#11. EN REALIDAD NO ES SEXO”.

«En realidad, mi novio y yo vivimos en pureza. Así que tratamos de hablar al respecto en diversos lugares y ocasiones. Decimos a los demás que pueden hacer lo mismo que nosotros: solo tener sexo oral».

«Solo era un amigo, pero cuando menos lo pensé nos enviábamos esos mensajes de texto con insinuaciones sexuales. Nos volvimos algo así como amigos electrónicos con beneficios, pero nunca tuvimos sexo».

«Para ser sincera, no hay un solo chico de mi grupo juvenil a quien no haya besado o tocado de alguna forma. Algunos de ellos fueron más lejos que otros, pero tengo una línea que no cruzaría. Nunca he tenido sexo».

Cualquier “insinuación” de sexo fuera del matrimonio está mal. Efesios 5:3 define la norma divina de pureza: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”. Esto sin duda incluye tener relaciones sexuales.

Sin embargo, el pecado sexual que aquí se prohíbe abarca mucho más, pues ni siquiera debería permitirse mención alguna de sexo fuera del lecho matrimonial. No es preciso que tengas contacto físico con un chico para “insinuar” pecado sexual. Jesús amplió la definición de pecado sexual que incluye mirar a alguien con codicia (Mt. 5:28).

  • Una “insinuación” sexual es vestirte con ropa que deja al descubierto gran parte de tu cuerpo desnudo.
  • Una “insinuación” sexual es escribir mensajes de texto con el fin de flirtear con un amigo.
  • Una “insinuación” sexual es quedarte mirando un sensual afiche de ropa interior, y mirarlo demasiadas veces.
  • Una “insinuación” sexual es navegar por la red y mirar las imágenes sensuales.
  • Una “insinuación” sexual es exponerte a canciones, películas y espectáculos televisivos que usan humor y lenguaje de contenido sexual. (Efesios 5:4).

Para Jesús, estas áreas de pureza mental cuentan, y dañan tu moral. Con todo, el pecado sexual no es la única área en la que las jóvenes cristianas luchan. Nuestro corazón se duele al oír que algunas jóvenes practican caricias sexuales, masturbación, y sexo oral pensando que dichos actos no son pecados sexuales… Sí lo son.

¿SIMPLE CUESTIÓN DE MODA?

Minifaldas. Camisolas con escote. Camisetas ajustadas. Quizá te parece tentador creer que está bien vestirse conforme a las tendencias actuales de la moda. ¿No es así? Pues no debemos poner “tropiezo” u ocasión de caer al hermano en su andar de fe (Ro. 14:13). Dios quiere que tú seas una joven que protege la mente de sus hermanos en la fe. También estamos llamadas a reservar los más íntimos “tesoros” de nuestra belleza para un solo hombre (Pr. 5:18-19), y no compartirlos con cuanto joven aparece.

Si ese es el plan de Dios, entonces tenemos que decir que algunas tendencias de hoy no son “simple moda”, sino pecado. No te pierdas lo mejor de Dios para ti. Escudriña su Palabra y rehúsa vestirte según las modas indecentes que “incitan” al sexo.

Aunque la norma de pureza que Dios ha establecido es elevada, las recompensas bien valen el haberse podido controlar. El mundo tratará de decirte que te estás perdiendo la “gran diversión”. Eso no es cierto. Como ves, Dios sabe que somos propensas a cuestionar el valor y la necesidad de las normas. Nos preguntamos: ¿Para qué sirve esa norma? ¿Cómo puede ser para mi bien? (Tal como Eva puso en duda los límites que Dios impuso en cuanto al árbol del conocimiento del bien y del mal). La respuesta es que todas sus normas existen para que “nos vaya bien” (Dt.6:24). A la luz de este concepto, los límites divinos para la sexualidad existen, en parte, con el fin de hacer que este regalo sea más maravilloso. ¿Podrá ser verdad?

Las ciencias sociales lo confirman. En uno de los estudios más liberales acerca de los hábitos sexuales de los norteamericanos, se descubrió que quienes no tenían actividad sexual previa al matrimonio reportaban una mayor satisfacción en su vida sexual. El estudio llegó incluso a declarar que las personas con una vida “religiosa” activa se hallaban entre las más satisfechas. Dios no quiere negarte algo, sino que esperes para poder disfrutar la mayor satisfacción sexual posible en una relación de pacto matrimonial.

Hemos conocido a muchas mujeres que anhelan profundamente haber estado dispuestas a esperar el tiempo de Dios para la intimidad física. En muchos casos han sufrido consecuencias dolorosas por no hacerlo. También hemos conocido a algunas mujeres que tomaron la valiente decisión de esperar.

Stephanie Canfield disfruta ahora los beneficios de esa decisión: Cuando estaba en secundaria hice un compromiso con Dios, con mis padres y conmigo misma de permanecer pura sexualmente hasta el matrimonio. Hice una lista de cualidades que quería en mi futuro esposo. A medida que pasaba el tiempo pensaba que había establecido expectativas demasiado elevadas. No conocía ningún chico que tuviera principios iguales a los míos. Algunas de mis amigas me decían que ese hombre no existía. En mi último año de secundaria casi había renunciado a mi sueño de encontrarlo. Empecé a creer que sería imposible, y me apresuré antes del tiempo de Dios para ceder a la presión de entablar una relación (contra el consejo de mis padres). En poco tiempo experimenté las consecuencias en mi relación con Dios, con mis amigos, y con mis padres. Dios trajo convicción a mi corazón, y yo volví a entregarle por completo mi futuro. Después de graduarme de la escuela conocí a un joven que se convirtió en un buen amigo. Jeremías había hecho el compromiso de no besar a una chica hasta el día de su boda. A medida que crecía nuestra amistad, me di cuenta de que tenía las cualidades que yo había escrito en mi lista muchos años antes. Imagínate, ¡sí existía ese hombre! Él me preguntó si quería salir con él, con la intención de desposarme. Con todo el apoyo de mis padres y la paz de Dios, empezamos con prudencia una relación. Nuestro primer beso fue el día de nuestra boda, y fue algo maravilloso. Haber esperado para manifestar físicamente nuestro amor fue un fundamento sólido de confianza para nuestro matrimonio. Desearía no haber escuchado a mis amigas en cuanto a creer que mis normas eran imposibles y que debía conformarme con buscar citas amorosas. Dios había reservado a alguien para mí, y en su tiempo perfecto me permitió conocerlo. Descubrí que el camino de la pureza es mucho mejor, aunque requiere paciencia y estar dispuesta a ir contra la corriente. El resultado vale todos los esfuerzos y hace del matrimonio algo maravilloso.

Jeremías, el esposo de Stephanie, opina lo mismo: Cuando era más joven, le dije a Dios que yo guardaría en un cofre todas mis emociones y deseos por ganar el corazón de una chica, y que solo Él podría abrirlo. Le dije que mi deseo era que Él abriera el cofre en mi corazón solo cuando llegara el momento adecuado. Fue una gran dicha y emoción darle todo a Stephanie. No lamento en absoluto haberme abstenido de buscar citas amorosas. No sufrí heridas de relaciones pasadas que tuviera que confesarle a mi esposa, me guardé sólo para ella. Ahora tengo el resto de mi vida para entregarle todo mi amor a una mujer que es dueña de mi corazón y de todos mis afectos.

¿No te gustaría que algún día un hombre dijera eso respecto a ti?

Cuando esperas al hombre correcto, y ambos siguen el plan de Dios para su relación, tendrán todo el gozo de la bendición de Dios en su matrimonio.

VERDADES PARA EXTINGUIR MENTIRAS

Mentira: En realidad no es sexo.

Verdad:

  • Evita todo lo que “incite” al sexo (Ef.5:2).
  • Exponerte a canciones, espectáculos o programas con contenidos eróticos, incitan al pecado sexual (Ef.5:3).
  • La norma divina de la pureza es alta, pero vale la pena pagar el precio por autocontrolarse para gozar de los resultados (Fil.4:13).

Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”

Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh

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