Continuemos.

3. La Historia de Berrinchuda.

Berrinchuda no recibió muy bien la noticia del hura­cán. Ella comenzó a estar un poco de mal humor, pero luego, simplemente se enojó. Su enojo la hizo sentir peor y peor, y se desquitó con todos los que estaban en su casa.

“No le creo a las noticias”, le dijo a su padre. “Yo pienso que deberíamos ir de todos modos. Proba­blemente no está tan mal por allá”. Su papá le explicó: “Los aviones ni siquiera pue­den volar en esa zona ahora, Berrinchuda. En verdad hay un huracán, pero no te preocupes, aún vamos a ir en algunas semanas, cuando todo vuelva a la normalidad”.

Berrinchuda explotó. Subió las escaleras diciendo muchas cosas, azotó la puerta de su alcoba y co­menzó a aventar cosas por toda su habitación. Su mamá fue a verla, pero Berrinchuda sólo le gritó con todas sus fuerzas. No le importaba lo que los otros tenían que decir. Estaba enojada y quería que todos lo supieran. Incluso, Berrinchuda le gritó al gato, el cual en realidad no tenía nada que ver con la situación, sin importar cómo veía las cosas.

Por estos tres ejemplos, es bastante claro cuanta dife­rencia hace una mentalidad positiva. Sea lo que sea que se te atraviese y te pueda desilusionar, y la desilusión te vendrá muy seguido en la vida, tienes que controlarlo. Tienes que crear una manera de pensar acerca de eso que resulte mejor y no peor.

¿Cómo? Piensa pensamientos positivos.

Puesto que ya estás enterado de la fase “ponerse la men­te de Cristo”, tienes una idea de lo que puede significar pensar de una manera positiva. Ten por seguro que Dios es positivo. Lo sabes en parte porque aprendiste, desde que eras muy pequeño, que Dios es amor. El amor es positivo. Tú entiendes la idea.

¿Qué puedes hacer para añadirle un giro positivo a las cosas que suceden en tu vida? Puedes:

  • Buscar lo bueno en cualquier situación.
  • Recordar que puedes cambiar tu mente y tu actitud.
  • Pedirle a Dios que te ayude.
  • Buscar algo mejor que puede llegar en el camino.
  • Reconocer que Dios quiere lo mejor para ti.
  • Reconocer que a Dios le importa cuando estás desilu­sionado.
  • Buscar maneras de resolver un problema, en vez de hacerlo más grande.
  • Permitir que te ayuden las personas que te quieren.
  • Ayudar a las personas que quieres.
  • Comer pizza.
  • Tener una libreta donde anotes lo que hiciste que fue útil en caso de que esto suceda otra vez.
  • Elegir sacarle provecho a la situación.
  • Añadir tus propias ideas.

Puedes ver que, aunque tal vez no puedes controlar el clima o los huracanes o incluso eventos más peque­ños en tu vida, sí puedes controlar cómo eliges mirarlos. Un buen lugar para comenzar es preguntarte a ti mismo cómo manejaría Jesús la situación. Siempre puede haber un punto prometedor si eliges ser positivo en las tormen­tas que se te atraviesan en la vida.

Mira, cada vez que algo te quiera derribar, puedes re­gresar al principio, al lugar donde Jesús te encontrará y ayudará a sobrellevar lo que está por venir. Nunca tienes que enfrentar por ti mismo los desafíos de la vida.

Extracto del libro “El Campo de Batalla de la Mente Para Niños”

Por Joyce Meyer

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