago? ¿Me quedo con María Elisabet más allá de lo que piensen los demás? ¿La incito a abortar, ya que ella ni siquiera sabe quién es el padre? ¿Cancelo el compromiso y sigo con mi vida?

Querido novio devastado: Tu última idea es lo mejor que puedes hacer: déjala ahora y continúa con tu vida. Tu María Elisabet es una mentirosa patológica, tiene una imaginación muy frondosa o es increíblemente ingenua. Te mereces algo mejor. Sé que para ti es doloroso pensar en una vida lejos de ella, pero enfréntalo: hay más peces en el mar. Ella puede parecer muy especial, pero no es la chica para ti.

Para saber qué decidió finalmente hacer el novio devastado, lee Mateo 1:20-25.

Extracto del libro Biblioteca de Ideas Actividades Fantásticas

Por Autores Varios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí