Idea principal.

Adán y Eva ilustran una tensión universal que vive todo creyente en todo tiempo y lugar: confiar en su propio criterio y sentidos o, por el contrario, en la palabra de Dios.

Desarrollo.

La situación original.

La historia de Adán y Eva queda claramente desarrollada en los capítulos 2 y 3 del libro de Génesis.

El capítulo 2 nos muestra el estado primigenio del ser humano. Los versículos 15 y 16 nos hablan de dos características importantes:

1. El ser humano fue colocado en un ambiente propicio e ideal, carente de amenazas y peligros (v.15)

2. El ser humano tenía una relación directa, franca y abierta con Dios su creador (v.16), la cual, incluía una clara comprensión de la voluntad de Dios, del significado del pecado y también de sus consecuencias.

Adán recibió claras instrucciones acerca de qué se esperaba de él. Además, esas instrucciones incluían una especificación de las consecuencias que se derivarían de la desobediencia.

Adán, y posteriormente Eva, fueron creados como seres inteligentes -capacidad de comprender- libres -capacidad de escoger- y moralmente responsables -serían llamados a cuentas por sus acciones.

El conflicto.

Génesis 3 nos narra el primer conflicto moral del ser humano. Es interesante centrar nuestra atención en los versículos 1 al 4 de dicho pasaje y notar ciertos matices significativos.

1. La serpiente tergiversó las palabras de Dios. El Señor no había prohibido comer de cualquier árbol, simplemente de uno específico, el árbol del conocimiento del bien y del mal.

2. La serpiente mintió con relación a las consecuencias de desobedecer el mandamiento dado por Dios. No solamente dijo que no morirían, sino al contrario, serían semejantes a Dios, con capacidad de discernir el bien y el mal.

3. La serpiente cuestionó las motivaciones de Dios. En mi opinión el mandamiento de no comer otorgado por el señor tenía varias finalidades:

Conceder libertad al ser humano. No existe libertad sin la posibilidad de escoger. Si no puedes escoger no eres libre.

Conceder al ser humano responsabilidad moral. La libertad implica, por definición, capacidad de escoger, pero también, por definición, responsabilidad moral sobre las decisiones tomadas.

La libertad exige esos dos requisitos, elección y responsabilidad de las consecuencias de las elecciones tomadas.

Protección. El mandamiento dado por Dios protegía al ser humano de las consecuencias de la desobediencia, es decir, de la muerte. El mandamiento tenía una finalidad preventiva y preservativa del estado primigenio del ser humano.

La serpiente plantó la duda en el corazón humano. Duda acerca de las motivaciones de Dios al imponer el mandamiento, es decir, dudas en definitiva acerca del carácter bondadoso de Dios y sus intenciones hacia el ser humano.

La duda también se extendió a las consecuencias que el pecado pudiera tener hacia el ser humano «no moriréis». La serpiente no sólo promete que podremos librarnos de las consecuencias anunciadas por Dios, sino que además podremos ganar la condición de ser iguales a Dios mismo.

Ser iguales a Dios. El bien y el mal, hasta aquel momento, era decidido por Dios. El ser humano no era independiente ni autónomo, estaba sometido a Dios, su señorío y su autoridad. La tentación consistió precisamente en eso, ser iguales a Dios, declararse autónomos, independientes, libres de Dios y, por tanto, con capacidad para decidir por ellos mismos lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal.

Una cuestión de perspectiva.

La voluntad de Dios y las consecuencias de las decisiones equivocadas habían sido claramente establecidas por Dios. Sin embargo, el versículo 6 nos dice que el fruto era hermoso y apetecible.

Este versículo tan simple es muy importante. Nos describe una realidad que los humanos experimentamos una y otra vez, nuestra propia percepción de la realidad en confrontación abierta con la percepción de Dios.

Esta es una gran tensión que vivimos día tras día. La tensión entre aquello que Dios nos dice y lo que nuestros sentidos, nuestra razón, nuestro sentido común nos da a entender. El conflicto se ve agravado porque en muchas ocasiones se produce una distorsión entre ambos, no hay coincidencia y nos vemos sometidos a la dolorosa y terrible necesidad de escoger entre el deseo y la voz de Dios. Entre lo que nos pide el cuerpo y lo que el Señor nos aconseja. Entre el «no morirás, sino serás como Dios» y el «ciertamente morirás».

Decisión y consecuencias.

Todos conocemos la decisión tomada por el ser humano. También, en el capítulo tres del libro de génesis se nos indican las terribles consecuencias de aquella decisión, consecuencias que todavía estamos experimentando, hoy en día, todos los seres humanos.

1. La relación entre el ser humano y Dios se rompió (v.8-10). El ser humano comenzó a sentirse culpable ante Dios, ya no podía mantenerse con libertad y transparencia ante su presencia.

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