Ante la adicción es recomendable una intervención profesional, sin embargo existen algunas acciones que puedes recomendarles a tus adolescentes durante el proceso, para ayudarlos a ser libres de la pornografía.

1. GUIARLOS A TENER UNA RELACIÓN ÍNTIMA CON DIOS. Cuando los adolescentes tienen un encuentro personal con Jesús, son fortalecidos por el Espíritu Santo, tal como dijo Pablo en 2 Corintios 12.10. Solo Él puede darles la libertad que necesitan. Por lo tanto, enséñales a tener un devocional diario, a orar todos los días, y a leer la Biblia, para que sean «transformados mediante la renovación de su mente» (Romanos 12.2). Aliéntalos a aprenderse versículos que hablen sobre la aceptación y el amor de Dios. Háblales del deseo de Dios de tener una relación personal con ellos, y de cómo el pecado inhibe nuestra capacidad de acercarnos a Él.

2. ANIMARLOS A REALIZAR EJERCICIOS FÍSICOS. La actividad física es recomendada para tratar cualquier adicción, y en especial la pornografía, porque ayuda con el estrés y contribuye a la distracción de todo aquello que los conduce hacia la adicción, redireccionando la energía y el pensamiento hacia actividades que fomentan el bienestar emocional y la salud física. Sugiéreles actividades como salir a caminar, correr, o practicar algún deporte.

3. AYUDARLOS A DESARROLLAR UN SISTEMA DE SALVAGUARDA. Cambiar un hábito requiere tomar medidas prácticas para adquirir nuevas conductas. Por ejemplo, puedes sugerirles eliminar las fuentes de acceso a pornografía, tener cuidado especial con los contenidos de las películas, los libros y cualquier otro material audiovisual, tener cuidado con las conversaciones entre amigos, ajustar el horario de sueño, dejar las puertas de la habitación abiertas, rendirle cuentas a alguna persona de confianza, y formar un grupo de amigos con la misma fe en Jesús para que pueden acompañarlos y alentarlos, involucrándolos a actividades de recreación y espirituales, tales como un grupo de discipulado, de estudio bíblico, o de oración.

4. ORIENTARLOS HACIA NUEVOS INTERESES. Las adicciones alejan a las personas de sus intereses y limitan la adquisición de otros nuevos, porque las mantienen ocupadas la mayor parte de su tiempo. Hazle a tus adolescentes preguntas sobre las actividades o cosas que les agradaba realizar antes de caer en la adicción a la pornografía. Aliéntalos a que se involucren dentro del grupo de jóvenes de la iglesia, a que realicen servicios comunitarios en su tiempo libre, a que tomen clases de algún instrumento musical, baile, canto o pintura, o a que practiquen algún deporte.

5. REALIZAR UNA INTERVENCIÓN. Cuando ya hayas llevado adelante varios intentos de ayudar al adolescente a salirse del estado de riesgo sin resultados exitosos, es oportuno que inicies un periodo de intervención en el que familiares y personas referentes lo confronten para establecer un plan de modo que reciba el tratamiento adecuado. Para ello, involucra a los padres y a alguna persona importante para el adolescente dentro de su escuela, como un docente o un consejero escolar, para que él pueda recibir un acompañamiento cercano dentro de su entorno. En casa, los padres pueden supervisar sus horas de estudio y de descanso, y sus hábitos. También pueden brindarle apoyo y afecto, los cuales serán fundamentales para que se sienta contenido. En la escuela, pueden animarlo a que participe en actividades extracurriculares, o realice trabajos de voluntariado, o reciba apoyo si presenta bajo rendimiento académico, y pueden proporcionarle también consejería psicológica. Además, pueden involucrarlo más en algún área, dándole responsabilidades especiales, para así ocupar su mente y su tiempo en cosas productivas.

Para ayudar a todos los adolescentes en tu grupo, pon énfasis en el plan de Dios para cada vida, en su voluntad de que disfrutemos el sexo dentro del matrimonio, y en la importancia de guardar la mente, el corazón y el cuerpo. Además, trabaja en la prevención, y en ofrecerles las herramientas necesarias para identificar el peligro. Y, por supuesto, a aquellos que se encuentran envueltos en este dilema, ofréceles sostén emocional y anímalos a buscar la ayuda que necesiten.

PALABRAS DE ADRIAN INTRIERI

El número de personas que consumen pornografía es cada vez mayor. En algunos círculos de adolescentes, incluso, se ve como extraño que alguno decida no ver pornografía. Esto provoca que muchos adolescentes se conviertan en adictos a la pornografía simplemente por la presión del grupo o por una necesidad de pertenencia. Por eso, desde el liderazgo, enseñarles a los adolescentes que obedecer a Dios tiene un costo, pero que vale la pena pagarlo, es lo más saludable y sabio que podemos hacer.

A diferencia de otras epidemias, la pornografía crece de manera silenciosa y oculta. Y no hace acepción de sexo: tanto hombres como mujeres consumen y generan pornografía.

Uno de los errores que tradicionalmente han cometido los consejeros es tratar de enfrentarla con argumentos morales y no funcionales. Se les ha enseñado a los jóvenes que «la pornografía es mala» sin capacitarlos para enfrentarla. El problema está en que si nuestro argumento es simplemente que «es mala», no llegaremos a comprender que el problema radica en lo que la pornografía genera en la mente de los adolescentes. ¡Su mayor problema es que distorsiona los pensamientos, creando todo tipo de conductas de descarga que se vuelven compulsivas!

A ver, expliquemos mejor esto. Quienes producen pornografía te presentan un producto que parece deseable, pero entre líneas te lanzan también una serie de mentiras peligrosas. Un ejemplo es que, tanto en los hombres como en las mujeres, la cuestión está centrada en el cuerpo, con una mirada extremadamente egoísta. De ahí que se instalen en la mente de quien consume pornografía ciertas conductas que tienen que ver con convertir en objetos a los hombres y las mujeres. Cuando me refiero aquí a objeto, quiero decir que las demás personas se vuelven objetos que se espera que brinden satisfacción sin importar las consecuencias.

Otra mentira es la cuestión de la duración de las relaciones sexuales, ya que la pornografía hace parecer que lo ideal es que el tiempo sea interminable. Estas mentiras y otros muchos engaños promueven comparaciones y producen fuertes sentimientos de inferioridad en las personas que consumen pornografía. Las mentiras de la pornografía denigran a la mujer y humillan al hombre. El problema es que, si no las reconoces, y en cambio las aceptas, ¡ellas distorsionan tu comprensión de la sexualidad! El sexo no es como la pornografía dice que es. Dios diseñó la relación sexual no solamente con el fin de la procreación, sino también con el fin de proveer placer en el matrimonio. Pero la pornografía empobrece y enferma, tornándose con el tiempo ingobernable e invadiendo progresivamente todos los momentos de la vida de quien la consume.

Extracto del libro “Manual de Consejería Para el Trabajo con Adolescentes”

Por autores varios.

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