Desde que las hormonas comenzaron a trabajar en tu cuerpo, se han pro­ducido muchos cambios. Ahora resulta que te sientes cada vez más atraí­do por personas del sexo opuesto. Posiblemente te sientas inseguro y un poco tímido como para dar el primer paso y establecer una relación. Pero no te preocupes ni vayas tan a prisa. La primera relación que debes buscar con el sexo opuesto es la amistad. Hacer amigos te hará crecer y madurar un todas las áreas. Deja el sexo para el matrimonio.

Al hacer amigos, toma en cuenta estos consejos:

  • Que tus mejores amigos sean cristianos. Los amigos son consejeros y tú necesitas uno que pueda orientarte en el buen camino y, por lo tan to, debe ser uno que ame a Dios. Santiago 4:4 dice “…¿No saben ustédes que ser amigos del mundo es ser enemigos de Dios? Cualquiera que decide ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios” (Dios habla hoy).
  • La amistad significa dar y recibir. Es normal en esta etapa que quieras que tus amigos estén pendientes de ti permanentemente. Pero no olvides que ellos también te necesitan a ti.

De las buenas amistades con el sexo opuesto, provienen los noviazgos; Y del noviazgo, el matrimonio. Pero antes de pensar en el noviazgo y el matrimonio, piensa en fortalecer amistades. El elemento más importante en la relación de amistad es el amor.

¿Qué es el amor?

Primero digamos lo que no. El amor no es:

  • Una sensación pasajera.
  • Una atracción física.
  • Una relación sexual.

Entonces, ¿qué es el amor?

  • Es compromiso.
  • Es una decisión por el bienestar de otro.
  • Es un acto de la voluntad. “Haya entre ustedes amor”, dice la Biblia.

Busca 1a Corintios 13 y lee detenidamente todo el capítulo.

Aprendemos que el amor:

  • Es generoso.
  • Es desinteresado.
  • Es paciente.

Busca el bienestar de la otra persona.

Anota otras características del amor que encuentres en este capítulo:

Busca y lee Juan 13:1-15.

Jesús es el ejemplo de amor. Veamos algunas características:

  1. El amor piensa en los demás. No tiene egoísmo, se preocupa más por los otros que por sí mismo.
  2. El amor es sacrificial. No hay límites para el amor. A Jesús nada le resultó demasiado, fue a la cruz y asumió el costo por amarnos.
  3. El amor es comprensivo. Acepta a los otros tal cual son; con debili­dades, traumas, fracasos, etc.
  4. El amor es perdonador. Cuando se inclinó a lavarles los pies, Jesús sabía perfectamente que Pedro lo negaría, Judas lo entregaría y que todos lo iban a abandonar, pero aun así les sirvió.

¿Cuál es la diferencia entre amor y lujuria?

El amor es un compromiso desinteresado con el bienestar de otra persona.

La lujuria es sólo atracción física.

¿Qué es el enamoramiento?

  • Es la atracción basada en los sentimientos. Llega sin esfuerzos. Sobre­viene. No requiere disciplina o esfuerzo constante como el amor.
  • Es el deseo de bienestar y crecimiento propio, no tanto de la otra per­sona.
  • Es temporal, pasajero. Viene de repente, de repente se va.

¿Como saber si lo que siento es verdadero amor o es enamora­miento?

  • Si tu mayor interés por la otra persona es lo físico, entonces es sólo enamoramiento. El verdadero amor piensa en la totalidad de la perso­na. Te atraen muchas cosas de ella, no sólo lo físico.
  • El enamoramiento surge de repente, el amor implica conocimiento lento de la otra persona. Va creciendo despacio.
  • El enamoramiento es excluyente. Dejas de lado otras relaciones, como amistades, familiares. En el amor tu mundo se expande para incluir a tu amado.
  • El enamoramiento es caprichoso, no acepta consejos y no ve los posi­bles peligros de esa relación. El verdadero amor reconoce las fallas de la otra persona, pero aun así desea amar.
  • El enamoramiento no puede soportar grandes pruebas. El amor lo sufre todo, lo espera todo, lo puede todo.
  • El enamoramiento es egoísta. Sólo se piensa en uno mismo y en lo que se puede recibir. El verdadero amor piensa en la felicidad de la otra persona.
  • El enamoramiento provoca desconfianza. Los celos son el producto de esa desconfianza. En el verdadero amor hay seguridad y confianza mu­tua.

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