Como creyentes evangélicos generalmente tenemos una tendencia a ser poco participativos en el ámbito fuera de la Iglesia. Este comportamiento se justifica, muchas veces, por la gran dedicación de tiempo y esfuerzo que requieren las actividades eclesiásticas (actividades juveniles del sábado, ensayos, preparación de materiales y organización de diversos eventos evangelísticos o de crecimiento cristiano, actividades dominicales, reuniones y/o encuentros de diversa índole durante la semana). Humanamente, se torna improbable agregar, a ese ritmo, una participación importante en cualquier esfera de gestión, extensión o voluntariado de la sociedad (ya sea en la comunidad barrial, en actividad política, en los ámbitos de gestión escolares o universitarios, en organizaciones solidarias, literarias, culturales, deportivas, etc. etc.), sin descuidar las tareas prioritarias de estudio o trabajo o familiares. ¿Cómo resolver entonces esta encrucijada? Personalmente siempre me inquietó este tema, porque varias veces me lo hicieron notar compañeros de estudio o trabajo, reprochándome ese modo “burbuja evangélica” de posicionarme en la sociedad. Esto es muy común en aquellos que hemos nacido prácticamente en la Iglesia, y que hemos hecho de la misma nuestro modo de vida. Por eso, para todos los que alguna vez se han confrontado con este tipo de sentimientos encontrados, acá van algunos consejitos útiles, que me han servido en forma particular.

  1. Intentá que alguna de las áreas de servicio en las que participás tenga una pata en la sociedad, es decir, no te centres solamente en ministerios internos de la Iglesia. Ejemplo: participá alguna vez de las actividades de la Copa de Leche, de alguna Hora Feliz, de los viajes misioneros, de Luciérnagas, en eventos para ayuda solidaria, de Acción social, etc. Probalo y sentirás algo especial.
  2. Aunque no participes activamente, mantenete informado de los modos, instancias organizativas y/o eventos en que tus compañeros y allegados del ámbito laboral, familiar o estudiantil donde estás vinculado se desempeñan. Es impresionante cómo una sencilla pregunta a un compañero respecto a sus actividades participativas en la sociedad puede crear un vínculo importante y cambiar su percepción de los “cristianos evangélicos distantes”.
  3. Hacete un espacio para participar en alguna ocasión de una reunión, encuentro, asamblea, proyecto en que seas invitado fuera del ámbito de la iglesia. Dependerá de la etapa de vida en que te encuentres, siempre hay convocatorias (mediadores, centros de estudiantes, consejos barriales, comisiones de padres, consejos y comisiones universitarias, asambleas de estudiantes, comisiones gremiales, etc.)
  4. Nunca bajes tus convicciones y valores, manteniendo muy alto la bandera del evangelio, hacelo de manera racional, para ello deberás estar preparado para dar respuesta y justificar porqué defendés ciertos modos de enfrentar los problemas y dar solución a los conflictos. Tratá en lo posible de influenciar a los otros y no ser atrapado en la cosmovisión no cristiana. Es simple: hay que LEER, ESTUDIAR, RAZONAR, y tener DOMINIO PROPIO. Pero no abras la boca sin haber ORADO primero.
  5. Cuando te comprometas en un ámbito de participación se responsable y constante. Todos te respetarán cuando seas puntual, cumplidor con la tarea que te asignaron, y perseverante. Y cuando no puedas cumplir será mejor renunciar a tiempo, siempre y cuando no estés renunciando muy frecuentemente.
  6. Nunca dejes de asistir a la Iglesia y de practicar las disciplinas espirituales porque estás sobrepasado de actividades afuera. Intentá organizarte, llevá una agenda, clasificá las actividades según prioridades, calculá los tiempos que te demandará cada compromiso, sé sabio para que no se te vuele en día, sin darte cuenta, frente a la pantalla de la tele, del internet o de la red social. Siempre será bueno contar con un fiel amigo/a o padre, madre o líder que te dé un sacudoncito de vez en cuando y te alerte de inconsistencias o incumplimientos, si no lo tenés, pedilo inmediatamente, y aunque te enoje o avergüence momentáneamente es lo más sano y saludable que agradecerás siempre.

Por último, me gustaría concluir recordando una etapa de la historia de nuestros orígenes como movimiento evangélico de los hermanos libres: el grupo del círculo de Clapham. Este grupo incluía personas de la alta sociedad de Inglaterra, ganados por la predicación de Wilberforce, a finales del siglo XVIII y principios del XIX. En él se destacó la figura de Hannah More, una de las más reconocidas poetizas de la historia de Inglaterra, quien dedicó su vida a escribir contra la esclavitud, el trabajo en condiciones miserables, la importancia de la educación de los niños, la importancia de la educación de las mujeres, etc. Estos escritos y su obra en la educación lograron influir grandemente en el Parlamento para la aprobación de leyes contra la esclavitud y el mejoramiento de las condiciones de trabajo en las fábricas. Varios autores sostienen que el trabajo de este grupo de evangélicos reconocidos, logró frenar en Inglaterra a las masas de trabajadores indignados que podrían haber llevado a una revolución como la que se dio en Francia en 1789. ¡¡¡Claro que valió la pena participar!!!!

Por Patsy Winter.

 

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