EL TEMOR A LAS PERSONAS
¿Alguna vez te ha ocurrido esto? Hay un chico nuevo en la escuela. Llamémoslo Joe. En su primer día en la escuela lo ves en el corredor y quieres decirle: «¡Hola!», pero piensas: «Diré hola si él dice hola primero». Pero él no dice «hola», por lo que tú tampoco dices «hola». Al final del día piensas: «¡No es muy amigable!» Al día siguiente tomas una decisión: «Diré hola pero sólo si él dice hola». Pero Joe no habla y por lo tanto tú tampoco. Al tercer día se empiezan a involucrar en jueguitos. Fingen no darse cuenta de la presencia del otro. Si se cruzan en el corredor, él finge estar viendo al techo mientras tú finges estar estudiando el piso. Después de una semana piensas: «De todos modos no me cae bien».
Y mientras tanto, ¿qué estuvo pensando Joe durante todo este tiempo? «Diré hola si él dice hola». ¡Mientras a ti te daba temor hablarle a Joe, a él le daba temor hablarte a ti! A menudo las personas parecen muy seguras, pero nadie es tan seguro como aparenta. Internamente se preocupan de las mismas cosas que te pueden preocupar a ti: «¿Soy suficientemente listo? ¿Estaré lo bastante delgado? ¿Será demasiado grande mi nariz?». En pocas palabras: No debes temer a la gente. ¡La mitad de las veces ellos tienen temor de ti!
ALGUNAS COSAS SON SÓLO DE TU INCUMBENCIA
El que alguien te haga una pregunta no quiere decir que tengas que contestarla. Obviamente, por respeto a los papás y a los maestros frecuentemente tendrás que decirles lo que quieren saber. Pero entre compañeros de escuela algunas cosas son sólo de tu incumbencia. No siempre tienes que dar explicaciones por lo que haces. Si tus amigos te preguntan:
- ¿Por qué usas esta ropa?
- ¿Por qué haces eso?
- ¿Por qué andas con él?
- ¿Por qué oyes esa tonta musiquita?
Puedes decir algunas veces «Me va bien», o «Sólo porque me gusta». No hace falta decir más. En pocas palabras: No tienes que pasarte la vida justificándote ni dando explicaciones de por qué haces las cosas. Si te gusta hacer algo y ello no afecta a los demás, no hay ningún problema.
NO TIENES POR QUÉ ENOJARTE
A veces tus hermanos, hermanas y amigos de la escuela te dirán cosas para probarte. Pueden decirte algo así:
- «¡Estás gorda!»
- «¡Eres feo!»
- «¡Tu equipo es patético!»
- «¡Tu novio es un ñoño!»
La mayoría de las veces sólo están probándote para ver cómo reaccionas. Están experimentando para ver si te pueden hacer enojar. Si te enojas, ¡ellos ganan! Aunque suene raro, no tienes por qué enojarte. Tienes opción. No eres un robot. Puedes hacer una de dos cosas:
- Poner una gran sonrisa y decir: «Tal vez tengas razón». Lo que menos quieren es que estés de acuerdo con ellos.
- Fingir que no escuchaste. Cuando no obtienen una reacción, normalmente se van.
LAS QUEJAS. CUÁNDO MANTENER LA BOCA CERRADA
¿Qué es lo que nos gusta de los héroes de las películas? ¡Que nunca se quejan! Si el héroe tiene un cuchillo en la espalda o una flecha en la pierna simplemente lo saca y sigue con su trabajo. Nos agrada la gente que no se queja. Hay cosas que las demás personas sencillamente no quieren oír. Cosas como:
- «Me duele la cabeza»
- «Estoy de malas»
- «No dormí bien»
- «A nadie le gusto»
- «¡Me odio!»
- «Estoy aburrido»
- «Me siento deprimido»
- «¿Por qué siempre las cosas malas me pasan a mí?»
¿Quieres ser popular entre tus amigos? No siempre tienes que ser gracioso o ingenioso. Algunas veces basta con saber cuándo mantener la boca cerrada. Esto es lo que ocurre frecuentemente en las relaciones: Ted conoce a Tina. Ambos actúan lo mejor que pueden. Él ríe y dice bromas. Hablan de cosas positivas y alegres. Y Tina piensa: «¡Es taaaaaan maravilloso! ¡Tenemos tanto en común!». Después de una semana Ted comienza a relajarse. Empieza a quejarse de su vida y a criticarse. Después de un mes ya está criticándola a ella, a su ropa, a sus papás y al clima. Mientras tanto Tina piensa: «Solías ser tan divertido. Ahora eres realmente insoportable». Y Ted piensa: «Pensé que me amabas. ¿Qué ocurrió?». Si tienes problemas y quieres confiarlos a un amigo, está bien. Pero ponte un límite. No tienes que decirle a todo el mundo. A partir de hoy no tienes que decirle a todos que no dormiste bien. ¿No es esto un alivio?
AUTOCRÍTICA
Imagina que tú y yo somos amigos, y que todos los días te digo: «Soy muy aburrido. ¡No sé por qué quieres ser mi amigo! No sé por qué no simplemente te vas». Al cabo de un tiempo terminarás diciendo: «¡Buena idea!». Dice Mary: «Pero al criticarme a mí misma puedo demostrar a la gente que soy humilde». ¡Para nada! Si quieres ser humilde, sé humilde. Criticarse a uno mismo no es ser humilde, es ser tonto. Las personas que se tratan mal son desagradables. Dan ganas de golpearlas. La autocrítica molesta a las demás personas y sabotea tu imagen propia. Las cosas malas que te dices tienen su origen en tu subconsciente. Haz un pacto contigo mismo: «A partir de hoy, si no puedo pensar en algo positivo mantendré la boca cerrada». En pocas palabras: Uno se convierte en lo que piensa.
Extracto del libro Sé Un Adolescente Feliz
Por Andrew Matthews