#25. “LO QUE YO HAGO AHORA NO AFECTARÁ MI FUTURO”.

Mientras escribíamos esto, una famosa joven que alguna vez fue una estrella infantil con rostro dulce estaba (de nuevo) en líos por embriaguez. Las revistas mostraron fotografías de su desmayo en un auto después de una noche de locura en fiestas. Sus fans saltaron de inmediato a defenderla. Una escribió: “Tienen que dejar de preocuparse tanto por la chica. Si todos los jóvenes de 20 años fueran llevados a rehabilitación por beber y andar en fiestas, las universidades estarían vacías. Es un rito de iniciación para muchas personas. Ella estará bien”.

Esa mentalidad invade nuestra cultura. Su argumento es: “lo que tú haces ahora no afectará tu futuro”. Creer esta mentira alimenta muchas otras. Por ejemplo, muchas jóvenes con quienes hablamos han dicho que planeaban casarse con un cristiano, pero en vista de que no estaban en busca de un cónyuge, podían salir con incrédulos.

Ese pensamiento es muy peligroso. Lo que tú eliges hacer ahora formará hábitos que tendrás que romper en el futuro, o bien serán de provecho para tu vida. Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.

Si tú siembras maíz, no vas a cosechar nabos de la noche a la mañana. De igual forma, cada acción tiene resultados. Si tú siembras para satisfacer tus propios deseos, tendrás una cosecha de consecuencias. Si siembras para agradar a Dios, cosecharás gozo, paz, y vida eterna.

Los hábitos son el resultado de buenas o malas decisiones que parecen aisladas e insignificantes, y de actos que siembras cuando tienes doce, quince o veinte años. Siempre cosecharás lo que siembras. Ahora mismo estás sembrando. Lo que haces con tu tiempo, tus hábitos alimenticios, tus hábitos de ejercicio, tu manera de hablar con tus padres, de tratar a tus amigos, de gastar tu dinero y trabajar, tus hábitos de sueño… son hábitos que estás desarrollando hoy.

Yo (Nancy) hice muchas elecciones desacertadas en cuanto a mi alimentación en mis años de adolescencia y juventud. Acostumbraba comer con frecuencia en cierta cadena de comidas rápidas. De hecho, pedía una hamburguesa (con doble queso, salsa de tomate y pepinillos) y papas fritas en la ventanilla de autoservicio, y me las devoraba en el camino mientras conducía. Hasta hoy ha sido un desafío muy grande en mi vida desarrollar hábitos alimenticios saludables.

Las elecciones sí importan: los libros y las revistas que lees, los programas de televisión que ves, la música que oyes, las conversaciones que sostienes, los amigos que escoges, la hora de irte a dormir, la hora de levantarte en la mañana. Las pequeñas costumbres son determinantes.

Hay un hábito que me inculcaron más que cualquier otro en mi hogar (el de Nancy) cuando crecía. Pienso que no hay hábito más importante que puedas desarrollar en tu adolescencia que la práctica de pasar tiempo a diario conociendo a Dios por medio de su Palabra. Cada aspecto de tu vida, a corto y a largo plazo, se verá afectada por este solo hábito.

Estoy muy agradecida porque mis padres fueron ejemplares en esto y me animaron a desarrollar una vida devocional constante desde pequeña. No alcanzo a describir todo lo que este hábito ha significado en mi vida.

No quiero decir que sea fácil. Si bien valoro tanto mi tiempo con el Señor, muchas veces he permitido que en la mañana la almohada, mi computadora y otras distracciones se interpongan, y acabo pasando breves instantes con Él. Pero sé que no puedo ser la mujer que Dios espera de mí si no tengo una relación íntima con Él, y eso exige pasar tiempo a diario oyendo su voz en su Palabra y respondiendo a Él en oración y adoración.

Durante años he exhortado a las mujeres a empezar a cultivar este aspecto de sus vidas con un compromiso de pasar al menos un momento diario con el Señor y su Palabra en un período de treinta días. Miles de mujeres han aceptado el desafío, y muchas han escrito para decirme cómo esto ha cambiado sus vidas. ¿Estarías dispuesta a asumir el mismo “reto de los 30 días”? No se me ocurre un hábito que pueda afectar más tu vida a largo plazo.

EL RETO DE LOS 30 DÍAS

Me comprometo a pasar tiempo a diario con el Señor en su Palabra durante los próximos 30 días.

Firma:                                                                         Fecha:

Tan pronto empiezas a experimentar las bendiciones de meditar en la Palabra de Dios y pasas tiempo a solas en su presencia, creo que desearás mantener ese hábito por el resto de tu vida.

VERDADES PARA EXTINGUIR MENTIRAS

La mentira: La que ya hago ahora no afectara mi futuro

La verdad:

  • Tus decisiones presentes forman hábitos buenos o malos que te acompañarán en el futuro (Gál.6:7).
  • Toda decisión acarrea consecuencias.
  • El hábito más importante que puedas desarrollar es amar la Palabra de Dios (Sal.1:2-3, 119:97).

APLICACIÓN PERSONAL

¿Qué mentiras has creído acerca de tu futuro? ¿Por qué no las presentas al Señor para que Él pueda realmente dirigir y proteger tu vida? Toma tu diario otra vez y responde estas preguntas: ¿Qué mentiras he sido más propensa a creer acerca de mi futuro? ¿Qué versículos puedo atesorar en mi corazón para contrarrestar esas mentiras con la verdad?

Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”

Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh

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