En primer lugar, leamos en voz alta Juan 13:1-17, luego formulemos las siguientes preguntas:
- ¿Por qué fue significativo que Jesús lavara los pies de sus discípulos?
- ¿Por qué la gente lavaba los pies de otros?
- ¿Por qué esto era una costumbre en aquellos días?
- ¿Cómo te sentirías si Cristo te lavara los pies?
Después de un pequeño debate, usando preguntas similares a las anteriores, dividamos a los jóvenes en grupos de cuatro o cinco. Pidámosle a una persona de cada equipo que llene con agua un recipiente para lavar platos o una tina poco profunda. Establezcamos turnos para que se laven los pies los unos a los otros y que se sequen con toallas de papel. Todo el aseo debe realizarse en silencio, tratando de transmitir el amor que Cristo mostró a sus discípulos.
Cinco minutos después, cuando todos hayan terminado, conversemos nuevamente sobre el pasaje de Juan, esta vez preguntando: «¿Cómo te sentiste?» Las reacciones serán variadas, pero intensamente personales.
Resumamos el tiempo de intercambio con la idea de que Cristo está en cada uno de nosotros y que simbólicamente nos podemos lavar los pies los unos a los otros con nuestras acciones cotidianas. (Ralph Watkins).
Extracto del libro Reuniones Creativas Para Refrescar tu Ministerio
Por Autores Varios