Cuando sonó el último timbre, agarré los trabajos que había hecho en casa, y me puse a un costado de la puerta a medida que los 32 chicos salían del salón de clases como un torbellino. Después de esta corrida inicial, salí al pasillo. Era mi tercer año de enseñanza y creía que ya lo había visto todo: José sacándose las cascaritas de alguna herida, cuando se suponía que tenía que tomar apuntes. Carlos, escribiendo el banco, y Lorena comiendo una porción de pizza en la clase, aludiendo que esa es la dieta que el doctor le recomendó. Pero lo que me tomó por sorpresa fue la actitud de Jorge.

En sus manos llevaba una pila de libros; y esos libros eran justamente lo que me intrigaba. Uno era de Francés II, otro de Biología y otro de Matemáticas. Pero sobre esa pila de libros, noté que había uno de tapas negras con letras doradas en su (rente. Escuchando al pasar algunos fragmentos de la conversación de Sara con sus compañeros, mis presentimientos se hicieron realidad: hacía poco se había entregado al Señor. Él quería compartir su fe con sus compañeros, y pensaba que traer su Biblia a la escuela era algo que iba a llamar su atención.

Un Cambio Ocurrió.

Jorge era bien visto y respetado por sus compañe­ros. Ellos lo habían elegido presidente del curso, y también jugaba en el equipo de fútbol. Yo estaba muy emocionado con su testimonio y su potencial, y por eso lo seguía de cerca. Cada vez que terminaba sus tareas, generalmente antes que los demás, Jorge agarraba su Biblia y se ponía a leer. También copiaba versículos y los memorizaba. Todavía se reía, respetaba a sus compañeros, pero algo había cambiado en su vida. Cuando otros comentaban acerca de cuantas cervezas se habían tomado el fin de semana, y lo que habían hecho con sus novias, José se limitaba a escuchar. Si le preguntaban lo que había hecho el fin de semana, él decía: “Fui a la iglesia”.

-“¿A la iglesia?”, “¡vos estás loco!”.

-“Si, fui a la iglesia”.

-“Pero, ¿Qué clase de diversión podés encontraren la iglesia?”.

La sonrisa de José se ensanchaba en su cara, mientras continuaba diciendo: – “Voy a la iglesia porque quiero ir. Hice algunos cambios en mi vida y quiero asegurarme de estar en el camino correcto”.

Mientras sus compañeros se reían de su fe, él sonreía, pero firme y educadamente les decía que él no podía hacer las cosas que ellos hacían. Si le preguntaban él contestaba, si lo ridiculizaban él sonreía y seguía compartiendo su fe.

(CONTINÚA…)

Tomado de la Revista Nivel 17

Lee Cómo Hablar de Dios en el Colegio sin ser un “Plomo” 2

2 COMENTARIOS

  1. Está genial, yo he pensado en hacerlo. Pasa que en mi grupo que es 5to artístico, es como que… Osea, ellos saben que soy cristiana, me molesta cuando hablan grosero y los corrijo o me alejo, se cuidan de no hablar de cosas obscenas delante de mi, no soy la mejor cristiana del mundo pero por lo menos marco presencia en ese aspecto (se que si me pongo como un milíco a corregirlos no los atraigo un pomo, estoy trabajando en eso). El tema es que no se cómo hacer que mi cristianismo les atraiga, y ese es mi problema. Quiero que en todo lo que hago se vea reflejado Cristo, realmente anhelo eso, pero siento que si lo fuerzo, osea, pienso demasiado antes de hacerlo, y supongo que no es así, que a los cristianos de verdad les sale natural… Estoy buscando a Dios, y se que si busco lo voy a encontrar, y cuando REALMENTE lo encuentre, ahí mi luz va a empezar a brillar sola sin necesidad de que la fuerce.

    PD: Gracias por estos devocionales, me encantan y me ayudan pila. Abrazos grandes a la gente de esta página, son de mucha bendición! Dios los re bendiga!
    Atte: Anahara (:

    • Hola Anahara. ¡¡Bienvenida!! Gracias por ser tan natural y espontánea en lo que compartis. Me encanta esa actitud!!!! Lo que haces, buscar a Dios, está excelente. Seguí buscándolo con intensidad y pasión y empezarás a brillar en medio de tus compañeros sin forzar la situación. Tus actitudes y conductas son las que marcan la diferencia, tu paz, tu gozo, la manera en la que reaccionas y cómo afrontas y resolves las situaciones difíciles. Eso, más que las palabras, es lo que los impactara de tu vida con Cristo. Tu disposición, tu buena onda y los límites claros que estableces, aquello con lo que no transas. No es fácil, pero vas por el buen camino!!!! No te des por vencida!!!

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