Queríamos mostrar que el amor conlleva esfuerzo, que una relación se construye con amor y trabajo. Así decidimos dar a los invitados una rosa, en representa­ción del amor, y unas espigas de trigo, en representa­ción del trabajo. Teníamos claro que si no lo encontrá­bamos, lo fabricaríamos nosotros mismos, pero Dios nos llevó hasta una pequeña tienda en un pueblo en el que estábamos de visita y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos las encontramos ya fabricadas, así que, encargamos aquellos presentes y les añadimos una pequeña nota que decía:

«¡Observa! ¡Mira más allá de lo que tus ojos alcanzan a ver! No olvides cuidar cada día tu amor por los demás, todo tu esfuerzo tendrá su recompensa. Aprovecha cada cosa que Dios te da, merece la pena. Protege lo que amas, para que nada ni nadie lo dañe y recuerda que Dios es Amor y cuando expresamos este sentimiento estamos reflejando a Dios mismo en nuestras vidas. Con amor en Cristo, Israel y Sonia.»

No sé si la gente lo conservará, pero desde luego que la entrega de aquellos presentes fue uno de los mo­mentos más especiales para nosotros.

La “metamorfosis” de Dios es la transformación de nuestra vida en muchos aspectos. Es un cambio movi­do por el amor, un cambio que se refleja en nuestros hechos y acciones, un cambio que se ve y se aprecia. Por eso no puedo entender a los jóvenes que sólo expresan amor por aquellos que son afines a ellos, o que expresan amor a sus “amigos” pero luego pierden el respeto a sus padres, no escuchan los consejos de otros y sólo piensan en ellos mismos.

Sé que seguramente nadie te anime a amar sin espe­rar nada a cambio. Hoy parece que el amor es solo un medio para conseguir cosas. Ha sido tergiversado y manipulado por nuestros propios intereses y poco tiene que ver con el tipo de amor que nos enseña la Biblia. El amor de pareja no es para conseguir sexo y placer, el amor de nuestros padres no es para tener un buen hotel donde dormir y que acudan a mi resca­te cada vez que me meto en líos, el amor de mis ami­gos no es para que me acepten y no sentirme solo, el amor de Dios no es para que las cosas salgan como yo quiero. El amor de Dios, el auténtico amor, es aquel que no espera nada a cambio, que todo lo da, todo lo ofrece, todo lo espera… La transformación que Dios me pide solo es posible si experimentamos ese amor, solo es posible si dejamos que sea él quien la realice en nuestro corazón y en nuestra mente.

Extracto del libro “Soy Diferente y Qué”

Por Israel Martorell Alonso


MAS INFO

Síguenos en Instagram para las mejores imágenes y memes cristianos: @desafio.joven

Para más novedades síguenos en Facebook: DESAFIO JOVEN

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí