#7. “LAS CHICAS HERMOSAS TIENEN MÁS VALOR”.

Cuando yo (Nancy) hablaba sobre esta mentira con una amiga que apenas pasa de los 20 años, ella comentó: “Yo no creo que muchas chicas salgan a decir, o lleguen a pensar que tienen que ser tan hermosas como una modelo despampanante de revista, pero sí tenemos expectativas irreales y dañinas de nosotras mismas en este aspecto”. ¡Eso es un hecho!

Tal vez no llegues a aparecer en la lista de las 100 personas más atractivas de la revista People. Pero creemos que Dios te creó, y que tú eres “formidable, maravillosa” (Sal.139:14).

De igual forma, podemos entender que la medida de lo que el mundo llama “belleza” ha hecho más difícil que veas tu propio valor. Muchas de las chicas con las que hablamos dijeron que se sentían feas, gordas, o ambas cosas. Otras dijeron que se odiaban y se sentían despreciables por su apariencia.

Hay un sentido implícito de que, si no cumples con determinado criterio de “belleza”, careces de valor o de importancia. ¡Ay! Las mentiras que creemos acerca de nuestra apariencia pueden ser mortales y muy difíciles de vencer. Es posible que, a pesar de saber la verdad en nuestra mente, las emociones que esto suscita nos hagan tambalear.

Sé que lo más importante es quién soy en Cristo, pero si me pongo emotiva y dejo de pensar con la cabeza, empiezo a sentir que la belleza exterior es más importante que la interior, aunque sé que es un error. Dejo la razón a cambio de la emoción. Este año falté incluso muchas veces a la escuela porque estaba deprimida por mi apariencia. Me preocupo tanto por mi caray mi cabello en la mañana, que eso arruina todo mi día. Mi mamá tiene que arrastrarme hasta la escuela, y yo corro hasta el baño para volver a mirarme en el espejo antes de entrar a clase. Si no soporto cómo me veo, la llamo y me invento que tengo calambres o cualquier otra excusa. Detesto verme así.

¿Has pasado por eso? ¿Has hecho algo así?

Aunque nunca hayamos ido tan lejos en esto, ambas hemos batallado con pensamientos y emociones muy similares… Nuestra preocupación por la apariencia no es ninguna novedad. Estamos convencidas de que es algo con lo que las mujeres han luchado en todas las generaciones. De hecho, el asunto se remonta a la primera mujer.

¿Recuerdas lo que le atrajo a Eva del fruto prohibido? (Gn.3:6). El fruto tenía una función: era bueno para comer. También fue agradable a Eva por su deseo de adquirir sabiduría. También, y no menos importante, era hermoso. El enemigo logró que ella se fijara más en la apariencia física de un fruto que en las cualidades menos visibles como la confianza y la obediencia. El problema no radicó en que el fruto fuera agradable, sino en que ella antepuso la apariencia física a su relación con Dios. Al hacerlo, creyó una mentira y actuó conforme a ella. Hasta hoy, nosotras hacemos lo mismo.

La lista de formas en que esto se manifiesta es larga: Algunas observan a otras chicas y caen en un terrible rechazo de sí mismas.

  • Algunas examinan a otras chicas y hacen comentarios despectivos de ellas, e incluso delante de ellas.
  • Algunas harían lo que sea para recibir halagos masculinos. ¡Lo que sea!
  • Algunas se hacen cortes y se desangran si no dan la talla.
  • Algunas se visten con la intención de atraer las miradas y el deseo de los hombres.
  • Algunas visten de cierto modo solo para encajar en su medio, para seguir la moda indecente de los demás.
  • Algunas coquetean.
  • Algunas gastan demasiado en su apariencia.
  • Algunas se quedan lamentándose y llorando al respecto.

¿CÓMO DETIENES EL CICLO?

Primero, recuerda que la belleza física es pasajera. Somos conscientes de que esto puede no ser lo que tú quieras oír. (¿Te sentirías mejor si te recordamos que no estás sola en esto?) Tú no quieres una solución rápida y pasajera, ¿no es así? Quieres ser sana en lo más profundo de tu ser. Así que tendrás que acudir a la Palabra de Dios en busca de la verdad. Ella nos recuerda que “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura” (Pr. 31:30). Cualquier mujer mayor que conoces puede dar fe del hecho de que la belleza externa es efímera, y que la obsesión de nuestra cultura con guardar una apariencia joven es un ejercicio inútil.

Sin embargo, la buena noticia es que hay un tipo de belleza que sí perdura: 1º P.3:3-4. Estos versículos no dicen que esté mal ir de compras hasta que caes rendida (siempre y cuando no gastes demasiado), o que sea pecado cambiar tu corte de cabello. En ningún lugar las Escrituras condenan la belleza física ni la expresión de ella. Lo que sí condena es que des atención excesiva a tu belleza exterior al tiempo que descuidas la belleza de tu corazón.

Hace poco, una amiga que solo me había visto en un vídeo filmado hacía doce años (habla Nancy), con mucho tacto trató de decirme cuánto había envejecido desde entonces… Nos reímos bastante al respecto. Luego le dije a mi amiga: “¿Sabes? En realidad, no me molesta envejecer. Hace mucho tiempo decidí que no iba a pasarme la vida tratando de parecer más joven ni obsesionada con la belleza física”.

Eso es verdad. Sin embargo, también resolví que pasaría mi vida tratando de cultivar la belleza interior, de ser una persona cada vez más amorosa, bondadosa y amable. He visto mujeres de diferentes edades que no se destacan por su gran atractivo físico, pero que irradian una belleza interna que realmente atrae y que solo puede explicarse por su relación con Jesús.

Este es un sencillo interrogante que te permitirá determinar si estás más enfocada en la belleza que perdura: Responde si hoy pasaste más Tiempo: Frente al espejo, arreglando tu apariencia exterior o en la Palabra de Dios, cultivando la belleza interna en tu corazón y en tu carácter.

Es así de simple. Dios quiere que embellezcas tu corazón.

Aunque la belleza que más le importa a Dios es la interna, se reflejará en tu apariencia externa. Tu estilo de vestir debe reflejar lo que hay en tu interior. El apóstol Pablo escribió acerca del modo en que deberían vestirse las mujeres. Él exhortó a las mujeres a que “se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad…” (1º Ti.2:9-10).

Tu apariencia externa debe ser un reflejo de tu corazón. Tu corazón debe ser puro. Por eso es tan importante la modestia. Tu corazón debe ser gozoso. Por eso descalificamos por completo el lóbrego estilo gótico. Tu corazón debe estar lleno de vida. Por eso las modas con calaveras y signos de muerte deberían descartarse. La apariencia debe reflejar lo que hay en el interior.

Lo que tú crees acerca de la belleza dependerá de lo que mires. Conscientes de que es difícil separar lo interno de lo externo, vamos a ir al grano respecto a un tema relacionado: las revistas para adolescentes. Muchas de las jóvenes cristianas con quienes hablamos tenían pilas de revistas en sus casas. Parecía que examinarlas a fondo no les hacía ningún bien. “Me entusiasmo cuando miro esas revistas. Llego a pensar que podré verme así, pero luego me miro en el espejo y me veo peor que antes. Nunca me veré como ellas”.

¿Te animaría saber que aun las mujeres de las revistas no se ven así?

  • Lo que vemos no es la verdadera apariencia de ellas, y ellas sienten la misma presión que tú para alcanzar una norma que no es saludable y que es imposible.
  • La medida de belleza exterior que establece el mundo es inalcanzable.
  • La norma de belleza que Dios ha establecido puede lograrse simplemente pasando tiempo con Él, y esa belleza interior te dará seguridad respecto a la apariencia que Él te ha dado.

VERDADES PARA EXTINGUIR MENTIRAS

Mentira: Las chicas hermosas tienen más valor.

Verdad:

  • La belleza física es solo pasajera (Prov.31:30, 1º P.3:3-5).
  • La belleza que más le interesa a Dios es la interior (1º Tim.2:9-10).
  • Tu idea de belleza depende de la dirección en la cual mires (Sal.1:11).

Extracto del libro “Mentiras Que Las Jóvenes Creen”

Por Nancy Leigh DeMoss y Dannah Gresh

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí