SEMANA 4. ESTUDIO 1.

Muy pocos de nosotros podemos entrar a la batalla y salir vencedores sin recibir heridas de algún tipo. Quizá no sean graves, o siquie­ra visibles; pero las heridas son casi siempre parte de la vic­toria. Para enfrentar a un gigante, con la intención de derro­tarlo, debemos estar dispuestos a sufrir cicatrices. Las heri­das y cicatrices que recibimos pueden ser resultado de:

  • Arriesgar nuestra reputación.
  • Estar dispuestos a hacer algo que nos pone nerviosos.
  • Enfrentar la posibilidad de avergonzarnos.
  • Arriesgar algo que es valioso o importante para noso­tros.
  • Quedarnos sin algo o con algo menos para poder lo­grar algo más.
  • Dar un paso hacia atrás para poder avanzar dos pasos después.
  • Tener que oír comentarios ridículos.
  • Ser tema de chismes.
  • No reaccionar cuando alguien nos ataca.

Las verdaderas victorias tienen un precio. Debemos estar dispuestos a pagarlo.

1. Di Que «Sí» a Pesar de la Batalla.

Jacob tenía miedo de regresar a su hogar para enfrentar al gigante. Para él, el gigante era su hermano, Esaú. En gran medida, Jacob había creado este gigante con sus pro­pios actos. Había engañado a su padre para que le diera una bendición que en realidad, pertenecía a Esaú. Este se puso furioso cuando descubrió lo que había pasado, y pla­neó matar a Jacob cuando su padre hubiera muerto. La madre de ellos comprendió hasta qué punto llegaban el odio y la ira de Esaú, y decidió enviar a Jacob a la casa de su hermano Labán, quien vivía a una gran distancia. El odio en el corazón de Esaú parecía estar grabado a fuego. No sólo Jacob había robado su primogenitura y su bendi­ción, sino que también le había arrebatado el favor tanto de su padre como de su madre, que despreciaba a las mu­jeres que Esaú había escogido como sus esposas.

Jacob trabajó para Labán durante veinte años; catorce de ellos, como pago por casarse con las hijas de Labán, Lea y Raquel. Jacob, el burlador, fue burlado por Labán, quien lo hizo trabajar siete años más de lo originalmente planea­do para poder llevarse a Raquel.

Después de catorce años, Jacob se apartó a una distancia de tres días de camino de Labán y formó sus propios reba­ños. Jacob se volvió muy rico. Tenía grandes rebaños, mu­chos siervos, camellos y asnos (Génesis 30). Mientras tanto, los rebaños de Labán se reducían, y comenzó a mi­rar a Jacob con malos ojos. El Señor dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo» (Génesis 31:3).

Jacob descubrió una gran verdad acerca de los gigantes en este punto crítico de su vida. Cuando uno huye de un gigante, muchas veces cae en las garras de otro. Los gigantes están a la vuelta de cada esquina, detrás de cada obstáculo. Nunca podemos escapar por completo de los gigantes de la vida.

Lee Génesis 27:41-44 y responde estas preguntas.

¿Qué planeaba hacer Esaú con Jacob? ¿Por qué? (Gé­nesis 27:30-40).

¿Por qué crees tú que Jacob consideraba a Esaú un «gi­gante»?

2. Cuando Enfrentas a un Gigante, Tienes Dos Opciones.

  • Luchar, esperando ganar.
  • O huir, para luego encontrar otro gigante.

Cuando huyes de un gigante, solamente estás posponiendo el enfrentamiento. Puedes enfrentar a tu gi­gante hoy, dispuesto a recibir las heridas que sean necesa­rias, y salir victorioso aunque herido. O puedes huir del gi­gante, desanimarte y llenarte de temor, para poco tiempo después enfrentar otro gigante… sólo que tú estarás más débil. Cuanto más huyas de los gigantes, más débil te volve­rás.

  • Lucha contra los gigan­tes de tu vida hoy… en fortaleza.
  • O lucha contra los gi­gantes más tarde… en debilidad.

Sabiendo que Labán se le estaba poniendo en contra, y que Esaú ya se le había puesto en contra, Jacob, sin duda, se sentía como si estuviera entre la espada y la pared. No obstante, comenzó el viaje de regreso a su hogar. Así como al principio había huido de allí, ahora Jacob huía de Labán. Temía que este se llevara a sus esposas (que eran hijas de Labán) por la fuerza. Labán salió a perseguirlo. ¡Había llegado el momento de que Jacob se enfrentara con uno de sus gigantes!

Lee Génesis 31:29-30. ¿Qué le dijo Labán a Jacob?

Si tú hubieras sido Jacob, ¿habrías tenido miedo de Labán?            Sí         No

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

Lee Las Verdaderas Victorias Tienen un Precio 2

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