Pidamos que todos formen un círculo o una fila. Si es un círculo, deben acomodarse mirando hacia el interior. Entreguémosle a cada persona una cuerda de un metro de longitud. Solicitemos que cada uno ate un extremo de la soga alrededor de su propia mano izquierda, y el otro en torno a la muñeca de la persona que está a su izquierda. Una vez que todos lo hayan hecho, se encontrarán enlazados unos a otros. También se puede utilizar una cinta adhesiva y hacer que los chicos peguen sus muñecas. Luego encarguémosle al grupo un proyecto que requiera cooperación y tiempo. Por ejemplo: caminar hasta el comedor, sentarse alrededor de la mesa, servir bebida en todos los vasos, repartir galletas, orar por los alimentos, beber y comer, ir a la cocina, y que cada persona lave su propio vaso y plato.
Después de esta experiencia, cortemos la cuerda (o la cinta adhesiva), formemos un círculo en el piso o alrededor de la mesa, y debatamos acerca de los sentimientos experimentados durante la tarea que realizaron y el porqué de ellos. Preguntémosles cuál creen que fue el propósito de la actividad y luego cómo se relaciona esto con el hecho de que seamos el cuerpo de Cristo. ¿Qué problemas, alegrías o principios salieron a relucir durante esta experiencia? Podemos finalizar leyendo Romanos 12 o 1º Corintios 12. (William C. Moore).
Extracto del libro Reuniones Creativas Para Refrescar tu Ministerio
Por Autores Varios