Continuemos.
C. Cuando Atesoras la Palabra de Dios en tu Corazón.
Luego el salmista le explica a Dios lo que ya ha hecho para ayudarse a seguir las reglas. Dice: «En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti» (vs.11). A eso le llamo pensando acerca de lo que estás pensando. ¿Qué significa decir que has atesorado los dichos de alguien en tu corazón? Cuando tu madre te dice lo inteligente que eres, cuánto cree en ti y lo mucho que te ama, esas son palabras que puedes atesorar en tu corazón. Te sientes bien cuando atesoras esas palabras en tu corazón. Tú sabes cosas importantes acerca de ti mismo, sabes que eres querido porque eres una persona especial.
Tú sabes que eso es cierto cuando atesoras la Palabra de Dios en tu corazón. Él dice que te ama, quiere que confíes en lo que Él tiene diseñado que llegarás a ser. También sabe que eres capaz de aprender más de Él y de trabajar duro para ser todo lo que Él quiere que seas. Bueno, esa parte alegra al salmista y expresa algo como: «Muchas gracias, Dios. Manos a la obra. Estoy listo para aprender lo que Tú tienes para mí».
Ahora él está que arde de amor por Dios porque tiene las palabras en su corazón y en su mente. Le dice al Señor exactamente qué más está dispuesto a hacer. Le dice: «Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido» (vs.13).
4. ¿Cómo le Demuestras a Dios que Estás Feliz de ser su Hijo?
¿Acaso no es eso lo que haces cuando estás emocionado por algo y estás feliz? ¿No quieres que todos sepan lo que tú sabes? ¿No es esa una de las maneras de obtener gran gozo del amor que Dios tiene para ti? Les cuentas a tus amigos. Se lo dices a casi cualquier persona que esté dispuesto a escucharte.
Por último, el salmista le dice algo más a Dios que es muy importante. Le dice: «Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas» (vs.14). ¡Qué tal! ¿Te imaginas diciéndole a tu mamá que disfrutas vivir de acuerdo a las reglas de la casa? La mayoría, sin importar la edad, no se emocionan mucho cuando hay reglas que seguir. Al escritor de este salmo no solamente le gustan las reglas, sino que le encantan mucho. ¡Wau! Piensa en eso por unos momentos.
Aquí hay una acción que puedes tomar.
Terminamos esta porción del Salmo 119, con el creyente diciéndole a Dios qué acción tomará. Esto es algo que tú también puedes hacer. Le dice: «En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra» (vs.15-16).
Esto es el núcleo de pensar lo que estás pensando: Piensa en los pensamientos de Dios, estúdialos, disfruta obedecerlos y no los olvides. ¡Eso es enorme! Léelo de nuevo:
- Piensa en los pensamientos de Dios.
- Estúdialos.
- Obedécelos.
- Recuérdalos.
Al igual que el salmista, es importante que pienses acerca de lo que Dios dice y cuáles son sus reglas para tu vida. Se toma mucho tiempo y mucho estudio para pensar lo que Dios quiere que sepas y entiendas. No es algo que puedes dejar para mañana. Es algo que comienzas a conocer ahora, para que Dios pueda aumentar tus pensamientos y tu entendimiento mientras crezcas, para ayudarte y protegerte en el mundo exterior.
Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”
Por Joyce Meyer