SEMANA 1. ESTUDIO 2.

La expresión “mentalidad de langosta” está tomada de un grupo de espías a los que Moi­sés envió a reconocer la tierra de Canaán, la Tierra Prometida. Doce espías fueron enviados a esta tie­rra con un mandato de Moisés: Números 13:18-20. Lee el pasaje anterior, ¿cuál fue la tarea asignada a los doce espías?

Los espías hicieron lo que se les había ordenado, y du­rante cuarenta días reconocieron la tierra. Trajeron con ellos un racimo de uvas como prueba de los frutos de la tierra. ¡El racimo era tan grande que tenían que sostenerlo con un palo entre dos hombres!

Lee Números 13:27-28. Cuando los espías regresaron de su misión y entregaron su in­forme, ¿qué dijeron acerca de la tierra en sí?

Todos los espías estaban de acuerdo en que las ciudades eran fortificadas y muy grandes, y que el pueblo era fuerte. En lo que respecta a los hechos, todos concordaban. Entonces Caleb, uno de los espías enviados por Moisés, dijo: “Vayamos de una vez y tomemos posesión, porque bien podemos vencerlos”. Josué, otro de los espías, estuvo de acuerdo con él.

Lee Números 13:30-33. ¿Estuvieron de acuerdo los demás espías con Caleb y Josué?   Sí    No  Estudia los dos informes que fueron pre­sentados. ¿Cuál era la diferencia entre ellos?

1. Víctima de la Mentalidad de Langosta.

¿Fueron los israelitas a tomar posesión de la tierra? No; obser­va la última parte del versículo 33: “éramos nosotros, a nues­tro parecer, como langostas”. ¡Ahí está! ¿Lo viste? Eso es tener una mentalidad de langosta. Y esa mentalidad prevaleció.

¡Los espías que se refirieron a sí mismos como “langostas” no basaron su opinión de cómo los veían los demás o cómo los veía Dios, sino en cómo se veían a sí mismos! Observa que dijeron: “éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas”. Podemos desarrollar una mentalidad de langos­ta cuando sustituimos la verdad de Dios por la opinión de los demás. Cuando fundamentamos nuestra capacidad pa­ra lograr el propósito de Dios en ideas equivocadas, nuestras o de otros, nos convertimos en víctimas de la mentali­dad de langosta.

¿En qué forma afecta tu visión de Dios, tu visión de ti mismo? Lee 2 Corintios 10:12. ¿Qué dice Pablo en este versículo sobre compararnos con los demás?

2. ¿Moisés, Víctima?

¿Por qué Moisés, uno de los grandes líderes de toda la his­toria, el hombre que los había sacado de Egipto, había abierto el Mar Rojo y todas esas cosas tan geniales, no arrastró a la multitud para que vieran la situación como la veían Josué y Caleb, en lugar de como la veían los otros diez espías? Porque Moisés también sufría de mentalidad de langosta. En Éxodo 3 vemos un encuentro anterior entre Dios y Moisés. Moisés no era inmune a la mentalidad de langosta. La primera oportunidad en que lo demuestra es en su en­cuentro con Dios en el monte Horeb.

Lee Éxodo 3:1-12. ¿Cuál fue la pregunta que Moisés hizo a Dios? ¿Por qué crees que la hizo?

Básicamente, el problema de Moisés era (Marca todas las opciones que correspondan):

  • Un problema de autoimagen.
  • Un concepto erróneo sobre quién era Dios.
  • El temor de lo que Dios podría requerir de él.
  • Creer que no necesitaba a Dios para cambiar las cosas.

Al principio, Moisés creía que lo que Dios le estaba pi­diendo que hiciera estaba fundamentado en sus propias capacidades y habilidades. A medida que leemos Éxodo 3 nos damos cuenta de que Moisés no tenía una gran estima por sí mismo ni por las capacidades y habilidades que Dios le había dado. Imagínate eso: uno de los hombres más grandes de toda la historia, luchando con sentimientos de baja autoestima. ¿Difícil de creer, verdad?

Lee los siguientes pasajes y completa las excusas que Moisés presentó a Dios. Escribe lo que crees que Moisés estaba diciéndole a Dios en realidad.

Éxodo 3:11. __________________________________________________

Éxodo 3:13. __________________________________________________

Éxodo 4:1. ___________________________________________________

Éxodo 4:10. __________________________________________________

Éxodo 4:13. __________________________________________________

Finalmente, Dios se enojó contra Moisés (Éxodo 4:14). (Obviamente la zarza no era lo único que estaba echando humo en el desierto). La mentalidad de langosta de Moisés hizo que Dios se enfadara. El Señor no liberó a Moisés de la tarea, pero agregó a Aarón como vocero.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

Lee ¿Víctimas o Vencedores? 2

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