¡NO PUEDO CONTROLAR MIS EMOCIONES!
¿Has visto jugar a un niño de dos años? Se arrastra alrededor de la mesa para café y de repente cae golpeándose la cabeza.
¿Qué es lo primero que hace? Mira alrededor para ver quién está mirando y, dependiendo de la audiencia, elige su estrategia: «¿Me río o lloro?» Hay una fracción de segundo en la que toma una decisión.
¿Qué nos revela esto? Que cuando tienes dos años y algo sale mal te tomas un momento para decidir si lo aceptas tranquilamente o si pataleas y gritas.
¿Qué sucede cuando tienes 13 o 30? Lo mismo. Tú eliges tus emociones. Tu vecino es grosero, pierdes tu cartera, tu novio termina contigo. Tomas una decisión: «¿Sigo contenta o pataleo y grito?» Tú eliges. No finjamos que las emociones nos ocurren como si llegaran del espacio exterior.
ELEGIMOS LA FELICIDAD
Algunas personas casi siempre están felices y otras nunca lo están. La verdad es que elegimos la felicidad a pesar de nuestros problemas. ¿Alguna vez:
- Has discutido con tu novia?
- Reprobado un examen?
- Te han regañado tus padres?
- Has estado enfermo?
- Has sido defraudado por un amigo?
- ¿Alguna vez has necesitado dinero y tus padres no te lo dieron?
- ¿Alguna vez has perdido algún amigo o algún pariente?
- ¿Alguna vez has hecho todo el trabajo y otro recibió el crédito?
A todos nos pasan cosas como éstas, ¿no? Y cuando pasan, muchas personas dicen: «Esto va a arruinar mi día/semana/mes», y así es.
Pero las personas más felices dicen: «A pesar de todas las cosas locas que están ocurriendo en mi vida estoy decidido a seguir feliz».
La felicidad es un acto de la voluntad. La logras tomando control de tus pensamientos. Es tu mente. Tú decides en qué piensas. Recuerdo haber tenido la esperanza de que mi vida se hiciera más fácil. Pensaba: “¡Cuando tenga menos problemas seré feliz!” Luego descubrí algo fascinante. ¡Las personas más felices que conocía tenían más problemas que yo! Quizá tú lo has notado también. Las personas que parecen ser las más felices normalmente han tenido las vidas más difíciles. Han perdido miembros de sus familias, han perdido dinero, han sufrido enfermedades graves, ¡y es muy probable que sigan teniendo grandes problemas! Pero están felices porque en algún momento decidieron que la felicidad es la única manera de vivir. La felicidad no es algo que te pase como un accidente. Es algo que eliges.
Recientemente platiqué con una dama llamada Rena a través de un programa de radio en Cleveland, Ohio. Rena me dijo: «Me acabo de divorciar, tengo una demanda en mi contra, mi casa se incendió y ahora los médicos me dicen que mi cáncer ha regresado por tercera vez. ¿Pero sabes? A pesar de todo esto estoy feliz». Rena dijo: «Uno no encuentra la felicidad cuando no hay problemas; uno la encuentra a pesar de los problemas». Tú eliges.
En pocas palabras: Tú haces la elección de ser feliz primero. La felicidad es una decisión diaria.
«¿POR QUÉ?» O «¿QUÉ?»
¿Cómo manejas las decepciones? Tal vez participas en una prueba para el equipo de baloncesto y te eliminan. Haces una solicitud de empleo y te pasan por alto. Compras una bicicleta nueva y te la roban a la semana. Te enamoras del chico de la casa de al lado y él se enamora de la chica de enfrente. Te harás preguntas como:
- «¿Por qué a mí?»
- «¿Por qué ahora?»
- «¿Por qué me dejó?»
Puedes preguntarte una y otra vez «¿Por qué?». Frecuentemente la pregunta importante no es “¿Por qué?”. La pregunta importante es: «¿Qué?»
- «¿Qué puedo aprender de esto?»
- «¿Qué voy a hacer al respecto?»
- ¿Es justa la vida? Tal vez no, ¡pero no importa «por qué»!
Una vez que te preguntas: “¿Qué puedo aprender y qué voy a hacer al respecto?” ya vas de salida. En pocas palabras: Haz como si cada evento en tu vida tuviera un propósito y tus decepciones tendrán un propósito. Cada «desastre» de tu vida no es tanto «un desastre» como una situación que espera que cambies tu manera de pensar respecto a ella. No estamos aquí para ser castigados. Estamos aquí para ser educados.
GRATITUD Y FELICIDAD
La mayoría de nosotros crecemos con la idea de que no estamos bien. Pronto damos por hecho que nuestras familias, casas, autos y calificaciones no están bien. Nos concentramos en lo que nos falta: «Si tan sólo me respetaran en la escuela»; «si tan sólo tuviera mejor ropa». ¿Puede extrañarnos que la felicidad nos resulte tan elusiva?
Cada vez que nos sentimos agradecidos por algo nos sentimos mejor. Cada vez que decimos «Gracias» estamos afirmando: «Acepto lo que tengo y el lugar en el que estoy».
La felicidad nace de concentrarte en lo que tienes, no en lo que te falta. En pocas palabras: Si en verdad te interesa ser feliz, en algún momento tendrás que sentir agradecimiento. Si dices: «Cuando mi vida mejore entonces me sentiré agradecido», ¡nunca lo estarás!
Extracto del libro Sé Un Adolescente Feliz
Por Andrew Matthews