Más carne, más barata y a gusto del consumidor.
Te invito a una hamburguesa cerca de mi casa porque tengo ganas de hablarte de Dios y de la iglesia, pero no quiero sonar demasiado religioso, aunque muchas veces lo soy a mi pesar. En lugar de quedar contigo en un “templo” prefiero comentarte algunas cosas en un burger. He escrito algo, me gustaría que lo leyeras, sé que ahora leer no está de moda, pero, esta vez, prefiero escribirlo para que no se me quede nada en el tintero. Si quieres podemos hablar de lo que he escrito, paramos cuando quieras, pregúntame o contesta mis preguntas, pero no te quedes ahí pasmado mientras te acabas la última patata. Tomemos decisiones, creo que está en nuestras manos hacer que nuestras vidas cambien.
¿Sabes? Nuestra vida espiritual se parece a esta hamburguesería, tanto en cosas buenas como en malas. ¿Qué vas a pedir?
Voy a ser sincero, veo mucha gente que “va a la iglesia” como si fuera a un “burger”. Es lo primero que me viene a la mente al ver mi propia vida cristiana y tal vez la de muchos. Seguir a Jesús es lo mejor que podemos hacer, todo un reto que nos motiva a avanzar y a no conformarnos con lo que otros han hecho, pero creo que lo hemos entendido mal, que no somos responsables con lo que se nos ha otorgado.
Le hemos quitado importancia a todo lo que Dios nos ofrece y lo hemos convertido en comida rápida, en un producto que ofrecemos para saciar nuestras necesidades del momento. Llevamos una vida de iglesia acomodada y a gusto del consumidor, una iglesia de la burguesía, hecha por nosotros y para nosotros.
Escuchamos Su Palabra como si fuera una hamburguesa que tiene que saber muy bien, pero poco nos interesa si realmente nos alimentará y será de provecho para nuestras vidas o nos convertirá en obesos espirituales acostumbrados a que nos lo den todo y ahora, y sin quemar ni un gramo de grasa espiritual.
UNA IGLESIA CONSUMISTA
No todo es culpa del que lo recibe, también lo es del que da la Palabra. Algunos predicadores nos han dicho sólo lo que queremos oír. Palabra a la carta, barata, rápida y a gusto del cliente, y siempre acorde con la corriente de este mundo:
Tú eres el mejor (“de los cuales yo soy el primero” 1 Timoteo 1:15), Dios quiere cumplir todos tus sueños, tienes que pensar en positivo, reclama lo que es tuyo, 34 pasos para el éxito… y un largo (demasiado largo) etcétera. Los que damos de comer somos responsables del alimento que reciben otros. Nuestra teología se ha abaratado demasiado. Creo firmemente que en el liderazgo están muchas de las raíces del problema y también las soluciones. Nuestras ideas se han empapado del pensamiento de esta época. Algunas de ellas no son malas en sí mismas pero… Nos hemos acostumbrado a verdades a medias, que no sacian al verdadero buscador y que dejan de lado el mensaje que Jesús vino a enseñar, su cruz, su vida, su misión y nuestra entrega.
Jóvenes que, aunque asistimos, lo que conocemos de Dios es lo que dicen las canciones que cantamos y saltamos, o lo que pone en nuestras camisetas; pero que, en la mayoría de los casos, no nos atrevemos a estudiar la Biblia, no la hemos leído entera ni una sola vez, no hemos meditado en ella, ni pasamos tiempo a solas con Dios, pero nos atrevemos a decir “Jesús es mi amigo”. Nuestras vidas no cambian, somos como todos los demás, nos preocupan las mismas cosas, tenemos los mismos intereses y pensamos como este siglo, pero claro, somos cristianos.
Hemos construido toda una cultura de la que nos servimos (creo que eso no es malo en sí mismo), hemos decorado nuestras iglesias, nuestros templos y nuestras vidas. Nos hemos cargado de herramientas, instrumentos, artes, escenarios, luces, humo, show, marketing, estrategias, formas de hablar, música para todos los gustos, “performances”, tácticas, nuevas corrientes culturales, movimientos urbanos, bailes, moda, “mass media”. Toda una carcasa donde hemos puesto todos nuestros esfuerzos. Pero quizás hemos olvidado el contenido. De qué estamos hablando y de qué va esto. Si nos despojáramos de estos disfraces ¿Qué nos quedaría? ¿Qué te quedaría? Pregúntatelo delante de nuestro Dios. Yo lo hago. Además, ¿Qué buscan realmente las personas, aquellos que tienen ganas de descubrir la verdad de Dios y que están ahí fuera esperándonos?
La comida basura nos ha invadido, pero creo que aún hay una generación que tiene hambre y sed de justicia. ¿Serás tú uno de ellos?
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados”. (Mateo 5:6).
POSTRES
- ¿Qué significa ser un obeso espiritual?
- ¿Cómo describirías una iglesia consumista?
- ¿Qué significan para ti, las enseñanzas de Jesús, su cruz, lo que hizo?
- ¿Qué crees que es lo importante, lo central, en el cristianismo?
Extracto del libro “Igleburger”
Por Alex Sampedro