Cristo te da todo de sí, pero también quiere todo de ti. Pablo sabía que su respuesta a la muerte de Cristo era morir a su voluntad personal, renunciar a hacer lo que se le diese la gana. Ser un rebelde con una causa trascendente era entregarse a su Señor por completo.

Cristo quiere que lo conozcas y lo disfrutes como Señor de una manera personal, que puedas sostenerte en el poder de su resurrección, que participes de sus sufrimientos porque vives como alguien que ama y sirve a las personas necesitadas. Él quiere que tomes tu cruz y lo sigas.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?, porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras (Mateo 16. 24—27).

Este mundo quiere lo contrario y por eso el llamado de este libro es a rebelarnos por causa de Cristo. Su llamado es a que nos entreguemos enteramente a él cada día, sin reservas, sin peros.

El impacto del cristianismo depende de cómo se lo recibe. Muchos eligen diluirlo y convertirlo en algo que simplemente nos haga sentir mejor. Pero ese no es el verdadero efecto deseado. Pablo conocía el otro efecto, el que transformaba a la persona en alguien completamente nuevo, en un verdadero rebelde con una causa que lo comprometía desde los pies hasta la caspa. Por eso escribió: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí (Gálatas 2.20).

Consagrarse no es sentir algo lindo en la última noche de un congreso o un campamento. Tiene que ver con morir. El evangelio no puede entrarnos sólo como palabras. Es dar la vida entera a Cristo. ¡Ese es un discípulo peligroso! ¡Ese es un rebelde dispuesto a todo por Jesús!

CRISTIANOS PELIGROSOS

Un verdadero discípulo de Jesús es peligroso. Es un rebelde con causa. Es dinamita de Dios. Una vez, un adulto de ceño fruncido les dijo a unos jóvenes que yo era un líder peligroso. Ellos consideraron que este hombre me estaba ofendiendo. Pero yo les dije: ‘¡Qué bueno! Me siento honrado porque eso es precisamente lo que quiero ser.’ Quiero ser peligroso para un cristianismo aburrido. Quiero ser peligroso para la gente cómoda y monótona. Quiero ser peligroso para aquellos que se conforman con una vida cristiana mediocre.

Me pone triste ver grandes sectores de la iglesia que viven sólo en el portal de lo que es el cristianismo. Muchas personas que se hacen llamar cristianas se conforman con apenas arañar algo del Señor en una reunión del templo. Algunos líderes sólo saben señalar el pecado de los demás. Un montón de jóvenes tiene una religión intelectual que les sirve para no tener problemas con sus padres o que calma la superficie de sus conciencias. Conozco a muchos adultos cuya última experiencia fuerte de fe ocurrió hace veinte años… Pero la noticia grandiosa es que Dios no quiere que te quedes conforme con ser uno más en el montón.

Dios quiere hacerte protagonista de la clase de iglesia que él ideó en su corazón. Esa es una iglesia con gente diferente, con discípulos que tienen un propósito, que sienten pasión por Dios, que tienen mucha más cuerda que la que se junta con una cita de fin de semana en el templo. Sólo si somos esa clase de discípulos peligrosos podremos alcanzar todo nuestro pleno potencial y vivir una vida poderosa.

¿Y YO QUÉ?

Esta edad en la que estás es sensacional. Hay una cantidad de decisiones por tomar, personas por conocer, saltos por dar. Hoy estás decidiendo el tipo de persona que serás mañana. Con este libro quiero ayudarte a tomar esas decisiones. Es mi oración que puedas identificarte con las palabras que escribió un líder juvenil de Zimbabwe poco antes de ser asesinado por su fe:

Soy parte del equipo de los que no se avergüenzan.

Tengo el poder del Espíritu Santo.

La muerte ha sido sepultada.

Me he parado más allá del límite.

La decisión ha sido tomada.

No miraré atrás, no me rendiré, no disminuiré mi velocidad ni me quedaré quieto.

Mi pasado ha sido redimido, mi presente tiene sentido y mi futuro está seguro.

No quiero saber nada con la vida por debajo de mi potencial, nada de rodillas flojas, de sueños descoloridos, de palabras sin sentido, de ofrendas baratas o de metas mediocres.

Mis ojos están definidos, mi pulso es rápido, mi meta es el cielo, mi camino es angosto, mis compañeros pocos y mi misión clara.

No puedo ser comprado, comprometido, descarriado o retrasado.

No voy a pestañar ante el sacrificio, ni temer ante el enemigo ni deambular en los campos del conformismo.

No me rendiré ni me callaré hasta que avance y conquiste por la causa de Cristo.

Soy un discípulo de Jesús.

Si puedes hacer tuyas estas palabras, entonces eres un discípulo peligroso. Eres un rebelde por la causa de Cristo. ¡Vamos, entonces!

Extracto del libro Rebeldes Con Causa

Por Lucas Leys

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