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Es pornografía toda representación de contenidos y objetivos diversos, que involucre actividades sexuales reales o simuladas, de manera explícita o sugerida, con cualquier fin y utilizando cualquier medio (fotografías, negativos, diapositivas, revistas, libros, dibujos, películas, cintas de video, discos de computadora, archivos de imágenes o textos).

El 1º tipo de pornografía son las revistas para adultos. Las revistas de mayor difusión (por ejemplo, Playboy) pueden ser distribuidas legalmente. En cambio, hay otras revistas que violan las normas legales y están fácilmente disponibles en muchas librerías para adultos. En promedio, los hombres ven por primera vez un playboy u otra revista similar a los 11 años.

El 2º tipo de pornografía son los videos o DVD. Estos se alquilan o venden en librerías para adultos y se han convertido en una industria cada vez mayor para la pornografía. Hay personas que jamás entrarían a una librería o un teatro para adultos a ver una película pornográfica, pero consiguen estos videos a través de las librerías, o por correo, para verlos en la intimidad de sus hogares. En general, estos videos exhiben un alto grado de pornografía dura y actos ilegales.

El 3º tipo de pornografía son las películas. Las normas de calificación se han ido flexibilizando, y hoy en día se exhiben y distribuyen muchas películas pornográficas. Varios estudios han demostrado que todas las personas, tanto normales como desajustadas, que ven pornografía, desarrollan un afán por ver material pornográfico cada vez más perverso, así como los adictos a las drogas buscan drogas cada vez más fuertes.

Un 4º tipo de pornografía es la televisión. Los videos y la televisión por cable le brindan a la persona fácil acceso al material pornográfico.

Un 5º tipo de pornografía es la «ciberpornografía». Prácticamente cualquier persona puede bajar de la Internet y ver imágenes y películas de pornografía dura, chats en línea, y aun actos sexuales en vivo. El 83% de los niños y adolescentes tienen acceso a la red sin control de los mayores. La mayoría de los jóvenes entre los 14 y los 22 años, sobre todo varones, tienen la costumbre de entrar a la red, o lo han hecho alguna vez, para ver pornografía a modo de hazaña secreta. En enero de este año, 17,5 millones de personas entraron a sitios de la red relacionados con la pornografía. Esto significa un aumento del 40% con respecto a cuatro meses atrás.

Un último tipo de pornografía es la «audiopornografía». Aquí se incluyen las «pornollamadas», que ocupan el segundo lugar en crecimiento dentro de los mercados de pornografía.

El contacto con formas violentas de pornografía puede llevar a actitudes y comportamientos antisociales. Los espectadores varones tienden a ser más agresivos hacia las mujeres, menos sensibles al dolor y al sufrimiento de las víctimas de las violaciones, y mucho más dispuestos a aceptar diversos mitos acerca de la violación.

La pornografía, en especial la pornografía violenta, puede producir un conjunto de efectos indeseables, como la violación y la coerción sexual. Se ha encontrado concretamente que este contacto puede llevar a un uso mayor de la coerción o la violación, un aumento de las fantasías acerca de la violación, una desensibilización ante la violencia sexual y una trivialización de la violación. Se cree que un 70% de las mujeres involucradas en la pornografía son sobrevivientes del incesto o del abuso sexual infantil.

La pornografía desensibiliza a las personas con respecto a la violación como delito criminal. El contacto continuo con la pornografía alienta a querer unos materiales cada vez más aberrantes, que involucren violencia (sadomaso-quismo y violación). Es posible que la violación y el consumo de pornografía estén relacionados solo de manera indirecta a través de otros factores, como la permisividad social y las actitudes machistas entre los hombres.

La sexualidad fue creada por Dios para acabar con la soledad del hombre. La masturbación trae un alivio físico, pero nunca puede satisfacer emocionalmente, porque no es una experiencia compartida. Está dirigida hacia uno mismo. La experiencia sexual que fue diseñada para ser compartida con otra persona, es consumada en la soledad y el silencio.

La pornografía está destrozando la trama misma de nuestra sociedad. Sin embargo, los cristianos ignoran a menudo su impacto y se muestran indiferentes ante la necesidad de controlar esta amenaza. La mayoría de cristianos solteros luchan con la masturbación. Muchos se sienten culpables, pero a la vez confundidos y abrumados sobre cómo quitarse el hábito. ¿Es posible superar este comportamiento?

La masturbación no nos lleva a relacionarnos. En vez de resolver nuestro aislamiento, lo que hace es hacer mayor el problema. En la masturbación estamos tratando de satisfacer nuestro apetito sexual, pero de una forma inmadura.

Quizá esto explique por qué la masturbación nos deja con sentimientos de culpabilidad. De algún modo, cada persona sabe que el sexo fue diseñado para ser compartido, y la masturbación no cumple con ese propósito. Pero a menudo la culpa y la insatisfacción asociadas con la masturbación nos mantienen en un círculo vicioso de fracaso. Enredamos a nuestro alrededor unas cuerdas de vergüenza y soledad.

La masturbación puede ser indicador de un problema más profundo, que tal vez no sea sexual, pero que ha sido tomado en un sentido sexual. Muchas veces, es indicador de una insatisfacción con nosotros mismos y con nuestra vida. Podemos estar intentando superar el descontento, buscando el placer temporal que la masturbación ofrece. La masturbación es bastante común en los niños como una forma de descubrir y explorar su cuerpo. Debido a la tensión sexual y al comienzo de las eyaculaciones, un 90% de los varones y un 60% de las señoritas la han practicado antes de los 18 años. En muchos casos, esta frecuencia no para hasta que se concretan otras prácticas sexuales.

Extracto del libro Las 10 Plagas de la Cibergeneración

Por Ale Gómez

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