¿De Qué Se Trata?: Mostrar que estamos en los brazos de Dios.

Un hombre que soñó que llegaba al final de su vida. Y vio su vida como una caminata a lo largo de la playa junto con Jesús. Cuando él dio una mirada hacia atrás vio dos pares de huellas en la arena en la mayor parte de su camino: sus huellas y las de Jesús. Sin embargo, también notó que muchas veces, a lo largo del camino de su vida, había solo un par de huellas en la arena. Y también notó que sucedía en los momentos más difíciles y tristes de su vida. Esto realmente le molestó al hombre, y le preguntó al Señor: «Tú dijiste que jamás ibas a olvidarme ni abandonarme. Tú dijiste que una vez que yo decidiera seguirte, estarías conmigo todo el camino. Pero he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida, solo hay un par de huellas. No entiendo por qué, cuando más te he necesitado, tú te has olvidado de mí».
Jesús le contestó: «Yo quiero que sepas que te amo y que nunca te dejaría. Mira nuevamente aquel único par de huellas. Durante los tiempos en que tenías problemas o sufrías, yo te alzaba y te llevaba en mis brazos. Las huellas que ves, no son tuyas sino mías».

Piénsalo.
Puedes estar seguros de que cuando pasas por momentos difíciles en la vida, Dios siempre estará contigo. Nunca dudes de su presencia, aunque no puedas sentirlo o verlo. Él siempre cumple su palabra: «Nunca te dejaré, ni te desampararé» (Hebreos 13:5).

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