¿Entonces, qué es un líder? ¿Qué debe hacer? Para empezar creo que deberíamos hablar de discípulos en vez de líderes, al menos por el momento. Quizás no abarca todo el concepto del liderazgo tal y como lo entendemos ahora. Pero Dios no nos llamó a ser líderes y producir líderes sino a ser discípulos y hacer discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fi n del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20).

Hacer discípulos, no nuestros, sino de Jesús. Así que para empezar decidamos ser discípulos de Jesús, seguirle, oírle, aprender de Él y obedecerle. Cuando uno es un buen discípulo, puede, si Dios quiere, ser un buen líder. Entonces, ¿cómo ser un discípulo?

Para ser discípulo, hace falta fundamentalmente una cosa: Tener un Maestro.

El discípulo no puede existir sin el maestro. Es algo sin sentido. Jesús como nuestro maestro debe ser el primer rasgo como discípulos. Es lo que nos da identidad, alrededor de Él, y al seguirle. Y Él no es solo un maestro teórico, es eminentemente práctico. Debemos por lo tanto aprender y poner en práctica, aprender y poner en práctica y muchas veces poner en práctica para poder aprender e ir creciendo hacia la madurez.

“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud” (Mateo 14:14-22).

¿Y qué nos enseña el Maestro?

Aquel día Jesús les iba a enseñar a sus seguidores a dar de comer a los demás y el precio que tenían que pagar. Había 5000 personas (al menos) y muy pocos recursos en sus manos para alimentarlos a todos. Quizás la solución fácil hubiera sido mandarles a la hamburguesería más próxima. Pero no, Jesús no quería desperdiciar esa oportunidad.

La gente se sentó. Ahí vemos un montón de grupos de gente, niños, hombres y mujeres, tirados en el césped, esperando. Jesús los amaba y quería darles de comer, ya les había enseñado muchas cosas, pero también tenían necesidades físicas que suplir. A este grupo la biblia los llama “la multitud” los que estaban recostados, v.19. Hoy en día la cosa no ha cambiado demasiado. La multitud sigue recostada esperando que les den de comer. Jesús los amaba, sí, y les dio de comer, aunque sabemos que cuando ocurrió la cruz, ninguno de esos 5000 entraron en la historia; y en hechos capítulo 2 (esto es un ejemplo de referencia que hay que buscar) sólo había 120 personas esperando la promesa para trabajar.

Hoy las iglesias están llenas de gente recostada que oyen lo que Jesús les dice, pero quien sabe si algún día se levantaran del césped. Aun así insisto, Dios los ama.

Pero hay un grupo especial. En medio de ese gentío hay doce personas de pie (No se sabe cuántos Discípulos había pero el contexto nos habla de que probablemente eran los doce). Con doce cestas

Ellos también tenían hambre, tenían las mismas necesidades que los demás, pero estaban de pie, cada uno con una cesta prácticamente vacía, con unos trocitos de pan y pescado. Jesús bendijo esos pocos recursos, y mientras esos nuevos camareros servían a los demás, veían que los recursos no se agotaban sino que superando toda lógica, cada cesta se iba llenando en la medida que repartían. Los discípulos tenían hambre, pero no podían comer, tendrían que esperar, un discípulo piensa en servir en primer lugar. Un líder piensa en servir en primer lugar, incluso a los recostados.

Al final de la historia, después de dar de comer a 5000 personas, a esos doce se les hacia la boca agua. Estaban más que cansados, imagina un restaurante con 12 camareros para atender a tanta gente. Pero así lo hicieron, un trabajo agotador. Pero al final de la jornada, esos camareros tenían en sus manos cada uno una cesta llena de panes y peces.

Aquel día aprendieron a servir a los demás, aprendieron a depender de Jesús, a amar a la gente como él los amó, a saber repartir con equidad, a trabajar con denuedo, a no quedarse recostados, a no formar parte de una multitud acomodada, a trabajar con los pocos recursos que tenían, a obedecer a Jesús, incluso cuando no les apetecía. Y quizás inspiraron a otros con su ejemplo. Aquel día estaban aprendiendo lo que era ser un discípulo de Jesús a través del servicio a los demás.

Recuerda que Dios no busca clientes, busca discípulos y quiere que nosotros hagamos discípulos y no personas que solo esperan el próximo menú. No preguntemos ¿Cuánta gente hemos alimentado? Sino ¿A cuántos hemos enseñado a dar de comer?

POSTRES

  • ¿Qué es ser un discípulo?
  • ¿Cómo enseñaba Jesús a sus discípulos?
  • ¿Qué podemos aprender del pasaje de los panes y los peces?
  • ¿Qué ventajas tiene ser un “recostado”? ¿Y uno de los doce?
  • ¿Qué prefieres ser? ¿Por qué?

Extracto del libro “Igleburger”

Por Alex Sampedro

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